martes, 24 de diciembre de 2013
domingo, 1 de diciembre de 2013
Hace nada
Hace nada el mundo blog, hervía. Y así como ahora casi todo
el mundo está en Facebook o Twitter, hace nada a quienes nos gusta escribir o
leer o lo que sea que tuviéramos interés en contar, administrar un blog nos
parecía definitivo. Y uno cuidaba del blog como si fuera una planta, y
visitaba los blogs amigos como en una especie de ritual indispensable, y si
bien nadie pretendía cambiar el mundo de esta manera, sí se sentía parte de
algo. Luego empezó el lento declive. Algunos se cansaron, otros emigraron;
algunos seguimos resistiendo aunque quizás con menos ahínco. Gracias al blog
conocí mucha gente valiosa que en mi barrio no había. He generado vínculos
inimaginables para mí antes de marzo de 2.008. He descubierto autores y amores;
he leído poesía. Hice amigos, a algunos los he visto y a otros no. A algunos
estoy seguro de que finalmente los conoceré y a otros, probablemente jamás. Nos hemos divertido en
grande, y hasta he lamentado la partida de una querida amiga, como en la vida
misma. Si cayó el imperio romano, seguramente caerá el mundo blog. Pero mil
cosas de los romanos siguen vigentes en estos tiempos. Quizás ciertas cositas
de la estética blog, perduren en nosotros.
Hoy tenía ganas de jugar a que esos tiempos de oro del mundo
blog volvían, al menos por un día. Ojalá que haya amigos con quien jugar.
miércoles, 20 de noviembre de 2013
Lo tenemos secuestrado
Eso escucha alguien de mi familia en la oscuridad de la
noche y me llama desesperado. Falsa alarma, gracias a Dios. Es sólo un intento
de secuestro virtual de los que abundan por aquí, en realidad todos estamos a
salvo en nuestras casas. Pero me deja insomne, cómo dormirse después de una
cosa así. Juego extraño de la mente, veo una casa blanca de baldosas negras.
Hay un limonero y en el fondo de la casa trabaja un carpintero. Yo tengo seis
años, estoy en Haedo, y la casa blanca es de Sara, nuestra vecina. Entro sin
llamar, voy directo a la cocina, al segundo cajón. Allí Sara guarda el pan y me
deja tomar uno, ese pan que mamá me niega porque ya se acerca la hora de almorzar
y si me lleno de pan no como. Pero a Sara eso no le importa, me permite tomar
uno, se ríe ella y me río yo. Una llamada angustiosa despierta un recuerdo que
dormía en mí desde 1.970. La gente es extraña. La mente también.
sábado, 16 de noviembre de 2013
viernes, 1 de noviembre de 2013
Esperando la tormenta
En todos lados advierten que esta noche caerá una tormenta
horrorosa. Y es posible, porque el sábado me habían invitado al Tigre, de modo que
lloverá hasta el fin.
Esta noche caerá una tormenta horrorosa y me siento culpable
de sentirme feliz, porque seguro que mañana habrá una lista de inundados sin
hogar.
Pero es que me gustan las tormentas desde antes que pasaran
esas cosas, cuando llovía y ya.
Dejaré la ventana abierta; me meteré en la cama; pondré ojos
de gato; abriré todos mis sentidos, porque me gusta mucho, pero mucho mucho,
cuando se huele en el aire cierta electricidad, cuando se puede tocar la
quietud que nos advierte que cualquier cosa puede ocurrir; todo me despierta
cuando estoy
Esperando la
tormenta.
jueves, 31 de octubre de 2013
Los galanes de hoy
Habría que ver si el galán de hoy
Que escucha música beat
y usa carterita
Se le anima a una flor en el ojal
A la crencha bien fijada
A amurarse en Billinghurst
Bajo el farol
Para esperarla
A ella
martes, 22 de octubre de 2013
Homenaje desordenado a César Tiempo
¡Yo nací en Dniepropetrovsk!
No me importan los desaires
con que me trata la suerte.
¡Argentino hasta la muerte!
Yo nací en Dniepropetrovsk.
(César Tiempo)
Creo que soy periodista por haber vivido en Buenos Aires. En Nueva York seguramente hubiera sido cualquier otra cosa. Acá sentí la necesidad de hablar con la gente. Hay una especie de atracción mediúmnica que hace que uno adivine la ciudad a través de los sueños.
Vine a la Argentina antes de cumplir un año. Aquí viví en San Cristobal, en Villa Crespo, y era, lo que se dice, un vago curioso que andaba siempre de un lado a otro. Roberto Arlt solía acompañarme. Era otro vago como yo. Y, también como yo, amaba Buenos Aires. La llevaba en la sangre. Yo la sigo llevando todavía, quizá como una forma de acordarme de él.
(César Tiempo en revista Salimos, Buenos Aires, agosto 1980)
Vine a la Argentina antes de cumplir un año. Aquí viví en San Cristobal, en Villa Crespo, y era, lo que se dice, un vago curioso que andaba siempre de un lado a otro. Roberto Arlt solía acompañarme. Era otro vago como yo. Y, también como yo, amaba Buenos Aires. La llevaba en la sangre. Yo la sigo llevando todavía, quizá como una forma de acordarme de él.
(César Tiempo en revista Salimos, Buenos Aires, agosto 1980)
¿Y ahora?
Ni una calle ni una plaza porteña llevan todavía su nombre.
(Eliahu Toker)
César Tiempo
Él nació en un conventillo
Sobre una calle perdida
Viejos patios de ladrillos
De Scakóvaia Ulitza
En Villa Crespo hace tiempo
Y en San Cristóbal también
Lo declararon porteño
Nacido en Dniepropetrovsk
(M.S.D.L.)
César Tiempo (nacido Israel Zeitlin) fue poeta, cronista, narrador, guionista de cine, editor, periodista gráfico y radial, actor, dramaturgo y porteño. Formó parte del Grupo de Boedo. Nació en Ucrania en 1.903 y a los pocos meses ya estaba en Buenos Aires. Murió en 1.980. Wikipedia no lo cuenta bien. Mejor buscarlo aquí:
martes, 15 de octubre de 2013
Un mero caribeño
Un olvidado profesor dominicano se sube al tren que va hacia
La Plata en la Estación Constitución.
Elige asiento y muere. Es Pedro Henríquez Ureña y quizás muere porque al
destino le gustan las repeticiones. El profesor se encontró con Borges unas
noches antes en la avenida Córdoba y habían recordado el anónimo sevillano que
dice “Oh Muerte, ven callada como sueles
venir en la saeta”. Borges lo contará magistralmente en su cuento “El sueño
de Pedro Henríquez Ureña” y dirá que ese diálogo fue profético porque así le
llegó la Muerte
a Henríquez. A partir de ahí, para muchos de nosotros el dominicano será un
personaje más de la mitología borgeana.
