martes, 15 de octubre de 2013
Un mero caribeño
Un olvidado profesor dominicano se sube al tren que va hacia
La Plata en la Estación Constitución.
Elige asiento y muere. Es Pedro Henríquez Ureña y quizás muere porque al
destino le gustan las repeticiones. El profesor se encontró con Borges unas
noches antes en la avenida Córdoba y habían recordado el anónimo sevillano que
dice “Oh Muerte, ven callada como sueles
venir en la saeta”. Borges lo contará magistralmente en su cuento “El sueño
de Pedro Henríquez Ureña” y dirá que ese diálogo fue profético porque así le
llegó la Muerte
a Henríquez. A partir de ahí, para muchos de nosotros el dominicano será un
personaje más de la mitología borgeana.
Dirá Borges también que algunos países fueron injustos con
él. España, que lo consideraba un indiano, “un
mero caribeño”; y Argentina, que lo vio como “un mulato” al
que ni siquiera le dio una cátedra universitaria, designándolo apenas profesor
adjunto de un hombre de menor valía. Era un aristócrata en su tierra, y un
literato que dejó una obra notable. Pero no solamente el autor de "Luna de enfrente" lo valoró aquí. Hubo otro encuentro una noche de Buenos Aires. Una conferencia
semidesierta de don Pedro en la “Casa del Pueblo”. Dos jóvenes que llegan tarde
e inadvertidos de que en la sala no hay más que un puñado de personas -contándolos
a ellos- Dos jóvenes poetas, que esperan la salida del profesor y lo siguen
varias cuadras sin animarse a saludarlo. Finalmente lo hacen y entran los tres
a un café de la avenida Callao. Allí se habla de literatura. De Ibsen y Tolstoi,
autores objeto de la conferencia. Al risueño decir de Borges el profesor lo
había leído todo, y estos dos muchachos
pueden dar fe de ello. Apenas habían publicado alguna cosa y sin embargo el
maestro los conocía. Debe ser excitante hablar de literatura con alguien que lo
leyó todo. Uno de los jóvenes quiere saber sobre personajes semitas en la
literatura inglesa. El otro le preguntó por López Velarde, el poeta mexicano,
si lo había conocido.
“El bar en esos
momentos tenía una sonoridad de piso deshabitado. El mozo vino a llevarse los
cafés intactos, después de echarnos una mirada homicida. La madrugada empezaba
a desvestirse en la calle”
Cierra el bar y uno de los muchachos, emocionado, le da a
Henríquez un beso en cada mejilla. Ya se van el profesor por un lado y los
jóvenes por el otro.
-
¿Qué te pareció?
-
Un santo. ¿Y a
vos?
-
Un héroe
Uno de los jóvenes era José Sebastián Tallon, el precursor
de la poesía infantil en Argentina y además –no sé si en una suerte de oximoron, ironía o redundancia- boxeador. El otro,
Israel Zeitlin, más conocido como César Tiempo, el verdadero cronista de este
relato y al que hubiera querido darle un beso en cada mejilla. Gracias a don César, puedo bajar por un rato a
Pedro Henríquez Ureña del cenotafio borgeano y devolverlo a las calles de
Buenos Aires como un mero caribeño tímido, magistral, lector de Todo.
BIBLIOGRAFIA
“El sueño de Pedro Henríquez Ureña” está en “El oro de los
tigres” de Jorge Luis Borges (Emecé, 1.972)
La opinión de Borges sobre
el autor dominicano se encuentran en “En diálogo” De Jorge Luis Borges y
Osvaldo Ferrari, Edición definitiva (SXXI, 2.005)
“Con Pedro Henríquez
Ureña" se encuentra en “Mi tío Scholem Aleijem y otros parientes”, de César
Tiempo (Corregidor, 1.978)
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12 comentarios:
CÉSAR TIEMPO
¡Yo nací en Dniepropetrovsk!
