Primero leo “Mis amigos” de Emmanuel Bove. Pobreza en París, marginalidad, soledad. Un libro hermoso y terrible. Lo termino, me quedo en la Ciudad Luz y leo “El fuego fatuo” de Pierre Drieu La Rochelle. Aquí hay un suicidio liso y llano. Asistimos a los últimos días del suicida. No sólo que se mata el protagonista de la novela sino que también se suicidará el autor, diez años después. Un libro bellísimo, pero sigo en el sótano. La tercera es la vencida, me digo. El título predispone a un ganador: “Los tipos como yo” de Dominique Fabre. No hay caso. Al tipo lo dejó la esposa, ama a su hijo aunque no se atreve a decírselo cuando el muchacho se va a Suiza por trabajo. Hace dos años que no hace el amor con ninguna mujer, conoce a una, se le descubre un cáncer, la internan, cirugía y rayos.
Es domingo, tampoco estoy para tirar petardos. Entro a un bar, mesa junto a la ventana. Me pregunto por qué me tocan estos libros tremendos. Es increíble, pero desde la barra se oye la voz inconfundible de Edith Piaf que se esparce por las mesas. Me doy cuenta que el problema soy yo. Sigo la lectura, resignado. El rumor del Sena fluye, tímido, por mi ventana. Esto debe ser Clichy, y en cualquier momento entra el fantasma de Toulouse-Lautrec. En minutos comenzará a llover, estoy segurísimo.
15 comentarios:
Maravillosa descripción de tus sentimientos...subjetivcamente creo que ir a París y no escuchar la vpz de La Piaff en alguna esquina debe ser imposible, MArcelo....me encantó!
Paris es una ciudad ¡tan bella y alegre! Lástima que te tocaron esos escritores. Por cierto que Drieu La Rochelle vivió una época en Ibiza al igual que Walter Benjamín que aunque no sea francés viene bien que lo mencione... :) Besotes, M.
Sus líneas luminosas opacan la luz e incluso París parece palidecer.
Asómese usted a esa ventana del bar desde donde pueda ver "Starry Night", astros de luz perenne, al fondo, porque todo puede suceder bajo el firmamento cuando hablamos de talento.
"Siempre nos quedará París".
Hora de mudarse de ciudad amigo mío. Yo ando evitando esos tonos grises, creo que terminaré leyendo best sellers!! Noooo!
París bien vale una misa y una tristeza de domingo.
Del Paris de las novelas al París del 2012 hay todo un mundo.
La última vez que estuve en el Sacre Coeur tenías que pagar impuesto mafioso (rollo pulserita de la suerte) o te lo hacían pasar mal.
Es la globalización.
Saludos.
Casablanca me primereó mal...
Buey lerdo toma agua turbia y le anticipan el coment :D
París no amerita más que melancolía, para hacer honor a su cielo gris y lleno de lágrimas.
Irresistible y enloquecedor, el sol, la buena ventura y unas carcajadas lo arruinarían.
Un beso grande.
SIL
Magistral descripción, Marcelo.
Me resulta muy saludable estar escuchando a la inmortal artista, de madrugada.
Esta entrada se me había escapado.
¡Qué bien descrito el sentimiento, Marcelo!
Pero a falta de París, tienes Buenos Aires a tus pies, poeta.
Jajajajaja, creo que estabas metido de cabeza en un cliché...o en uno de esos libros tal vez.
saludos
Gracias Iraide por la foto!
Moriría por estar en ese bar y que aparezca el fantasma de Toulouse-Lautrec.... :)
Me acerqué con la mirada chispeante a compartir este París que lo enloquece y me quedé en la lona. Uy, el próximo Domingo vaya a dar una vueltita por el parque y tómese un helado, no es bueno empezar así la semana.
http://enfugayremolino.blogspot.com/
Publicar un comentario