jueves, 19 de noviembre de 2015

HERMOZOS



Los mozos se suelen parecer a los restaurantes donde trabajan. Pueden ser más o menos agradables pero si el establecimiento es muy fino, el empleado gastronómico suele hacer notar esta distinción, incluso no tan amablemente. En el mismo sentido, el mozo de bodegón puede ser muy simpático o no tanto, pero si al depositar el plato que pedimos nos bautiza con un poco de salsa de tomate, tampoco se hará demasiado problema. Aunque todos recordemos más de una excepción a esto que digo, sobre todo en los restaurantes de alcurnia, creo que se produce bastante este fenómeno de mimetismo entre el lugar y su personal. Por eso es que me gustaría intercambiar por un día a los camareros del restaurante Cinco Tenedores con los mozos del fondín. No sé si dejaría alguna enseñanza al personal o a los clientes, pero sería divertido ver cómo vuela hasta la falda de la condesa un resbaloso y poco cocinado "lomo en camisa de hojaldre" llevado por Antonio, mi mozo de cabecera correcto, pero sin demasiado voulez vous; o bien cómo el Maítre Principal Monsieur Philippe, accede a realizar tareas de categorías inferiores alcanzándome delicadamente un rebosante plato de fuccile pesto y tuco a mi mesa de cantina, con mantelería de papel, donde luego deberá escribirme la adición.
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