viernes, 20 de abril de 2012

El anfitrión


Me estaba esperando. Lo primero que hizo cuando atravesé la puerta de su casa museo fue preguntarme quién cantaba ese tango. Me agarró frío, no recordaba por qué pensaba él que yo sabría de tangos, y además me puse nervioso. Traté de concentrarme en el antiguo cantor que sonaba, y nada. El problema es que el anfitrión no cerraba la puerta ni me decía que me siente. Evidentemente la pregunta era muy importante, y si no la resolvía no habría segundo plato.
- ¿Goyeneche?
- Sí. Pero tardaste mucho
- Es que es una versión de cuando era joven y no estaba quemado por las drogas y el alcohol. Cantaba muy bien ahí, pero parece otro.
- A mí me gusta el que estaba quemado por las drogas y el alcohol. Es más auténtico
Sentí que aprobé el examen de iniciación. La excusa de mi visita era retirar unos libros de Ross Macdonald que quería que leyese. Una especie de Educación Sentimental. O mejor dicho, educación de novela policial, porque le había dicho que me gustaba Chandler. Mi anfitrión es muy generoso y me dio algunos libros del creador de Lew Archer. Exactamente fueron once. Más “La novela policial” de Boileau-Narcejac.
Mientras él buscaba lo que me daría, husmeé en su casa museo. Las paredes, repletas de pinturas. En los estantes, porcelanas y esculturas. Incluso en un cuarto, una especie de teatro vidriera con muñecas antiguas. Muchos CD. Y libros, cientos de libros. Por todos lados. De todo hay en la casa de mi anfitrión. Y todo bueno. Su novia/esposa/ amiga radicada en Europa me ofreció café pero le dije que prefería agua. Al rato vino con té y acepté, aunque sentí que ya estaba decidido de antemano que diría que sí.
Hablamos algo de política, bastante de libros y mucho de tango. Tarantino, Demare, Franchini, Pontier. De letristas. De cantores. Estaba calculando el tiempo en que correspondía decir que me iba, la visita estaba pautada sólo para recibir sus libros y largarme. Pero estaba tan cómodo que me levanté un segundo más tarde de lo que debía. Antes, le pregunté a qué se había dedicado. Conocía algunas cosas sueltas de sus antiguos trabajos, pero no sabía a ciencia cierta qué había sido: si librero, si periodista, si dueño de un bar. Si todo o nada de eso. Porque mi anfitrión sabe de todo. Te gusta todo, le dije. Y él me respondió
- Me gusta todo, sí.
Todo es lo que hay en su casa. Una especie de universo casa museo que jamás había visto en mi vida y no sé si vuelva a ver.
- ¿Vas al bar el viernes?
Me contestó que no sabía, porque no está bien de salud y hay un parroquiano que lo fastidia un poco.
- Los demás esperamos que vengas
- Hace rato que ya no pienso en los demás- me dijo con una sonrisa triste.
Pero no le creí.

11 comentarios:

Aina Rotger Vives dijo...

Genial narración, Marcelo, genial en ritmos, pausas, descripción, me ha gustado muchísimo.

Y yo sí le habría creído, llegados a ese punto uno ya ha superado el vivir para y por los demás.

esteban lob dijo...

Hola Marcelo:

Desconozco si verdaderamente el alcohol y las drogas generaron el cambio, pero personalmente también prefiero a Goyeneche cantando en sus años ¿maduros?


(Como siempre gran narración)

miralunas dijo...

le voy a hacer una pública confesión: admiro su mirada a las cosas, su forma de decirlo; asi como quiero entrañablemente su forma de ser flaco, su tibia sonrisa melancólica y la encarnizada persecución de las letras.
ah, sí!

SIL dijo...

Hizo bien en no creerle...


El comentario de Blas me resulta insuperable.


:)

Un beso grande, Marcelo.



SIL

Merche Pallarés dijo...

Otro bello relato de los tuyos... Besotes, M.

Boris Estebitan dijo...

Felicitaciones por tu blog, te invito a visitar el Blog de Boris Estebitan y leer un poema protesta titulado “Entre hipócritas e infieles”, que tengas un feliz fin de semana.

Unknown dijo...

Un anfitrión apasionado por la vida y sus cosas humanas y sus tangos, ha puesto, en el ambiente, ese rumor...

http://enfugayremolino.blogspot.com.ar/
PD: ¿El Té hace juego con el Tango?

ALE. dijo...

Ay,¡qué lindo paseo me dí por la casa y "el mundo" de su anfitrión.

Yo le creo...

María Eugenia Mendoza dijo...

Qué difícil es saber cuál es el momento exacto para despedirse de un sitio en el que se está tan a gusto platicando con alguien que tiene tanto que decir con palabras y silencios, con atmósferas acogedoras.
Un abrazo.

BLAS dijo...

"Le pont Mirabeau au piano"!! Qué belleza por Dios!

Reina dijo...

Dupla genial... narración y piano...
Habrá ido al bar el viernes....? ;)

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