Dirá Borges también que algunos países fueron injustos con
él. España, que lo consideraba un indiano, “un
mero caribeño”; y Argentina, que lo vio como “un mulato” al
que ni siquiera le dio una cátedra universitaria, designándolo apenas profesor
adjunto de un hombre de menor valía. Era un aristócrata en su tierra, y un
literato que dejó una obra notable. Pero no solamente el autor de "Luna de enfrente" lo valoró aquí. Hubo otro encuentro una noche de Buenos Aires. Una conferencia
semidesierta de don Pedro en la “Casa del Pueblo”. Dos jóvenes que llegan tarde
e inadvertidos de que en la sala no hay más que un puñado de personas -contándolos
a ellos- Dos jóvenes poetas, que esperan la salida del profesor y lo siguen
varias cuadras sin animarse a saludarlo. Finalmente lo hacen y entran los tres
a un café de la avenida Callao. Allí se habla de literatura. De Ibsen y Tolstoi,
autores objeto de la conferencia. Al risueño decir de Borges el profesor lo
había leído todo, y estos dos muchachos
pueden dar fe de ello. Apenas habían publicado alguna cosa y sin embargo el
maestro los conocía. Debe ser excitante hablar de literatura con alguien que lo
leyó todo. Uno de los jóvenes quiere saber sobre personajes semitas en la
literatura inglesa. El otro le preguntó por López Velarde, el poeta mexicano,
si lo había conocido.
“El bar en esos
momentos tenía una sonoridad de piso deshabitado. El mozo vino a llevarse los
cafés intactos, después de echarnos una mirada homicida. La madrugada empezaba
a desvestirse en la calle”
Cierra el bar y uno de los muchachos, emocionado, le da a
Henríquez un beso en cada mejilla. Ya se van el profesor por un lado y los
jóvenes por el otro.
-
¿Qué te pareció?
-
Un santo. ¿Y a
vos?
-
Un héroe
Uno de los jóvenes era José Sebastián Tallon, el precursor
de la poesía infantil en Argentina y además –no sé si en una suerte de oximoron, ironía o redundancia- boxeador. El otro,
Israel Zeitlin, más conocido como César Tiempo, el verdadero cronista de este
relato y al que hubiera querido darle un beso en cada mejilla. Gracias a don César, puedo bajar por un rato a
Pedro Henríquez Ureña del cenotafio borgeano y devolverlo a las calles de
Buenos Aires como un mero caribeño tímido, magistral, lector de Todo.
BIBLIOGRAFIA
“El sueño de Pedro Henríquez Ureña” está en “El oro de los
tigres” de Jorge Luis Borges (Emecé, 1.972)
La opinión de Borges sobre
el autor dominicano se encuentran en “En diálogo” De Jorge Luis Borges y
Osvaldo Ferrari, Edición definitiva (SXXI, 2.005)
“Con Pedro Henríquez
Ureña" se encuentra en “Mi tío Scholem Aleijem y otros parientes”, de César
Tiempo (Corregidor, 1.978)
Etiquetas:
BORGES,
Buenos Aires,
CÉSAR TIEMPO,
opinión
jueves, 10 de octubre de 2013
(Sin título)
Escribir para esconderme, para no mostrar quien soy, para
hacer la vida más soportable, para poder volverme invisible. Mi amigo el
anfitrión conoció al gran Néstor Sánchez, jugaban a las cartas, hablaban de
jazz y no de literatura. A veces se ponía muy mal y no quería salir de su casa,
vivía con su madre. Todos a veces no queremos salir de nuestra casa, pero
vivimos solos, mamá está en otra parte, o no está. Néstor Sánchez fue amigo de
mi amigo y de Cortázar y eso me gusta porque me acerca a ellos, los tres
amantes del jazz y yo también pero un poquito.
Inventé un juego, la mancha congelada escondida, pero lo
cuento otro día, qué bueno no tener que dar la cara esta vez y escuchar música
aunque esté solo y no haya madre de Néstor Sánchez que me cuide pero por suerte
tampoco fui homeless en Nueva York como él y quizás no muramos desamparados, aunque
creo que sí, que todos morimos desamparados porque morimos solos y no es que
esté deprimido ni necesito ninguna mierda new age solamente hay que asumir
nuestra mortalidad sin muletas che, luego si Dios existe disfrutaremos el
milagro pero ahora tengo esto porque no soy Néstor Sánchez y mi vieja vive
gracias a Dios pero está mirando televisión española en su casa y cuando me
pregunta cómo estoy le digo que bien lo cual además es cierto pero eso no invalida
que sepa que me voy a morir como vos que estás leyendo y ahora me querés matar
porque te digo que te vas a morir pero por suerte inventé un juego que tal vez
a Julio no le molestaría y que mejor te cuento ahora porque te lo voy a regalar
para que lo juegues mañana mismo antes de que seas Néstor Sánchez y te mueras
solo, incomprendido y desamparado y sin la mamá que lo cuidaba porque uno
siempre, pero siempre, muere así.
Instrucciones para
jugar a la mancha congelada escondida
1.- Sólo se puede jugar de a dos.
2.- Un jugador elige una manzana de Buenos Aires para
desarrollar el juego, en el juego siguiente elige el otro.
3.- Vale esconderse en cualquier recoveco, árbol, zaguán o
carrito de la basura que ofrezca la manzana, pero jamás de los jamases se puede
cruzar la calle.
4.- No vale contar con cómplices apostados con prismáticos
en terrazas para soplar el desplazamiento ajeno, ni señoras mayores que en
realidad sean actrices que fingen ser la abuelita del jugador.
5.- Si bien los jugadores son libres de parapetarse en un
hueco-refugio y esperar, a los efectos de dinamizar el juego se recomienda mal
que mal moverse un poco. Se sabe de jugadores que han perecido por hambre o
frío con tal de no dar el brazo a torcer. Pero eso sí, invictos (dicen que
cuando encuentran uno de esos esqueletos sonríe triunfal)
6.- Vale disfrazarse de Barney el dinosaurio, Cleopatra,
María Antonieta o Borges, o no disfrazarse, o llevar un velo de viuda, incluso
el jugador hombre.
7.- Si cumplida una hora de juego los jugadores no se han
encontrado, comienza la “ruleta rusa”.
Cada jugador deberá elegir una dirección de las dos posibles y marchar a paso
redoblado para propiciar una especie de choque de trenes. Si cumplida la segunda
hora de juego el encuentro no se produce, quiere decir que los dos jugadores
van en el mismo sentido a la misma velocidad, lo cual sería un milagro de la
física siendo que el largo de paso debería ser diferente considerando la segura
diferencia de centimetraje existente entre ambos jugadores
8.- Si un portero ve
a dos locos que parecen estar subidos a una calesita invisible y decide llamar
a las fuerzas del orden, el jugador que no sea detenido inmediatamente debe
acercarse a tratar de liberar a su contrincante.
9.- Ganará la partida el jugador que logre llamar al otro,
sorprendiéndolo. Si ambos jugadores gritan el nombre del contrincante, de buena
fe las partes decidirán quien comenzó el grito primero. El ganador se hará
acreedor a una colación breve que abonará el otro. Si el otro está seco como
protagonista de un tango de Discépolo, abona la colación contra el cobro de sus
haberes mensuales.
