viernes, 30 de septiembre de 2011

Para saber si estás vivo

Quien desee saber si está vivo
tiene varias operaciones
A elección
Pincharse una aguja en un dedo
Caminar en la noche
Buscarse en un espejo
(aunque ya he visto a algún muerto
merodeando por ahí)

Para saber si estás vivo
puedes probar a enamorarte
A desengañarte
A olvidar
(pero también he visto
a algún dios enamorado y
furioso)

Para saber si estás vivo
no recomiendo
una bala en la sien
La comprobación será fugaz
e inútil
Además no son amables
los ángeles suicidados.

La mejor manera
de saber si estás vivo es
dejar lo que hiciste hasta hoy
y ver qué pasa luego de cambiarlo todo

Swedenborg dice que los muertos
no saben que lo están y simplemente
siguen haciendo sus rutinas
como si fuesen mortales
todavía

martes, 27 de septiembre de 2011

Calle Bioy Casares



Desde la semana pasada hay una calle en Buenos Aires llamada Bioy Casares. Lo primero que pensé fue que está un poco lejos de la calle Borges. La de Bioy tiene una cuadra y la de Borges unas diez y cada uno está en su barrio preferido: Bioy en Recoleta y Borges, en Palermo. Desde mi Liniers, Recoleta era inalcanzable por lo distante, por su glamour. Las casas bajas de Palermo, en cambio, me resultaron siempre más amigables. Entre las calles de Bioy y Borges hay muchas paradas del gusto de ellos, como el zoológico del Borges niño, o el bar "La Biela" del maduro Bioy. El cementerio de La Recoleta era del gusto de los dos. Allí está Bioy, allí debería estar Borges. También entre ambas arterias (así nombran a las calles en la radio) hay algunas casas de ellos, como la de Pueyrredón y Las Heras, donde Borges tuvo el buen criterio de abrirse la cabeza contra el filo de una ventana abierta y así poder escribir "El Sur". Cuando la calle Bioy se llamaba Schiaffino, fue el domicilio de Bioy y su esposa Silvina. A ellos les daría risa, tal vez temor, ser nombre de calles. Pensaban que con el paso del tiempo los transeúntes olvidan a la persona homenajeada y la transforman en una calle y nada más, como puede ocurrir con Vidt, Alvarez Jonte o Schiaffino. Es un lindo paseo unir ambas calles. Si se va por la avenida Las Heras se pasa por la casa de Macedonio Fernández, y si se vuelve por Honduras, por la de Evaristo Carriego. Tendríamos así una especie de cuadrado formado por calles y casas de escritores. Aunque seguro es una irrealidad. Dicen que Macedonio -como Carriego- son dos invenciones de Borges. Y Borges tal vez, con el paso del tiempo, sea una invención de Bioy. Por suerte el cartel que anuncia la calle Bioy Casares desde la semana pasada, no parece de ficción. Al menos ahora, a punto de iniciar mi caminata, no lo parece.


miércoles, 21 de septiembre de 2011

La primavera la sangre altera

Llega la primavera y aumentan los accidentes por culpa de conductores distraídos por escotes; peatones trastabillantes por culpa de polleras cortas y oficinistas que se vuelcan el café detrás de sus burocráticas ventanas, culpa de taconeos vistosos.




