Dice Pasavento que “lo que en realidad hacemos cuando caminamos por una ciudad es pensar” y tiene razón. Por lo menos en mi caso. Hoy. Caminaba por Buenos Aires y mientras miraba sin ver pensaba que me gustan mucho las personas que doblan por el costado contrario al de la notoriedad y se refugian en los subsuelos. Ernesto Sótano, le decía socarronamente Borges a Sabato, por su deleite por los túneles y las tumbas, aunque parece que a Don Ernesto le gustaba la superficie más que a Don Jorge Luis. El mismo Gombrowicz se jactaba de su sangre noble, quizás para contrarrestar su timidez. Porque esto no impide que me gusten los autores vanidosos, claro. Pero pienso en Bruno Schulz pintando y escribiendo sin mayor interés de salir de su Drohobicz natal. O en Kafka, ordenándole a su amigo Brod que quemara todos sus escritos. O en Pessoa con su no querer ni poder ser nada. A mí también me gustan las regiones inferiores. Y aunque el talento no tenga nada que ver con la posición en que el escritor se siente en el teatro de la literatura, me siento más cómodo con los que no se matan por un palco, al costo de alejarme un poco de Hemingway, Onetti o Cela, a quien aún no he leído tal vez por eso. A las regiones inferiores las veo allá arriba, en el paraíso del teatro (o gallinero según los que no suben nunca)
Si resulta que Vila-Matas no es así sino solamente es así su Doctor Pasavento, no me importa. Lo que a mi me importa de él es lo que diga en sus libros. Allá, en el paraíso, donde el escenario se adivina más que lo que se ve, Kafka, Schulz, Walser o Borges, hablan poco de sí mismos y de su obra. Porque son tipos comunes cuando no escriben. Artistas que en lo oscuro son como cualquiera de nosotros, los que navegamos anónimamente por las regiones inferiores.
15 comentarios:
Aaah, las regiones inferiores..., yo también me muevo por allí y por ese mismo motivo nunca he podido leer los dos libros de Cela que tengo en mi biblioteca.
Pero que bien lo has descrito Marcelo y me has pasado el alerta sobre Vila-Matas.
Ahora estoy leyendo a la Lispector y su Hora de la estrella, pero buscaré a ese autor que "sólo en las regiones inferiores consigue respirar"
¡Qué tengas una linda semana!
Beatriz
Esas regiones inferiones donde respiramos duran más que la vida misma... ;)
La humildad: esa virtud en extinción, que sólo habita a los verdaderamente grandes.
Beso, Poeta Imperfecto
SIL
Aplauso Marcelo.
sabe qué, Cronista? el artista y yo extrañamos de usté la otra noche. y sí que sabemos porqué. lo leo ahora y vuelvo a confirmarlo. le dejo un abrazo!
A mí también me gustan las regiones interiores. Son las que están más cerca de los lectores, también.
Saludos.
inferior y superior tb son conceptos...eso.
beso
¡Muchas gracias, Marcelo! Me lo llevo al grupo de lectores de Vila-Matas. Un beso
Y resulta que Vila Matas no era tan así como su Dr. Pasavento.
Él mismo cuenta que era un joven raro que intentaba darse aires de intelectualidad poniéndose bajo el brazo libros de autores polémicos, mirando a la gente con un pretendido aire de superioridad y borrando en todo momento cualquier esbozo de sonrisa de su cara. «Creía –dijo -que para ser escritor debía hacer todo eso».
Pero un día en París recibió de su extravagante casera una cartilla con trece consejos, y uno más que a ella misma le había dado Raymond Queneau: «Usted escriba, no haga otra cosa en la vida». Y el joven que jamás sonreía se convirtió en una persona alegre : “lo aprendí de Marguerite Duras”.
¿Fue en el mismo momento que aprendió la alegría y se descubrió escritor? ¿Fue entonces cuando dobló por el costado contrario a la intelectualidad para refugiarse, simplemente, en la escritura?
“Sin egos no hay paraíso”, dice Juan cruz Ruiz en su exquisito plato literario “Egos revueltos”. Sin embargo, todas las menciones a Enrique Vila Matas, lo muestran en un segundo plano. Acompañando.
A Ruiz en una visita a su pueblo natal: “y de pronto, este constructor de casualidades reprodujo conmigo aquella atmósfera en la que despuntó la ilusión de vivir para contar”.
A Augusto Monterroso, poniendo la mano sobre el hombro de ese viejo triste, niño desamparado, queriéndolo.
A Marguerite Duras, a quien “conocí sin conocerla… en realidad ella nunca me conoció”.
Y resulta que sí, que Vila Matas es tan así como su Doctor Pasavento.
Me gusta que le guste Vila Matas a quien le gusta Gombrowicz.
Y me gusta que escriba estas maravillas, que nos llevan recurrentemente a rescatar lecturas olvidadas en el anaquel de los libros que esperan.
Hola Marcelo:
Me he deleitado con tu descripción...y con el aporte de Cristina.
Hola Marcelo:
Me fascinó la descripción y también el comentario de Cristina.
Y a mí me gusta que te guste Vila-Matas y todo lo que ello implica, aunque no haya sido a través de mi blog y eso me dé como envidia, y no el blog "de ahora" con tan vago bagaje sino el del puzzle, el de siempre, el auténtico, el de los orígenes, donde tanto elogio hice de mi adorado autor.
¡Que lo disfrutes!
Ah, Doctor Pasavento fue el primer libro suyo que leí; después continué la trilogía del revés y seguí sus libros por orden cronológico inverso hasta que volví a ponerme al día, dejando algunos por si alguna vez le diese por descansar y yo no tuviera alimento fresco suyo que echarme al alma y a las tripas.
No he leido nada de Vila-Matas pero, de vez en cuando, leo sus artículos en "El País". No sé, hay algo en él, su mirada, su altivez, su esnobísmo muy "gauche divine" de Barcelona que me echa para atrás pero me alegro de que vosotros, jóvenes argentinos, lo leaís. Quizá, un año de éstos, me anime a léerle. Besotes, M.
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