lunes, 14 de enero de 2013
El Hombre de la hora
Espío la platea desde el escenario, con el telón bajo todavía.
Raleada está de público, he conocido tiempos mejores. Pero este monólogo que
preparé es el mejor de mi carrera, sé que no fallará. ¡Sólo espero que me
escuchen! Algunos creerán que contaré los mismos chistes de siempre y quizás tengan razón. Es que siempre contamos el mismo chiste y lloramos la misma
pena. Pero eso no importa ahora, ya llega el momento de hacer mi número. No será un numerito, no no no. Será MI GRAN
NÚMERO. Por cierto, este smoking me queda perfecto, che. ¡Ni en mis
momentos de gloria tuve una pilcha como ésta!
Estoy un poco nervioso, eso sí. Y no por falta de experiencia.
Quizás por exceso. Ya ví muchas plateas: llenas, vacías, ni sí ni no. Carísimas
y regaladas. He conocido de ovaciones y rechiflas, de fotos con el Sr. Ministro y de
huidas por la puerta del fondo, incluso sin cobrar. Me tranquiliza una cosa.
Ahí adelante estará ella, no la miraré hasta terminar para no distraerme. Pero
sé que está y me basta.
Que se apaguen las luces, que se levante el telón, y
estén quienes estén del otro lado que se preparen porque…
¡¡Ha llegado El Hombre de la hora!!
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7 comentarios:
Un beso.
Palpita tu tiempo en mi muñeca.
Pero sé que está y me basta...
Me pasa.
Y sigo contando el mismo chiste y riendo con las mismas penas, desde hace años.
Me espejo en este hombre de la Hora.
Un beso, Marcelo.
SIL
aplausos para el hombre del ahora!
y para el que encontró a dios tras un taco y al loco tras el impronunciable y al deseo por el otro. y al del "permiso", jaja.
me di una panzada!
gracias por eso!
Aplaudo TU GRAN NÚMERO, que seguramente deja sin aliento a quien tiene la fortuna de estar ahí para hacerte olvidar todo lo demás.
Besos, Marcelo.
Bellísimo relato y con esta música que envuelve la piel y el smoking: sin duda un gran número.
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