No me importan los desaires
con que me trata la suerte.
¡Argentino hasta la muerte!
Yo nací en Dniepropetrovsk.
Con el nombre de Israel Zeitlin nació en la ciudad ucraniana de Ekaterinoslav (actual Dnipropetrovsk) en. 1.906 pero cumplió su primer año de vida en Buenos Aires. Falleció en Buenos Aires en 1.980.
El sueño
Con ocho horas de sueño,
si vives sesenta años
te pasas veinte durmiendo.
¡Veinte años! Será bueno
que en las horas que no duermes
te cuides de estar despierto.
José Sebastián Tallon
EL NIÑO (Idea de Tagore)
—¿De dónde vine, madre?
¿De dónde vine a ti?
—Viniste de mis sueños,
de cuanto amé y sentí.
Cual temeroso pájaro
que espera el nuevo sol,
estabas escondido
aquí en mi corazón.
Estabas en los juegos
de mi niñez feliz,
y sobre los altares
como deidad te vi.
¡Oh misterioso encanto,
prodigio del amor:
tener entre mis brazos
el tesoro mejor!
P.H.U.
Una maravilla, didáctica, incluso estremecedora, Marcelo.
Aunque de nombre menos sonoro, modestamente digo que...
"Yo nací en Ulm...
chileno hasta la muerte...
Yo nací en Ulm".
A diferencia, cumplí recién mi cuarto año de vida en Santiago. Todo a causa del tirano austríaco, pseudo alemán, que tenía bigotitos.
!Cómo comprendo a Israel Zeitlin!
Marcelo:
Me permito agregar dos artículos donde se homenajea a P.H.U.:
-Pedro H. Ureña y la cultura hispanoamericana por Emir Rodríguez Monegal, y
Homenaje a Pedro H.U., Revista Sur, Nº 141, año 1946.
Y hablando de Sur, está en la famosa foto de la fundación de Sur, esa en la escalera de la casa de Victoria Ocampo en la calle Rufino de Elizalde, en Bº Parque, Palermo.
Muy redondo y sentido el artículo y los comentarios, una pinturita.
Una perla didáctica.
Esteban tiene razón en su comentario.
Me ha hecho levantar e ir a buscar el texto, bien, bien, bien, pedagogía de la buena lo suyo.
Le mando un beso.
A veces sucede. Uno se enamora de un fragmento de poesía, de una línea (“sonoridad de piso deshabitado”; “La madrugada empezaba a desvestirse en la calle”; ”al destino le gustan las repeticiones”; “no sé si en una suerte de oxímoron, ironía o redundancia- boxeador”…) y da –o no- un beso en cada mejilla y se va silbando alegre, como hoy.
Buen trabajo Marcelo.
Porque tienen una historia parecida, Esteban. Siendo periodista y locutor, me pregunto si habrás conocido a César Tiempo, periodista también.
Un abrazo!
Gracias por el aporte, Fernando! No recordaba que estuviera en la famosa foto. Ya mismo la voy a buscar! y a los artículos también. Un abrazo
Gracias Sil! Si alguien busca alguno de estos textos luego de descubrirlos o recordarlos aquí, para mí es una batalla ganada.
Un beso!
Gracias Susana! Hay un universo de poetas, novelistas y personajes llamados "menores" que no son tales sino que están eclipsados por los monstruos sagrados. Es una buena idea descubrirlos, desmenuzarlos, incluso recrearlos cuando el personaje resulta escurridizo. Es una buena idea que he tenido aquí y ud. ha tenido muchas veces en su trabajo y lecturas.Gracias por ello.
Un abrazo!
Borges ha sido generoso con otros escritores menos conocidos. Como Santiago Dabove, a quien le prologó su libro postumo.
Sobre Cesar Tiempo conozco la anecdota con Cesar Bruto, quien le dijo lo de tiempo pasa y los brutos quedan.
Muy instructivo tu posteo literario.
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