10.- Si uno de los jugadores consigue sorprender al otro por
la espalda, depositando las yemas de sus dedos índice y mayor en uno de los
hombros del sorprendido (u omóplato o incluso cadera, si el jugador que
sorprende es petiso) ganará un súper premio. No vale agarrar, pellizcar,
abrazar ni dar un manotazo. Las yemas tienen que estar unidas. El súper premio lo
elegirá libremente el jugador que gane, aunque no deberá estar reñido con la
moral y las buenas costumbres, ni poner en un aprieto excesivo al perdidoso, ya
que lo que vale aquí no es el “ja! te
gané! Ahora tendrás que hacer lo que se me antoje” sino más bien la
sutileza que logre transformar la prenda en algo placentero para ambos
jugadores. A modo de ejemplo, podría tratarse de una prenda que se le ocurriera
a un niño (bueno)
11.- El jugador que gane puede agregar algún detalle para la
siguiente partida. Vestir determinada prenda, cambiar alguna regla, llevar una
cosa, etc., siempre que el otro esté en condiciones de cumplir la nueva
condición.
ADVERTENCIA: este
juego no se jugó nunca. O por lo menos, no se tiene noticias de ello. Los
jugadores deben ser concientes de que lo que en los papeles aparece divertido
puede resultar un fiasco en los hechos. Pero eso le puede pasar a cualquiera. Le
sucede a muchos novios entusiasmados, por ejemplo. En caso de fracaso, los
jugadores pueden caminar como personas normales y preguntarse de qué signo sos,
estudiás o trabajás, y cosas así.
viernes, 4 de octubre de 2013
Escritos sobre escritos/ Lecturas sobre lecturas
Leía de Néstor Sánchez: “se fueron todos al amanecer y me quedé apoyado de espaldas contra la puerta viendo girar las paredes, venirse encima los muebles. Trastabillé hasta la ventana –la manía de llegar a la ventana-, logré asomarme casi medio cuerpo afuera olvidado del miedo y vomité sin interrupción hasta la primera claridad de las terrazas, feliz del estremecimiento final, de poder hacerlo a cuenta de un día largarme a reír, haber elegido quedarme solo en esa pieza como el mismo Alain Gerbault, para que venga Blanca Luz y me ame”…..”de golpe me escucho pidiéndole "Madame Ivonne" a Ismael que nunca lo supo y rasca un Discépolo irreconocible, voy hasta los libros con la repentina necesidad de encontrar “Escrito sobre una mesa de Montparnasse”
Sánchez lee a González Tuñón, que dice:
Una tarde por el ancho rumor de Montparnasse
por ese aire de provincia tan confianzudo y claro
–cada ventana paga su pedazo de sol con una canción,
anduve bebiendo el buen vino rojo y alegre como una canción,
rojo y alegre como una revolución.
Y entonces, pensé: ¿qué haré ahora de mi vida?
Tengo dos amigos, un saxofonista y un vendedor de globos.
…
Algunas mujeres me han detenido en Montmartre
pero me piden cigarrillos y cien francos
y yo solo puedo darles ágiles besos casi inéditos
y hablarles de mi país sin que ellas me comprendan
y decirles que Blanca Luz está en Méjico
sin que ellas me pregunten quién es Blanca Luz.
…
Yo quisiera explotar una bomba, derrocar un gobierno,
hacer una revolución con mis manos amigas del
cristal, de la luz, de la caricia
–destruir todas las tiendas de los burgueses
y todas la academias del mundo–
y hacerme un cinturón bravío de rutas
inverosímiles como Alain Gerbault
para que venga Blanca Luz y me ame.
Gerbault sigue su ruta inverosímil y llega a la finca, al estudio que mira al parque de los robles. Arrellanado en su sillón favorito, Cortázar lee a su amigo Sánchez, que lee a Tuñón, que acaso me lee. Pero Julio deja de leernos a los tres, busca esa novela que lo tiene embelesado. Ya llegan la mujer y su amante, el crimen está urdido. Lee Cortázar su novela y no sabe, no puede saber, que detrás de su sillón de terciopelo verde, el asesino, puñal en mano, busca la sangre del hombre leyendo una novela. Yo en tanto leo, y me dejo leer, porque al destino le agradan las repeticiones, las variantes, las simetrías. Trastabillo hasta la ventana de mi pieza, mientras espero a Blanca Luz. Pero sé que no vendrá.
(Sobre “Nosotros dos” de Néstor Sánchez,; “Continuidad de los parques” de Julio Cortázar, “Escrito sobre una mesa de Montparnasse” de Raúl González Tuñón y “La trama” de Jorge Luis Borges)
domingo, 1 de septiembre de 2013
La justicia en Herewon
En el país de Herewon, algunos sospechosos de cometer
crímenes no son ejecutados al término de un proceso, sino al principio. Esto
sucede cuando las cárceles están llenas: se fusila al excedente de acusados sin más trámite, y
luego se los juzga con todas las garantías del debido proceso: juez imparcial y
predeterminado con anterioridad a la comisión del presunto delito, asistencia
letrada al muerto y penas contempladas por la ley. Si finalmente un ejecutado es declarado
inocente, como ya ha sido fulminado todo
“animus defendendi” de su cuerpo (no se sabe si de su espíritu) simplemente se
le piden disculpas a los deudos y se les otorga una pequeña indemnización por
tratarse de un “error in procedendo”, expediente que resulta más económico que construir
más y más cárceles. Si bien el índice de delitos no ha bajado en Herewon y algunas
familias damnificadas se quejan en voz alta pero respetuosa, el gobierno gana
todas las elecciones.
Al fin y al cabo, ha cumplido su promesa de no aumentar los
impuestos.
sábado, 24 de agosto de 2013
Borges y yo
Ese viejito que sale por la tele es Borges. Sonríe con timidez cuando le hablan de su obra y se entusiasma con una etimología o si le preguntan por Stevenson. Hay infinitos Borges posibles: el que leo en el libro verde de mi padre que parece una Biblia, ese de los cuentos ilusorios, matemáticos, cabalísticos. Es el Borges de la enciclopedia, con universos en forma de biblioteca. Hay muchos Borges: el poeta de los extremos de su vida, oculto detrás del cuentista magistral. El director ciego de la biblioteca; el criticado por sus ideas políticas (“las opiniones de un hombre suelen ser superficiales y efímeras”); el criticón que junto a Bioy es implacable con la mayoría de los escritores contemporáneos (“en el presente hay demasiadas cosas para que nos sea dado descifrarlas. El porvenir sabrá lo que hoy no sabemos, las páginas que merecen ser releídas. Schopenhauer aconsejaba que, por no exponernos al azar, sólo leyéramos los libros que ya hubieran cumplido cien años”)
Pretender una clasificación de Borges es imposible, ya que como la clasificación de cualquier universo, sería “arbitraria y conjetural. La razón es muy simple. No sabemos qué cosa es el universo” (ni tampoco qué es Borges)
Todos los Borges son de mi agrado, incluso los de sus aspectos más hostiles. Me queda la deuda de haber merodeado la calle Maipú, la Galería del Este, sin haberme atrevido a encontrarlo.
Hoy, de modo arbitrario y conjetural, elijo el Borges joven, el de Fervor de Buenos Aires, supongo que porque al alejarnos cada día del país de la infancia no hacemos otra cosa que acercarnos a sus confines. ¡Feliz cumpleaños, Borges!
Un patio
Con la tarde
se cansaron los dos o tres colores del patio.
Esta noche, la luna, el claro círculo,
no domina su espacio.
Patio, cielo encauzado.
El patio es el declive
por el cual se derrama el cielo en la casa.
Serena,
la eternidad espera en la encrucijada de estrellas.
