sábado, 13 de agosto de 2011

Los buzones abandonados

Alguien debiera hacer algo por esas pocas cartas que duermen en los estómagos postales. Es que ya nadie abre los buzones. Y esto ocurre hace años. Pero claro, a Ud. no le interesa porque despacha su correspondencia por e-mail. Lo cierto es que los Jefes de las Oficinas de Correos son reemplazados por jóvenes que los olvidan porque simplemente no se dieron cuenta de que están ahí. Esos enanos rojos que hay en algunas esquinas parecen haber desaparecido del paisaje porteño. Yo sé que hay personas que aún los ven. Un señor mayor que le despacha una carta a su hijo que vive lejos, con estampillas y todo. O un chiquito que les deja un pedido a los Reyes Magos porque no confía en sus papás. Incluso algún travieso que mete en la ranura una hoja de papel de diario embadurnada con pegamento, o la hoja seca de un paraíso. Haré algo. Estoy seguro de que algún Jefe Jubilado, de puro responsable que es, ha conservado una copia de la llave maestra de todos los buzones de Buenos Aires. Y cuando me la preste los abriré y me encargaré de que lleguen sus contenidos a destino, aunque sea demasiado tarde y el remitente haya muerto o ya no crea en los Reyes Magos. Porque una Oficina de Correos es algo muy serio. Y es mejor una carta que llega tarde a una que no llega jamás. ¡Pero no se equivoque! No solamente soy un Robin Hood, también tengo mis mezquindades. Me anima un deseo que apenas puedo confesar. Quien le dice si entre las cartas de cierto buzón de Palermo no encuentro una dirigida a mí. Esa carta que soñé en tantas noches de desvelo y que ahora, intacta bajo el polvo del olvido, tal vez me ayude a comprender algunas cosas.

26 comentarios:

Aina Rotger Vives dijo...

Pues yo no sé dónde están esos buzones, hace siglos que no los veo, probablemente alguien los pintó de rojo y se los llevó a Argentina, dicen que hay quién los ha visto por ahí, aunque las llaves siguen estando en España, de otro modo...habría recibido ya una carta de Marcelo.

Ana dijo...

Funcionan, doy fe. Funcionan en España, Portugal, Chile...¡Y en ambos sentidos! ¿Cómo no los argentinos?
No confíes en los que dejaron de creer en los Reyes Magos, esos ya no sueñan, al menos, no a tu nivel.

Martine dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Martine dijo...

los he vuelto a utilizar, sí... hacía años que no echaba una(s) carta(s) en uno de ellos, aqui amarillos y con corona ( realeza obliga, jaja)y te aseguro que me emocioné..romántica que es una..

Un abrazo H. M...;)

Martine dijo...

Me salió repetido... I'm sorry!

Nieves LM dijo...

Si supiera tu dirección te mandaría una tarjeta navideña, es la única vez en el año que utilizo el servicio de correos tradicional, ya sé que no es la carta que esperas, pero oye menos da una piedra, no? Besos.

SIL dijo...

Haré lo propio.
Tengo fe que no me voy a morir esa carta que jamás me mandaron para poder entender algunas cosas.

Un beso muy grande, Marcelo.

SIL

SIL dijo...

F.d.E. (es muy temprano :(

Haré lo propio.
Tengo fe de que no me voy a morir antes de leer esa carta que tal vez me mandaron, para poder entender algunas cosas.

Un beso muy grande, Marcelo.

SIL

Fernando Terreno dijo...

Muy tierno y lindo.
La segunda frase: "es que ya nadie abre los buzones" me hizo recordar a una hermosa poesía de don Manuel J. Castilla: El tren de Alemanía (sí, con acento).
.../
nadie despide a nadie en los andenes/
dónde no sé porqué yo siempre espero/
nadie despide a nadie hasta que un día/
en un remoto tren de Alemanía/
...

Con el deseo de que llegue su carta.

Alelí dijo...

me encanta este aire nostálgico, me recuerda además a la cartita perdida de la cenicienta (con las diferencias del caso, claro).

besos

Cecy dijo...

Desde que el cartero se enamoro, y la gente se desilusiono con el poeta, ya no tenemos a nadie que nos traiga la llave del buzón. Quizás con un poco de magia y un poema que reviva a ese muchacho, pueda... que ilusa.

Anónimo dijo...

Una carta te di, que nunca escribí,
que nadie leyó,
hoy diez años después
todo sigue igual nunca te llegó...

Diez años después mejor decir que callar.

Andrés Calamaro, "Diez años después"

Susana Peiró dijo...

Por ahí los buzones también son “hijos de la distracción y el olvido”, al modo de los hrönir (de Tlön Uqbar…) La carta “soñada en tantas noches”, por su lado me recuerda más al “ur”, el objeto educido por la esperanza. En ambos casos, buzón y carta, al igual que en el maravilloso Tlön, suelen perderse cuando la gente los olvida. Y son salvados, como los pájaros o el caballo al anfiteatro, por el robinhoodesco gesto de un autor. Saludos.

Anónimo dijo...

Me hiciste acordar a la película" Cartas para Julieta".
¿La viste?

