domingo, 1 de octubre de 2017

MANGOSTA


Dejé la ventana abierta y la tormenta trajo una enorme mangosta de escolopendras que se posó sobre el samovar de la tía Sara, haciéndolo  pedazos. Cuando el último aleteo se perdió  en la oBscuridad de la noche salí del escondite (no tengo reparos en admitir mi pánico por bichos tan pegajosos) y pegué  orfebremente cada poquito. Terminé en el preciso instante en que tía Sara volvía de las compras. Por las dudas, para disimular el estropicio, delante del samovar reempedazado puse el astrolabio de tío Julio, que con su brillo tapa todo.

4 comentarios:

Ferragus dijo...

Tía Sara se perdió un gran, gran momento.

Marcelo dijo...

Y yo no perderé el momento de visitarte, amigo Ferragus!

esteban lob dijo...

Gran virtud de tu post, Marcelo, es que me hizo ver en el diccionario qué diablos es un astrolabio.Nunca se termina de aprender.Ni siquiera a los 81.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Muy buena precaución la ocultar el objeto reconstruido con otro que brille.

Saludos.

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