Grato es vivir en la amistad oscura
de un zaguán, de una parra y de un aljibe.
lunes, 19 de agosto de 2013
La señora del anillo
La historia del prometido y la estatua es bastante conocida y
tiene muchas versiones. Ricardo Piglia menciona a William de Malmesbury y su “Chronicle
of the Kings of England” (Siglo XIII); Eduardo Berti, a la “Anatomía de la
melancolía” de Robert Burton. Próspero Mérineé lo cuenta en “La Venus de Ille”. También hay
una novela de Tim Powers, “La fuerza de su mirada”. Incluso la película de Tim
Burton, “El cadáver de la novia”, se basa en un cuento popular ruso judío del SXIX
que también cuenta algo parecido.
El centro de la historia sería este: un joven –a punto de
casarse o luego de terminar la ceremonia nupcial- se pone a jugar a la paleta
con unos amigos. Le molesta el anillo que desde ese día lleva puesto, entonces lo
coloca en el anular de una estatua que está junto al terreno donde se hace el
partido. Al término del juego, el muchacho va a buscar la sortija y se
encuentra con que el puño de la estatua se ha cerrado (en algunas versiones la
estatua ha desaparecido) impidiendo que se lo puedan sacar.
Es la noche de bodas y el joven percibe una tercera
presencia en la cama, entre su esposa y él (algún cuento dice que siente unas
caricias que atribuye a su mujer)
El muchacho siente un susurro junto a su oído:
-
Soy Venus, y he
aceptado tu propuesta matrimonial-
Nuevamente se multiplican los desenlaces. En alguno, la estatua
asesina a la esposa. En otro, al muchacho. En una tercera narración, el joven
visita a un hechicero, quien le escribe una carta a Saturno rogándole su
intervención. El joven debe sortear muchos peligros hasta que logra depositar el
pedido de ayuda en manos del terrible dios, quien le ordena a Venus devolver el
anillo de inmediato y dejar al muchacho en paz.
Francamente este último final no me gusta. Prefiero algún
asesinato en el medio, porque no creo que la pobre Venus luego de esperar
cientos de años a un candidato suelte la sortija tan fácilmente, por más
terrible que fuera el viejo Saturno, capaz de comerse a su propio hijo. Alguien
debía morir. O el atolondrado muchacho, capaz de ponerse a jugar con sus amigos
a horas de la boda, o tal vez su esposa, digamos que por la fatalidad de las
cosas. No hay que poner un anillo en el dedo de nadie a no estar completamente
seguro, aunque se trate de un dedo estatuario. Porque, como dice Mérrimeé en La Venus de Ille: “ten cuidado si ella te ama”
sábado, 17 de agosto de 2013
Cortázar niño
Va a la escuela
Con su hermana de la mano
Los mismos ojos grandes
A pesar del sueño y frío
La ceja larga y sola
Un poco más rubito
Es temprano
Ese chico que lleva a su hermanita
Responsablemente de la mano
Y me mira de reojo
No sabe que es
Cortázar niño.
sábado, 10 de agosto de 2013
Anfitrión
Parece que Alcmena era bellísima y que además tenía su
carácter, porque le dijo a Anfitrión, su esposo y rey, que mientras no vengase
a sus hermanos no podría poseerla. Allí fue Su Alteza Anfitrión a vengar y
guerrear, a guerrear y vengar, presuroso por volver a casa y consumar el
matrimonio con su hermosa mujer. Pero el pícaro Zeus tenía otros planes:
transformándose en una copia exacta de Anfitrión, engañó a Alcmena y la hizo suya.
Humildes mortales, a no ofendernos tanto si el Padre de los
Dioses y los Hombres se fija en nuestra esposa y se nos adelanta en lo único
que anhelamos mientras matamos por ahí. Es que tiene el poder y tiene la
malicia para hacerlo. Sólo susurro una pequeña queja, ¡Oh magnífico Zeus! ¿era
necesario que le ordenaras al Sol no salir por tres días para gozar largamente
de los favores de la bella? Cuando al rato llegó el verdadero Anfitrión, se
podrán imaginar lo que pasó: Alcmena le soltó un insípido ¡que hacés! y siguió
durmiendo, para pesar y furia del pobre rey, que finalmente tuvo lo que buscaba
pero que debe haber quedado lejos, muy lejos de lo que tantas noches imaginó.
Es que después de yacer Zeus, los que venimos detrás, por más malabares que
propongamos y cariños que prodiguemos, somos humildísimos mortales. De esa noche
atroz nacieron salomónicamente Hércules (hijo de Zeus) e Ificles (hijo de
Anfitrión)
Pero esa es otra historia. A modo de consejo para los
lectores de este informe, si alguna noche la contingencia los encuentra
escondidos en un armario que fatalmente es abierto por un esposo de pésimo
carácter, prueben a decirle ¡SOY ZEUS! ¡SOY ZEUS! Con un poco de suerte y si
gusta de la mitología, el atribulado consorte dudará y ustedes salvarán sus
vidas si se dan a la fuga de inmediato.
miércoles, 31 de julio de 2013
Destierro de la melancolía
Me resisto
Puede haber un goce
En evitar
Que algún amor
O alguna esquina
Donde morí
Se vayan de mi vida
Para siempre
viernes, 26 de julio de 2013
Bulnes 1.480
Al pequeño Borges no puede habérsele escapado el detalle. Cuando iba con su padre a la casa de Carriego, o ya de muchacho, al heredar la amistad con el poeta. Debe haber visto la oscura casa donde juega una niña, a la vuelta de la calle Honduras, que en el frente tiene el año de su construcción, 1.899, y dos iniciales: J. B.
En el cuento “El Sur” Juan Dahlmann, su protagonista, “vio una
cifra del Sur (del sur que era suyo)” en ese cuchillo que un gaucho viejo
le arrojó a los pies para que pelease en un duelo, teniendo así la dicha de
elegir o soñar su muerte.
Quizás el pequeño Borges se haya sorprendido al ver sus datos
esenciales en una casa tan cercana a la del poeta Carriego. Tal vez vislumbró
una cifra del barrio de Palermo quien, como El Sur, estaba resolviendo un
destino.
jueves, 25 de julio de 2013
El bar de los gorriones
Que en Buenos Aires los gorriones se están extinguiendo,
nadie puede discutirlo seriamente. Parece que el avance de las palomas es un
peligro para ellos y si uno hace un poco de memoria cae en la cuenta de que
cada vez se los ve menos. Las antenas telefónicas parece que también los afecta.
Sin embargo, los tipos tienen sus reductos. El bar Roma, por
ejemplo. Entran al salón por un ventiluz y deambulan buscando alguna miga de
pan que se le pueda haber caído a un parroquiano. El bar almacén Roma data del
año 1.927 aunque desde1.952 funciona
solamente como bar, y queda en Anchorena y San Luis, pleno barrio del Abasto. Su
dueño es Don Jesús, asturiano de pura cepa,
y no se molesta con los pequeños visitantes porque allí cada uno va a lo
suyo. Incluso los gorriones.
martes, 23 de julio de 2013
Ignorancias
No saber adonde se va es un problema. Y no saber de donde se viene, uno mayor. En general se presentan ambas ignorancias al mismo tiempo.
viernes, 12 de julio de 2013
El restaurante
Noté que en el restaurante del matrimonio Bouton, cada vez que un comensal solicita algún plato que lleva carne, el empleado más joven del establecimiento corre a comprar a los negocios que se encuentran calle abajo.
