En el restaurante del hotel
Ella: He pasado una noche estupenda. Pero no ha sido ésta.
El: Mi amor, cuando me hablas así, me haces pensar que la bigamia es tener una esposa de más. Y la monogamia es lo mismo.
Ella: Estoy totalmente de acuerdo, porque el matrimonio es una gran institución. Por supuesto, si te gusta vivir en una institución.
El: ¡Cuánto te admiro! Sabes que me gusta
contemplar a los hombres geniales y escuchar a las mujeres hermosas…
Ella: ¿De veras? Yo te admiro también, pero pídeme otro whisky. Bebo para hacer interesantes a las demás personas.
El: Por supuesto. ¡Mozo! Por favor, dos whiskys más; es que, ¿sabe Usted? La mejor manera de librarme de la tentación es caer en ella.
Ella: Ahora está mejor. Lo malo del amor es que muchos lo confunden con la gastritis y, cuando se han curado de la indisposición, se encuentran con que se han casado…
Mozo: ¿Van a ordenar algo de cenar? Es que según Virginia Woolf (la leo mientras trabajo) uno no puede pensar bien, amar bien, dormir bien, si no ha comido bien. Aquí tienen el menú. Cualquier cosa que necesiten, me llaman. Somos varios mozos en este restaurante y es fácil confundirse, mi nombre es Julio...
Ella: ¡Gracias! Nunca olvido una cara. Pero en su caso, estaré encantada de hacer una excepción...Cambiando de tema cariño, ¿cómo está Carlos?
El: Me han dicho que le va de maravillas, pero no lo sé a ciencia cierta ni lo quiero saber, porque cualquiera puede simpatizar con las penas de un amigo; en cambio, simpatizar con sus éxitos requiere una naturaleza delicadísima.
Ella: No puedo decir que no estoy en desacuerdo contigo,pero ¡qué malo eres!
El: Es absurdo dividir a la gente en buena y mala. La gente es tan sólo encantadora o aburrida.
Mozo: ¿Ya han escogido lo que van a ordenar?
El: Sí, pero es muy variado, ¿quiere anotar? Tal vez no recuerde todo.
Mozo: Descuide. El cerebro es mi segundo órgano en importancia. Eso es de Woody Allen, a quien también leo en la cocina, en una demostración viviente de lo que él dice, que es que el trabajo es una invasión de nuestra pri
vacidad.
EL: No cuente lo que hace en su trabajo mientras no trabaja. Lo único que conseguirá diciendo siempre la verdad es ser siempre descubierto.
Ella: Mozo, nos está resultando Ud. un gran hombre. ¿Es usted casado? Detrás de un gran hombre hay una gran mujer y detrás de ésta su esposa.
Mozo: Sí, señora. Y en mi casa mando yo, pero mi mujer toma las decisiones. Permiso, voy a llevar sus pedidos a la cocina.
EL: Cariño, ¿te gustó el espectáculo?
Ella: He disfrutado mucho con esta obra de teatro, especialmente en el descanso.
El: No empieces con eso, que en los mejores días del arte no existían los críticos del arte. A mi me gustó.
Ella: Pero mi vida, ¿a quién vas a creer, a mí o a tus propios ojos?
El: A ti, porque el verdadero misterio del mundo es lo visible, no lo invisible…
Ella: ¿Reservaste la habitación?
El: Claro, podemos subir cuando queramos, no hace falta pagar la adición ahora.
Ella: ¿Pagar la cuenta? ¡Qué costumbre tan absurda!
En la habitación
El: querida, ¿no ves algo pequeño al cuarto?
Ella: ¡Yo lo resuelvo! ¿Servicio de habitaciones? ¡Mándenme una habitación más grande!
El: Ven a la cama, mi vida, ¡deseo hacerte al amor!
Ella: ¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo? No es la política la que crea extraños compañeros de cama, sino el matrimonio. No te preocupes, me preparo y ya estoy contigo…
El: ¡Qué bella eres! Sabes, tengo gustos simples, me satisfago con lo mejor. Y tú eres lo mejor.
Ella: Y tú eres el hombre más bello que he visto en mi vida, lo cual no dice mucho en tu favor.
EL: Es bastante difícil no ser injusto con quien uno ama, ¿verdad?
ELLA: ¡Basta ya de palabras mi cielo! Y seamos felices. Y no olvidemos que la felicidad está hecha de pequeñas cosas: Un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna…
Lo que pasó después, no necesita palabras…