Entre San Telmo y la Boca está el Parque Lezama. Los turistas apurados, van en ómnibus de un barrio a otro y generalmente se lo saltean. Podría ser el lugar donde Don Pedro de Mendoza fundó por primera vez Buenos Aires, en 1.536 (¿pueden creer que la ciudad se fundó dos veces?)
A principios del siglo XIX se levantó un lujoso edificio de estilo italiano, embellecido con árboles y plantas llegadas del mundo entero. La residencia tiene una galería exterior, una alta torre mirador, estatuas, macetones de mármol y hasta se hizo un pasadizo secreto en donde ahora se encuentra el Museo Histórico Nacional.
Hoy me adentré por allí, y en una tarde fría y lluviosa, era previsible el paso de pocos transeúntes. Lo que me sorprendió es que no hubiera nadie. Literalmente. Y también, atravesar completamente solo un parque de 80.000 metros cuadrados, en plena ciudad, me inquietó un poco...
Insistí, fui de aquí para allá, y nada. Nadie iba ni venía, pese a que atravesándolo se pueden acortar caminos. Los domingos miles de visitantes invaden el lugar. Pero en esta tarde gris y eléctrica aparece espectral. Miraba hacia atrás, giraba de un lado al otro, y nada...
Entonces recordé una historia que transcurre una tarde como la de hoy, sólo que de 1.953...