Lo curioso es que si un cliente pide lenguado al roquefort, el chico va a la carnicería; y si lo se requiere es entrecôte, el muchacho sale lanzado en dirección a la pescadería, siguiendo siempre las indicaciones de Madame Bouton.
Soy de almuerzo frecuente en este pequeño local, así que empecé a ubicarme en la mesa pegada a la cocina, a cargo de Monsieur Bouton, para intentar develar el enigma de los pollos y lomos comprados en la pescadería, y los pescados de carnicería. Debo añadir que los platos son magníficos y que apenas se pueden divisar los movimientos del cocinero por una pequeña abertura. Es más, sólo vi una vez a Monsieur Bouton de cuerpo entero. Iba vestido de blanco inmaculado, cuchilla en mano y murmurándole algo a su esposa. En general, lo único que se ve de él es su brazo ejecutor que acerca el plato a la abertura y de inmediato, un malhumorado golpe de cuchara que le anuncia al mozo que el pedido está listo.
No puedo avanzar mucho con las investigaciones, en verdad. Es que cuando llega a mi mesa la sopa de cebollas sorprendentemente compradas en la verdulería, pierdo interés en los enigmas del matrimonio Bouton. Y en los del resto del universo, también.
sábado, 6 de julio de 2013
viernes, 28 de junio de 2013
Periplo de Rayuela (50 años)
El Hurgador de Libros estaba en la feria del Parque Centenario haciendo su trabajo. Cuando encontró sin buscar “Papeles de Macedonio Fernández” se alegró, y si bien la tarea estaba cumplida, no pudo resistir la tentación de continuar merodeando en el puesto. Le gustaba la memoria de la vendedora que respondía de inmediato si tenía o no los libros que los visitantes le requerían, sin consultar listas ni pilas de volúmenes. El Hurgador ya se aprestaba a comprar el libro encontrado, y en eso llega una señora y pregunta por “Rayuela”, de Julio Cortázar. Pero no buscaba cualquier edición. Ella quería la que tiene el dibujo de una rayuela en la tapa. Al Hurgador le gustó ese interés específico y escuchó cuando la señora le explicaba a la vendedora que era un pedido de su hija. La librera le dijo que sí lo tenía y en un segundo lo puso frente a sus ojos. El ejemplar le pareció hermoso al Hurgador de Libros. Castigado por el tiempo, pero digno. Y el interés de la madre por cumplir el deseo de su hija, estimulante. Historia cerrada con final feliz, pensó. Pero la interesada frunció el ceño. Preguntó si no le faltaría alguna página. Le pareció muy viejo. Desconfió. La vendedora le dijo que tenía otras ediciones más modernas. Incluso tenía uno nuevo, impecable, envuelto en celofán. Ahora la madre tenía tres Rayuelas ante sus ojos morosos, de distintos tamaños y colores. La “Rayuela” con la rayuela en la tapa se había empequeñecido. La señora insistía en que su hija quería ese, pero no estaba convencida. Para peor, la vendedora suspiró por la cantidad de personas que habrían leído ese volumen, y en lugar de acercar el interés de aquella, lo alejó. Como era la primera caseta de la fila, la señora decidió caminar un poco más. A esta altura es menester aclarar que al Hurgador de Libros no le gustó su desconfianza. Nunca entendió bien por qué hay personas que buscan algo y cuando lo tienen frente a sus ojos, automáticamente se pierden en una especie de marasmo. Puede comprender eso ante la posesión de la cosa, como el juguete que un niño abandona luego de interminables aventuras. Lo que no se explica El Hurgador es la inmediata insatisfacción ante la mera visualización de lo deseado. Y esa actitud provocó su propio interés. Cuando la compradora comenzó a dar vueltas, su boca se empezó a llenar de agua, sus rasgos se endurecieron. Mutó de Hurgador a Cazador. Ni bien giró la interesada hacia el puesto siguiente, indagó por los principios morales de la vendedora, que como todos sabemos, están completamente ausentes en el decálogo del arte de la compraventa. El ejemplar de Macedonio (124 páginas) salía quince pesos, que sumados a los increíbles diecisiete de Rayuela daban treinta y dos. El Hurgador, con prisa, puso cuatro billetes de diez ante los ojos de la vendedora, que no tenía problemas de moral, pero sí de cambio. Con el rabillo del ojo izquierdo El Hurgador notó que la madre ya volvía, decidida a confirmar la venta. Era menester liquidar la operación de inmediato, entonces sumó un tercer volumen (La Risa, de Bergson, que salía diez) no sin antes regatear dos pesitos para redondear los cuarenta. Se cruzó con la madre y le sonrió con cierta malicia porque sabía que la desazón se apoderaría de ella tres pasos más adelante. Pudo sentir el índice vengativo de la vendedora señalando a su espalda quien acababa de llevarse la “Rayuela” de su hija. Apuró el paso y cruzó el Parque Centenario, pero no podía esperar más para revisar su botín. Se detuvo en un banco y empezó a observar los libros. Entonces una pena anuló su felicidad pueril: en la página 435 de Rayuela había un sello borroso, pero que El Hurgador alcanzó a descifrar:
“Instituto...................- Incorporado a la Enseñanza Oficial”
Comprendió de inmediato que el libro, hacía muchísimo tiempo, había sido robado de la biblioteca de una escuela. Entendió también que eso, tarde o temprano, lo llevaría a devolver el libro al lugar de donde no debió salir. Alentó una última esperanza, porque era un colegio privado: tal vez no existiera más, con los vaivenes de la educación argentina. Lo buscó y allí sigue, en el barrio de Flores. Le queda al Hurgador de Libros decidir si lo va a devolver antes o después de leerlo. Siempre tuvo una deuda con Cortázar, al cual leyó y apreció bastante, pero no lo suficiente para amarlo sin reservas, como sabe que se merece el querido Julio. Y siendo que le faltaba su novela principal, era un acto de justicia leerla. Seguía cavilando desilusionado cuando lo comprendió. Todo lo que acababa de vivir había ocurrido para que se produjera un acto de justicia poética. Haber estado en ese puesto de libros viejos, admirando la memoria de la vendedora; escuchar la tierna historia de la madre preocupada pero dubitativa; su pequeño acto de maldad depredadora: todo eso había ocurrido simplemente para que El Hurgador repusiera el libro al lugar que le pertenece y que había perdido por décadas. La biblioteca de una escuela, donde seguramente, quiere creer El Hurgador, aún se juega a la rayuela.
martes, 25 de junio de 2013
Los muertos laterales
Hay personas que nos pasan por la vida de costado, y cuando mueren, muy de vez en cuando, las recordamos. No se trata de parientes o amigos cuya pérdida nos arrasa. Estos seres dejaron una huella pequeña en nuestros corazones, pero que no se borra. Una tía que en realidad no era nuestra tía sino la tía de alguien querido y que nos invitaba a merendar. O el amigo de un amigo, con quien compartimos partidos de fútbol, o un asado. Personas que al nombrarlas porque llegaban no podíamos menos que sonreír, y al evocarlas, también.