Anónimo dijo...

me encantó...

Daniel Os dijo...

Se sorprendería de ver esa carta dirigida a usted… esa carta que esperó ansioso por noches que no prometían un próximo amanecer. Puedo imaginarla firmada por la mano de la mujer que amó como a ninguna otra: "Marcelo, no podrá ser como lo quisiste… ojalá disfrutes tu bici azul nueva, no había amarillas. Los Reyes Magos."

Varios de esos estómagos postales están en casa… he sido un gran comprador de buzones.
D.

h.j.s. dijo...

yo sigo enviando cartas, a ciertas personas... me hace feliz, quizá más quien la envía que quien la recibe; aunque habría que preguntarles a los receptores. y cuál es la dirección postal de ese buzón¿?

Malena dijo...

No, no. No quiero enterarme que era cierta aquella frase "¿No te llegó? ¡Qué mal anda ENCOTEL!". ¿Cómo hago para ir a pedirle disculpas 25 años después?

Camino del sur Pilar Obreque B dijo...

Marcelo, mmm como tienes tu corazoncito!!!!! y es re lindo recibir una carta, una postal, un saludo por el correo, ¡ojala cumplas ese deseo! y alguién te entregue la llave de ese buzón.


Abrazos

Reina dijo...

Qué belleza....!!! Marcelo...!!!
Siempre me gustaron los buzones rojos de las esquinas de Buenos Aires... deberíamos recobrarlos al menos por su historia...
Si encontrás alguna carta para mí... yo también llevo años esperando una que nunca llegó... :)

Beatrice dijo...

Yo pondría esta carta para tí Marcelo en ese buzón de Palermo:
http://sureando-sureando.blogspot.com/2011/08/el-poeta-de-este-mundo.html

P.D. sabes que ese seguidor nº200 de Rusia también llegó a mi blog, ahora que no sé la ruta que hizo, si pasó primero por Baires o te lo envié yo directo desde la patagonia.

Un abrazo

Luna dijo...

Creo que todos tenemos la esperanza de esa carta que nunca llegó.

Besos

soylauraO dijo...

Un hombre decidido es capaz de cualquier cosa. Pídale nomás la llave maestra,seguro que lo entenderá, porque, ante todo un Buen Jefe de Correo, es probo, sensible y de Buena Fe.
Para que se anime le dedico:

"Réquiem de las noches en vela"

Un caño rojo
enclavado en Palermo
se atragantó
con la carta de aquella
Señora Princesa.

Veinte años después,
vestido de azul
en bicicleta,
un servidor jura
que el matasello del Amor
sigue en vigencia y firma

lo asegura el Jefe de Correo
de su unidad postal
visítenos cuando tenga tiempo.
Un amigo servicial.

LAURA ORORBIA

http://enfugayremolino.blogspot.com/

Anónimo dijo...

Sucedidos

Antaño, don Verídico sembró casas y gentes en torno al boliche El Resorte, para que el boliche no se quedara solo. Este sucedido sucedió, dicen que dicen, en el pueblo por él nacido.
Y dicen que dicen que había allí un tesoro, escondido en la casa de un viejito calandraca.
Una vez por mes, el viejito, que estaba en las últimas, se levantaba de la cama y se iba a cobrar la jubilación.
Aprovechando la ausencia, unos ladrones, venidos de Montevideo,le invadieron la casa.
Los ladrones buscaron y rebuscaron el tesoro en cada recoveco. Lo único que encontraron fue un baúl de madera, tapado de cobijas, en un rincón del sótano. El tremendo candado que lo defendía resistió, invicto, el ataque de las ganzúas.
Así que se llevaron el baúl. Y cuando por fin consiguieron abrirlo, ya lejos de allí, descubrieron que el baúl estaba lleno de cartas. Eran las cartas de amor que el viejito había recibido todo a lo largo de su larga vida.
Los ladrones iban a quemar las cartas. Se discutió. Finalmente, decidieron devolverlas. Y de a una. Una por semana.
Desde entonces, al mediodía de cada lunes, el viejito se sentaba en lo alto de la loma. Allá esperaba que apareciera el cartero en el camino. No bien veía asomar el caballo, gordo de alforjas, por entre los árboles, el viejito se echaba a correr. El cartero, que ya sabía, le traía su carta en la mano.
Y hasta San Pedro escuchaba los latidos de ese corazón loco de la alegría de recibir palabras de mujer.

Eduardo Galeano

Anónimo dijo...

Creo que en la guerra de Las Malvinas, se mandaban tabletas de chocolate en las cartas...es así?
Qué bonito lo q escribes, amigo.
Besos desde Madrid.
"Me gusta tanto Buenos Aires que no me gusta que les guste a otros..es un amor así, celoso.."
Verónica+

Blackberry dijo...

Hola Marcelo!
Hacía mucho que no pasaba por aquí, pero el piano y los buzones de Buenos Aires me engancharon con su magia, y la de tus palabras...
Me encantan las cartas y los buzones rojos. Gracias por dedicarles una entrada tan mágica :)

Bitacoras.com