jueves, 15 de septiembre de 2011

Sueño con caniches

Sueño con caniches. Me rodean perritos lanudos y con sus chillidos (porque todos sabemos que los caniches no ladran, sino que chillan) no me dejan dormir. Son blanquitos y encantadores, tal como yo los detesto. Y con sus ojitos histéricos parecen decirme que ellos tienen más pedigree que yo, lo cual es cierto. Quisiera estrangularlos lentamente pero el problema es que si no mato una mosca, mucho menos podré con un caniche chillón (mosquitos y cucarachas sí mato, y como carne de animales asesinados, pero no es lo mismo)
En el sueño los caniches me rodean y apoyan sus patitas delanteras (protegidas por un encantador calzado de color fucsia) en mi cama. Y me chillan al oído. Consigo atrapar a uno del cuellito y sonrío mientras lo sofoco, pero enseguida decenas de pares de caninos se clavan en mis piernas. Son los dientes de sus hermanos caniches, defendiéndolo.
Quisiera aclarar que en la vigilia no los mato de bueno sino porque soy un cobarde. Imagino que mientras estoy apretando el cuello los ojitos se van apagando lentamente y así, de la histeria, pasarían a la lenta y postrera sorpresa. Y eso me angustia.
Para colmo (en este caso colmillo) me preocupa el lado vudú del asunto. ¿Y si la histeria del caniche estrangulado me traspasa y a partir de ahí, ando por la vida dando chillidos histéricos y con una especie de tela fucsia encantadora protegiéndome las patas?




lunes, 12 de septiembre de 2011

Un muy recordativo placer

"Sospecho que los novelones policiales de Eduardo Gutiérrez y una mitología griega y el Estudiante de Salamanca y las tan razonables y tan nada fantásticas fantasías de Julio Verne y los grandiosos folletines de Stevenson y la primera novela por entregas del mundo: Las mil y una noches, son los mejores goces literarios que he practicado. La lista es heterogénea y no puede confesar otra unidad que la consentida por la edad tempranísima en que los leí. Yo era un hospitalario lector en este anteayer, un cortesísimo indagador de vidas ajenas y todo lo aceptaba con venturosa y álacre resignación...Cada cuento era una aventura y yo buscaba lugares condignos y prestigiosos para vivirla: el descanso más empinado de la escalera, un altillo, la azotea de la casa" Jorge Luis Borges "El idioma de los argentinos"


De hacer una lista borgeana, debería empezar por La Isla del Tesoro y Sandokán. Si hablamos de libros, porque en realidad comencé leyendo historietas: Patoruzú, Isidorito o la revista "El Tony". El primer libro serio que leí fue "Los Verdes Años" de Cronin, del cual no recuerdo mucho, sólo que no quería interrumpir nunca la lectura de la vida del chico que la protagonizaba. Creo que aún lo tengo por ahí y nunca me atreví a releerlo porque pienso que sería una especie de sacrilegio, o más bien le tengo temor a la decepción.

Borges dice que le gusta más releer que leer: "debo confesar (no sin lástima y conciencia de mi pobreza) que releo con un muy recordativo placer y que las lecturas nuevas no me entusiasman"

Tal vez tenga razón y debiera hacer un alto. Quizás volver a leer el libro de Cronin me permita disfrutar ese recordativo placer y descubrir qué le pudo interesar a aquel pequeño lector de la historia de un chico como él, contada en un libro que le parecía para "grandes"

Y usted, estimado lector...¿Por dónde empezó?

lunes, 5 de septiembre de 2011

Un policial clásico

Hay un tipo que ve un asesinato y huye. Luego se entera de que lo que vio es el crimen de alguien importante. Algunas personas saben que él fue el testigo, del lado de los policías y del lado de los malos. A nadie le conviene que declare, todos lo quieren matar, incluso muchos policías malos. Una chica se enamora de él e increíblemente lo ayuda, pero luego se devela el misterio: los enemigos del tipo mataron al papi de ella. Los malos lo tienen cercado. Los policías malos también. Parece que va a morir, y tienen a la chica. Pero hay un policía bueno –sólo uno- que descubre todo y los ayuda, aunque lo matan en el tiroteo final. El tipo se queda con la chica, el policía bueno asciende “post mortem” y los crímenes no quedan impunes. El tipo podría ser Robert Mitchum. La chica, Lauren Bacall. En el rol del asesinado, Edward G. Robinson. El Jefe de los malos, Bogart. El Policía bueno, Kirk Douglas. A mí me gustaría ser uno de los matones de Bogey, de esos que sólo dicen “Sí, Jefe” y luego hacen un desastre.




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