Son nuestros muertos laterales. Actores de reparto en
nuestras vidas que dijeron su letra a la perfección y se retiraron de la escena
justo cuando el implacable guión lo impuso. Esos que salieron al costado de la
foto, tan atrás, que apenas se ven. Esos que muy de vez en cuando, como esta
noche, recordamos.
domingo, 23 de junio de 2013
Sfogliatelle
El tipo golpeaba a tu puerta
Con sfogliatelle en una mano
Y muerte en la otra
Y lo más curioso era
Que podía dejarte a ambas
sábado, 22 de junio de 2013
El mundo blog ha muerto
Dicen que el mundo blog ha muerto
Que ya nadie lee
Lo que en él se escribe
Que es google quien comenta
A través de grises empleados
Que se apiadan
De los que persistimos
En el error
martes, 18 de junio de 2013
Vindicación del Varela Varelita
Varela
Varelita es un
Bar
Abarca
Varios
Valores
Va Strafacce
Va Varlotta
Varios más
¡Varita mágica!
Buenos Aires
Vuela por las mesas
Varelianas
Varelitanas
Viernes sábado
Volveré y seré
Varela.
viernes, 7 de junio de 2013
El asesino era el intérprete
No me acuerdo si las cosas sucedieron exactamente así, pero Borges dijo que los hechos continúan existiendo en el recuerdo y no se mantienen vivos de otra manera que tal como los recordamos (1) De modo que paso a contarlas.
El chino del súper había recibido amenazas porque no quería seguir pagando el impuesto a los compatriotas mafiosos que lo "protegían"; eso le dijo a la policía con sus pocas palabras en español.
Cuando fue citado a declarar en la fiscalía, un intérprete lo estaba esperando. Ambos cambiaron unas palabras en mandarín y al rato el traductor empezó a dictarle la declaración a la audiencista: que el dicente no recordaba nada, que retiraba la denuncia.
La policía pasó de nuevo por el negocio a preguntarle qué había pasado, por qué se desdijo. El hombre explicó que el traductor, antes que nada, le advirtió que tenía un mensaje de unos paisanos que conocía bien: si intentaba revelar sus nombres, tenía órdenes de matarlo allí mismo.
Desconozco si en la cultura china están previstos los mayordomos, y mucho menos si los hay criminales. De cualquier modo, en este caso, el asesino era el intérprete.
(1) No recuerdo en qué cuento Borges lo dijo. En realidad no estoy seguro de que haya dicho algo semejante, pero conté lo que creo que dijo. Entonces, lo dijo.
jueves, 30 de mayo de 2013
Escuchar a Cortázar
Escuchar a Cortázar es condenarse. Lo repito, para eventuales transeúntes distraídos: escuchar a Cortázar es condenarse. Condenarse a que su voz nos acompañe cada vez que lo leamos. Leer "Torito" es escucharlo leído por él, con sus egues preexistentes a París. Yo, por ejemplo, nunca, pero nunca más, podré leer solamente con los ojos un cuento o una novela de Cortázar. Cada vez que abro Rayuela siento que está él a mi lado, o un poco más atrás, leyéndomela. Hace un instante me dijo: "sentía una especie de ternura rencorosa, algo tan contradictorio que debía ser la verdad misma" "yo no sé si usted ha tenido alguna vez quince años" "la vida, proxeneta de la muerte, espléndida baraja, tarot de claves olvidadas que unas manos gotosas rebajan a un triste solitario"
Vaya esta advertencia para los que nunca escucharon a Cortázar: si prefieren leerlo en la forma corriente, deben prescindir de su audición sin remordimientos. Porque si le prestan oídos una sola vez, se los robará para siempre, a modo de condena. Condena que es -parafraseando a Jorge Guillermo Borges- mucho más dichosa que cien absoluciones amargas.
jueves, 23 de mayo de 2013
Continente libros
Se me desordenaron los libros de la biblioteca. Esa manía de buscar algo y dejar apoyado el
volumen en la mesa, sin devolverlo a su lugar. A veces aprovecho los más gordos
a manera de pesas o de banquito, ya que están paseando. Nada tremendo debiera
costarme, es apenas mover un peón, ponerlos de nuevo en la fila, aunque tenga
más libros que estantes.
Dentro de los libros, papelitos. Con un argumento no
concretado, una cita olvidada; un boleto de colectivo, una apuesta de quiniela,
cuentas pagas; o un número de teléfono críptico, sin ningún nombre (y si llamo
a ver quién es?) El comienzo magistral de un cuento de nunca acabar, o una
poesía escrita en una servilleta. Un asunto de trabajo que tenía pinta de
esencial pero ya no. Monedas no hay, billetes tampoco (Borges guardaba ahí su
dinero y mucha plata se le extraviaba luego en los glaciares del olvido) Una
foto con mi viejo y sus amigos, que creía perdida, reaparece dentro de un libro
que no leí.
De todo hay en mis libros, además de subrayados propios y
ajenos (¿qué le habrá visto a esta frase? ¿Por qué no marcó esta? ¡aquí sí que
acertó!) y antiguas dedicatorias perdidas (cartas, ya no)
Me gustaría que un día sucediera al revés. Y así, al abrir
la cuenta del teléfono, me tropezara con Las flores del mal. O que el
colectivero me diera junto al boleto un viejo ejemplar de Los verdugos. Y en la agencia de quiniela, después de haberle puesto diez pesines al
doble cero asomara, tímido, un cuento de Cortázar.
A lo mejor no di con los lugares correctos, vaya uno a saber
miércoles, 15 de mayo de 2013
La chica mala y el detective
En las novelas de detectives hay dos clases de chicas. Las
chicas buenas o malabuenas, a veces regenerables y a veces no, son una de esas
clases. El detective se enamora de ellas y se empeña en salvarlas, generalmente
sin importarle quien pagará sus servicios. La historia suele terminar bien.
Luego tenemos al grupo de las chicas malas. Están involucradas en el crimen, son
rubias, infieles, atractivas pero banales. Se dan cuenta que el detective está
bien encaminado en su pesquisa y lo tientan con dinero. Ven que eso no funciona
entonces le ofrecen una copa, se cruzan de piernas, lo animan a que pase “algo”.
Pero el detective las rechaza, les recrimina su accionar y ellas lo detestan
profundamente. Pueden morir antes de terminar la novela, el detective resuelve
el caso, tal vez se esfumen o acaben en la cárcel.
Me gustaría que alguna vez fuera distinto. Que el detective,
sin desviarse de su principal cometido, le aceptara el dinero a la mala. Y
luego no solamente su copa sino también su cuerpo y a la mañana siguiente
resolviera el caso, aunque debiera inculparla. Supongo que eso no sucede porque
en tal caso el accionar del héroe perdería eficacia moral. Tal vez, pero es un detective,
está al borde del bien y del mal y podría
vérselo también alguna vez como el estafador de una estafadora. Finalmente
resolverá el caso, ¿quién se puede enojar si retoza un poco con la rubia mala? Pero
no, el tipo va por la novela como si fuera un mártir, a lo sumo se quedará un
poco con la chica buena o malabuena y nada más…
sábado, 11 de mayo de 2013
Los peces
Por qué será que aún los peces
muerden impasibles sus anzuelos?
muerden impasibles sus anzuelos?
