Noté que en el restaurante del matrimonio Bouton, cada vez que un comensal solicita algún plato que lleva carne, el empleado más joven del establecimiento corre a comprar a los negocios que se encuentran calle abajo.
Lo curioso es que si un cliente pide lenguado al roquefort, el chico va a la carnicería; y si lo se requiere es entrecôte, el muchacho sale lanzado en dirección a la pescadería, siguiendo siempre las indicaciones de Madame Bouton.
Soy de almuerzo frecuente en este pequeño local, así que empecé a ubicarme en la mesa pegada a la cocina, a cargo de Monsieur Bouton, para intentar develar el enigma de los pollos y lomos comprados en la pescadería, y los pescados de carnicería. Debo añadir que los platos son magníficos y que apenas se pueden divisar los movimientos del cocinero por una pequeña abertura. Es más, sólo vi una vez a Monsieur Bouton de cuerpo entero. Iba vestido de blanco inmaculado, cuchilla en mano y murmurándole algo a su esposa. En general, lo único que se ve de él es su brazo ejecutor que acerca el plato a la abertura y de inmediato, un malhumorado golpe de cuchara que le anuncia al mozo que el pedido está listo.
No puedo avanzar mucho con las investigaciones, en verdad. Es que cuando llega a mi mesa la sopa de cebollas sorprendentemente compradas en la verdulería, pierdo interés en los enigmas del matrimonio Bouton. Y en los del resto del universo, también.
11 comentarios:
Perdone Marcelo si rompo el encanto y develo el misterio...monsieur Bouton es alquimista, más de una vez debe haber comido cerdo con agallas o lechuza vegetariana sin que usted lo note.
Ahora entendí, te dejé un comentario en "La pintura"... era para este restaurant el cuadro que necesitás.
Noo, impresionista no. Déjamen pensar.
Quizás las cebollas tampoco sean compradas en una simple verdulería, y el misterio de su exquisitez sea otro.
Como todo en la vida,
a más contradictorio,
más interesante.
Le mando un beso.
SIL
Gracias por abrirme los ojos, Miguel Angel. Es que cuando olfateo y saboreo, tiendo a cerrarlos. Un abrazo!
te dejo, Beatriz
tenés razón, Sil. Tal vez esas cebollas sepan raro!
Un beso
Acá el problema es la discriminación gastronómica, vio. El caso se vuelve un enigma seductor , solo porque se trata del bistrot del matrimonio Bouton. Si fuera el tenedor libre del matrimonio Wang, todos darían por sentado que mandan a buscar gatos a la pescadería y ratas a la carnicería.
Tiene razón. Acá cualquiera da por tierra con la fina ironía de nuestros próceres anarquistas, que cada vez que bautizaban una nueva factura cuidaban de molestar al clero o a las fuerzas de seguridad.
Pero además, ahora se hornean facturas en cualquier drugstore, y hasta en el kiosco de la Shell!
No hay caso, las ideologías panaderiles han muerto.
Tal vez no quieren almacenar comida, para que los ingredientes sean frescos. Tal vez el secreto está en la calidad de los negocios vecinos.
si vienes a vigo ya te llevo a sitios, uf, ese es muy coherente, galicia pa esas cosas es surrealista total (4 ancianas en la cocina, sus maridoscon baston y bndejas...y 1 camarero jóven, q no da más de si...eso si, la empanada de zamburiñas, el puloma feira, la merluza a la gallegas, las filloas (crepes), los calamares etc: insuperables!
ps. el pescado no lo frien como en andalucia, que va, pa eso; malaga, pero con allada (ajada), de chuparse los dedods
Qué hambre me diste Siloam!!!
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