La gente de mi pueblo es solidaria
Siempre hay una mano amiga
Cuando llega la malaria
La gente de mi pueblo es generosa
Todos comparten el vino
Y la empanada sabrosa
La gente de mi pueblo es alegre
Nunca falta la guitarra
Y una voz que nos celebre
La gente de mi pueblo es metida
Quiere ver si compro Viagra
En lugar de una aspirina
Le gente de mi pueblo es bien mierda
Y si me tira el tordillo
Desean
Que me guarde bajo tierra
Si me visita una amiga
Piensan muy mal
Y de mi esposa dicen
Que está buscando galán
Por eso me fui del pago
De mi Ezpeleta
Y ahora vivo entre coiffeurs
En Recoleta.
11 comentarios:
Ja,ja,ja... Besotes, M.
jajjaja ibas tan serio Marcelo, que me estaba emocionando.
¡Genial!
El problema es que el coiffeur
tiene vicios de peluquero:
saca y trae información
entre rulero y rulero.
El sábado me enteré
que el diligente encargado
no solo lustra el palier:
también pasa la franela
a la viuda del 5° B.
Dice que el chino del súper
al cerrar todas las noches
desenchufa la heladera.
Y que la vieja paqueta,
la que se dice estanciera,
hace años levanta quiniela.
Con las de la planta baja
me llevaba que era un chiche,
pero según el coiffeur
son las que usan mi puerta
como baño del caniche.
Ya no puedo concentrarme
al leer el Para Tí:
mientras me tiñe imagino
qué habrá contado de mí.
Al mudarme he comprobado que
sea la gente simplona o paqueta,
a un paso de Recoleta
o en el pueblo a varias leguas,
el deporte preferido
es darle y darle a la lengua.
Cambiar de barrio conlleva
cambio de suerte también,
pero nunca falta quién
-incluso en comarca nueva-
se entrometa o se desmadre,
así que no queda otra
que vivir tranquilamente
y al mandar al indecente
a la
(donde ud lo considere oportuno)
Un beso, Marcelo.
SIL
F .D .E .
Me sobró un al en en penúltimo verso.
Téstelo. No vale.
Genial, genial, genial!!
Me gustó mucho, me fué llevando por la nostalgia hasta que me arranco la carcajada, de esas bien propias del pueblo, como cuando la vecina reparte en el barrio que le han puesto los cuernos.
Saludos!
Tiene usted razón, m'hijito, pero más la tiene Don Anónimo.
Las lenguas filosas no necesitan campo abierto pa'estropear reputaciones.
Fue lo que más me sorprendió cuando me fui de mi pueblo. Los puteríos de oficina o de consorcio eran peor de los pehuajenses.
Al principio me engañó,
parecían todas flores,
ahora veo que pintó
miserias de todos colores.
Gente buena, gente mala,
cuando busque la virtud,
de nada sirve el tren bala,
no es cuestión de latitud.
Antón.
"Pueblo chico infierno grande"
jeje seguro la gente de tu pueblo pensara de ti de la misma manera como tu piensas de ellos..
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