Mientras me hundo a lo profundo
De mis cosas
Olvidé que en cualquier parte
De aquí abajo
El brillante metal sigue esperando
Por los peces
sábado, 4 de mayo de 2013
Un incidente en el Chino
Reconozco que no era para tanto. Pero me molestó que todos hicieran oídos sordos a mi reclamo. Me pareció imprudente que no hubiera ninguna Quilmes Stout fría en la heladerita del chino. Steven, el dueño, leía impertérrito. Así que, sólo por llamar la atención y para remarcar mi disgusto, le pegué un botellazo de Quilmes Bock (esa sí la tenía fría) en la cabeza. Por los gritos entendí que Steven había acusado recibo de mi malestar, pero nunca esperé la traición de la empleada local, tan muda como Steven y que no sé por qué yo pensaba que teníamos un código. La muy bandida me clavó uno de los cuchillitos Tramontina (que están en oferta por docena) en mi omóplato izquierdo (no paró hasta el hueso) Me la saqué de encima con el pico roto de la botella en su garganta (un poco de sangre también le saltó) pero Steven ya tenía ánimos como para contestarme con un champagnazo en mi frente (el desgraciado eligió la marca más barata) Alguien llamó a la policía y nos llevaron al hospital. A juzgar por el consigna de la puerta, creo que luego terminaré en la cárcel (ellos no y me parece injusto)
Me dijo el enfermero que cuando la poli se fue, desaparecieron del fondo del súper tres docenas de Quilmes Stout. Y que tampoco estaban frías.
miércoles, 24 de abril de 2013
Más bondad del corazón
Quizás debiéramos dejar de calificar a las personas como buenas o malas enteramente. Tal vez no somos más que el resultado final de una cuenta, donde según la cantidad de acciones virtuosas o injustas hoy somos medianamente buenos, ayer fuimos pérfidos y mañana seremos -si la suerte nos acompaña- santos. Incluso podríamos ser abyectos esta tarde y benévolos a partir de la medianoche.
Entiendo que esto podría ser otro abuso de la estadística y además de difícil comprobación, a menos que contratemos un contable que vaya apuntando nuestras acciones en el debe o en el haber las veinticuatro horas. No faltará quien diga que la madera de cada persona es inmutable, pero creo que pensar así es no ver el bosque que se oculta detrás del árbol, si se me permite el exceso arbóreo.
Lo que me entusiasma de tener algún viso de razón es alinear mi epitafio hacia ese norte, previa conciliación de cuentas:
"Aquí yace MSDL, un hombre mayormente bueno"
domingo, 21 de abril de 2013
Un viejo
Será que esto fue todo?
Que sólo queda recordar
Ser evitado?
Hombre joven rara avis
Que cierras tus sentidos
A lo que serás
En breve.
sábado, 6 de abril de 2013
Círculos
Creemos que arrancamos
Que transcurrimos
Que llegamos
Y sin embargo
Ni siquiera tenemos certeza
De habernos movido un ápice
Del punto de partida
domingo, 31 de marzo de 2013
sábado, 23 de marzo de 2013
Apenas
Yo no estoy aquí
Ni en ningún sitio
Soy apenas un recuerdo
que alguien
Se dejó olvidado
En el asiento de atrás
De un taxi
Soy apenas un recuerdo
que alguien
Se dejó olvidado
En el asiento de atrás
De un taxi
miércoles, 13 de marzo de 2013
Casigol
Soy casi un caballero
Casi sincero
Casi confiable
Soy prácticamente un Gran Hombre
El que cuando era joven casi quería cualquier suegra
Sin embargo me pasa
Lo que a esos delanteros
Que están en el área
Ojos abiertos
Fuertes para el choque
Gran olfato
Pero poco gol
Mi sobrina me lo dijo
Se llaman “Casigol”
No convierten casi nunca pero eso sí
Se lo merecen
lunes, 11 de marzo de 2013
Spaghetti western
El Rubio de dientes
increíblemente blancos viene caminando por el medio de la calle del pueblo, dos
de la tarde, ni un alma sale con semejante sol. El Malo tiene a la chica y el Rubio
viene a buscarla. Se huele la emboscada del Malo y sus secuaces. Pero Rod,
amigo del Rubio, está apostado en el techo de las oficinas del correo y liquida
a casi todos los Malos antes de morir por una bala cobarde que le entra por la
espalda. El Rubio venga la muerte de su
leal compañero pero queda herido en el hombro y busca al Malísimo, escondido en esa
geografía quieta como la muerte. La chica está atada y hace lo que hacen una de
las dos clases de chicas del oeste: llora. Un diente de oro brilla en la calle
desierta y alerta al Rubio que dispara y le da al Malo en el vientre. El Malo está malherido, se mira la herida, la mano queda roja en un momento, como
intentando tapar el agujero. Clama piedad. El Rubio duda un instante, patea el Colt
del Malo, no encuentra a la chica. El Malo aprovecha la distracción y saca un segundo
revólver de su bota. Pero la Chica en verdad es más dura que el Rubio y no
tiene piedad. Con el Winchester de Rod – que había terminado de morir en la
mitad de la calle sin soltarlo- clava una
bala en la frente del Malo. Los dos agujeros, al Malo, se le hacen inmanejables
y muere con cara de sorpresa, ojos bien abiertos, sentado, la espalda contra
un poste. De repente los banjos suenan en el Saloon, fiesta. Hay chicas fáciles (la otra clase de
mujeres del oeste) que bailan con vaqueros rudos. El Rubio ya se recuperó de la
herida, se bebe un whisky de un trago, sube a la Chica a su caballo y se larga triunfalmente
de ese pueblo espantoso. La imagen del caballo y la pareja fundiéndose en el
horizonte del desierto, títulos.
jueves, 7 de marzo de 2013
Busco culos
- Busco culos
El detective le debía mil favores
a García, de Homicidios, y fingió interés. No estaba buscando sexo sino culos.
El testigo dijo que estaba borracho, tirado en el suelo. Que el lugar estaba
lleno de gente, recuerda una maraña de piernas. Y que detrás del tipo que cayó
con el cuello roto por una botella había una “mariposa de la noche” (se ve que el testigo además de borracho es
poeta) Llevaba minifalda y lo único que pudo verle, y muy bien, fue su trasero.
-
El tipo murió
desangrado y tenemos una sospechosa. Pero el Jefe me pide una rueda de
reconocimiento, a ver si el borracho la marca. Es una novedosa cuestión de rutina y me parece que vos me podés ayudar a conseguir tres o cuatro “mariposas”
más que enseñen lo que tienen.
-
Nunca lo enseñan
gratis- dijo el detective sabiendo
que no podría eludir el favor.
-
Nunca más vengas a buscarme por un dato.
El detective llamó a Sandy y le
pidió tres o cuatro chicas por un rato. Le aseguró que si había un error y el
testigo marcaba el culo equivocado, García no detendría a la dueña y sacaría a
patadas en el ídem al borracho literato. Las subió al auto y a cumplir con La Ley. Visto de afuera
parecía un chofer llevando a unas chicas a bailar. Aunque de cerca, al chofer
se lo veía demasiado cansado y a las chicas sin ningún entusiasmo. Es que con
la poli se sabe cómo se empieza pero nunca cómo se termina.
viernes, 1 de marzo de 2013
Ellos
Ella sube fotos a Facebook
El comenta economía en Twitter
Ella toma frapuccino
El, café negro y medialunas
(los dos en El Ateneo)
Nunca se miran
porque él es muy tímido
y ella muy miope
Ella vive en el octavo B
Y él en el sexto A
Del mismo edificio
Pero nunca se encuentran
A él le gusta Dornbusch y a ella
Silvina Ocampo
Si el destino los cruzara
O ellos ayudaran
Se enamorarían para siempre
Pero me temo que eso
Jamás sucederá
miércoles, 27 de febrero de 2013
Mi descargo (borrador)
Como cualquier tipo decente de mi edad acostumbrado a
sobrevivir en esta jungla, he cometido pequeños engaños, estafas caseras,
traiciones en miniatura. Defraudé a gente admirable, a pesar de hacer de la
lealtad un culto cuasi mafioso. He faltado a quien no se lo merecía. Mi palabra
perdió valor para personas que me quieren y eso me duele, pero…¡ojo! nada
mortalmente grave ni de código penal, lo que hace a mis tibios errores, más
odiosos.
En este descargo provisorio debo decir que a una personita
nunca la traicioné, ni le mentí ni la estafé. No es mi hija ni mi padre ni mi
madre (¡son tan inevitables esos pequeños embustes llamados mentiras piadosas! concepto oblicuo como
la sana envidia)
A quien no traicioné jamás es a un niño que ya no existe. No
lo llevo adentro, no no no. Mi cuerpo está lleno de vísceras y huesos, no hay
lugar para un alma, menos para un chico; mi cuerpo no es cárcel ni
orfanato.
Al que no cagué nunca es a un niño de nueve años, que anda
en bicicleta por las calles de Liniers. Es una madrugada de verano, y en ese país imaginario los niños no corren
peligro solos en las calles.
Ese pibe anda muy rápido en bici en la noche desierta, y
sueña.
Lo mismo que hace este tipo cuarenta años más tarde, en otro
barrio, en otro verano y casi casi, en otro planeta.
Si el destino –que monopoliza el milagro de mezclar la vida
como si fuera un mazo de cartas marcadas- lo pusiera en la misma calle que a mí
ahora, podría mirarlo a los ojos y decirle que no lo defraudé. Que no traicioné
sus sueños. Y puedo asegurarles que
sería la verdad más sagrada de mi vida.
domingo, 24 de febrero de 2013
miércoles, 20 de febrero de 2013
20/02
Feriado en la ciudad
El chofer del colectivo va despacio
Se detiene anda vacío
Adelantado
Conversamos un rato en una esquina
¡Qué macana trabajar en un feriado!
No se queja hasta se ríe
Compartimos el milagro
Del monstruoso Buenos Aires
Sin autos
El temita va dedicado al Demiurgo de Hurlingham, como Divididos
lunes, 18 de febrero de 2013
A summer place
Puedo imaginarme un lugar hermoso
Estoy tomando sol
Una rubia salida de novela de Fitzgerald
Me alcanza un trago
Desganado se lo acepto
Meto la mano en el agua
Y me quejo
Muy fría
Puedo imaginar todo eso
O intentar reforzarme en la farmacia
No sé si una receta tan dudosa
Me permita engañarlos
Otra vez
jueves, 14 de febrero de 2013
Unos caníbales
Me invitaron a almorzar unos caníbales
-asuntos de negocios-
El acuerdo vino enseguidita
Mucho vino muchas risas
Hasta que
-un descuido imperdonable-
Pregunté
Cual era el postre
sábado, 9 de febrero de 2013
Continuidad de Cortázar
Subí las escaleras según Julio
Llegué al sótano.
Ahora tengo que bajar a una terraza
Sólo temo encontrarme con los subtes
Él decía que ahí debajo
Se pierden para siempre
Oficinistas y señoras
Tipos leyendo
En cómodos sillones de terciopelo verde
Una novela de asesinos
martes, 5 de febrero de 2013
Palabras de amor
Esperá que te explico lo que te quise decir
¿Me lo dijiste para joderme!
No tuve mala intención
Estaba cansado
No me acuerdo
Me entendiste mal
¿Qué te pasa?
Por acá no quiero hablar más, charlémoslo personalmente
¡Qué susceptible estás!
Si me preocupo soy obsesiva, si no me preocupo, no me
importás
No me entendés
No me escuchás
No me leés
No me escuchás
No me ves
No me escuchás
No me mientás
¿A ver? ¿qué acabo de decirte?
Siempre pensás lo peor de mí
No quiero que me preguntes con el revólver en la cabeza
No quiero
Nunca me preguntes qué estoy pensando ni donde estoy (¿estás
en tu casa vos?)
No soy yo, es el clima.
Nunca dije eso
No
Te lo juro por lo que más quiero, poneme en el polígrafo si
no me creés
¡Posesiva un carajo! ¿Y esa quien es? ¿Por qué no me
contaste?
¡Es una amiga!
¿Celoso yo? ¡No me hagás reír!
Salgo y en cinco minutos consigo algo, no sos indispensable
¡Me tenés harto, me entendés? HAR TO
¿No podés decirme buen día?
¡Hacé mate!
Yo también te quiero mucho.
OK, también no: te quiero mucho.
jueves, 31 de enero de 2013
Verla pasar
Verano
Arde Buenos Aires en cualquier esquina
En la plaza
Un muchacho espera
Verla pasar
Escondido del sol
y de ella
Eso fue hoy
Y hace cien años
también
también
sábado, 26 de enero de 2013
Chicas en bici
Pedaleando por las calles
de Mauricio
Aparecen
Dejo que adelanten
Me mantengo cerca
No pierdo panorámica
Empujan suave
Van como flotando
Chicas en bici
Por la city
Olvido todo cuando pasan
Salvo que no vea
Por mirarlas
El pozo aquel
Donde cada tarde
Me mato
domingo, 20 de enero de 2013
PERROS Y GATA
Aliento de gato
Los gatos viejos tienen aliento feo. No es un buen método
para saber la edad de un minino meterle la nariz en las fauces, ya que algunos
tienen mal carácter. Es lindo hacer la prueba con nuestro gato, pero claro,
para qué comprobar lo que ya sabemos? ¿Que la tipa porta quince octubres?
El aliento de mi gata no es fétido. Quizás la huelo con
amor. Tiene apenas una imperceptible reminiscencia olorosa que antes no tenía.
Ella no sabe que la estoy verificando. Cree que juego con ella. Entonces me da
apenas un mordisco suave. Porque Ursula, aunque tiene los colmillos aflojados,
si quisiera hacerme daño me deja la nariz hecha un estropicio.
Pero no lo hace porque es
mi gata. O mejor dicho, yo soy de ella.
Aliento al margen.
Perros de Palermo
Mi amigo Blas me preguntó por qué en Buenos Aires sólo se
ven caniches, y yo le contesté que tal vez en Palermo sea así, ya que en
Liniers –por ejemplo- no me parece que haya tantos.
Quiero dejar documentado que tenemos la regla, pero también la excepción. En un café, en una cerrajería y en una ventana enrejada, vemos tres exponentes de lo que ya parece ser una plaga palermitana.
Pero también, camouflado en su ventana, con pinta de terrorista,
en la calle Soler he detectado un perro de soberbia raza no caniche, montando
guardia, organizando La Resistencia o vaya a saberse haciendo qué (¿mirando al cronista?)
En cualquier caso este tipo, de caniche nada, monada.
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