Immanuel Kant soñó que caminaba por una oscura calle de Berlín y alguien lo seguía. Apuraba el paso pero no conseguía perder de vista al extraño. Finalmente éste lo alcanzaba y le decía que era Jesús. Lo invitaba a recorrer el cielo y el infierno; podría hablar con cualquiera que allí encontrase. Immanuel aceptaba y descubría que ángeles y demonios eran muertos que habían optado por continuar siendo tal como eran en la tierra. Y que los que estaban en el cielo no sólo eran justos, sino también inteligentes (allí se hablaba de teología) En cambio el infierno estaba habitado por los que amaron la oscuridad en la tierra. Pero nadie sufría condena o gozaba de salvación eternas, todos podían elegir dónde estar. Alguien le comunicaba que los muertos no se enteran en seguida de que lo están; que los probos comienzan a ver y oír con mayor intensidad que cuando eran simples mortales. Y que en el cielo la luz es mucho más potente que en la tierra. Esa intensidad sensorial los volvía más sabios. Recién entonces advertían dónde estaban.
Por un demonio descubría que en el infierno los sentidos se veían disminuidos y ninguno de sus moradores percibía sus propias imperfecciones. Allí se disfrutaba del robo y la mentira y volvían a encontrarse los malvados terrenales. Ese ser infernal le indicaba a Kant que debía escribir en la tierra que “todo espíritu, bueno o malvado, vive en su propio deleite, el bueno en el deleite de su bien; el malvado en el deleite de su mal” Los demonios eran horribles, llenos de excrecencias y fístulas pero claro, ellos no se daban cuenta y se reputaban hermosos. Sólo los ángeles los veían tal cual eran.
Cuando Kant se dio cuenta de que fue un sueño, recordó que él mismo escribió que todos al despertar reconocemos la irrealidad de lo que soñamos. Que conocer a Dios no le ha sido dado al hombre y por eso Él es indemostrable. Que cualquier contacto con Dios es mero fetichismo religioso, falso de toda falsedad. Tomó un vaso de agua para recuperar la razón y se acostó de nuevo. No había terminado de dormirse cuando descubrió que alguien lo acechaba otra vez por las calles de Berlín. Era Jesús, y lo llamaba “Emanuel” en lugar de Immanuel. Kant apresuraba el paso pero el Señor insistía y le recordaba el significado de su nombre: “Dios está con nosotros”. Con espanto comprendió Kant que en su sueño recurrente ya no era Immanuel Kant sino Emanuel Swedenborg. El hombre que viajó al cielo y al infierno invitado por Dios y volvió para contárselo al mundo. El visionario. El loco. El último hombre en la tierra que Kant hubiera querido ser y sin embargo estaba siéndolo todas las noches en sueños horrorosos, reales.
30 comentarios:
¡Me encantó este realato! Habrá que descubrir quienes somos en realidad.
quise decir "relato"
Quizás solo en los sueños nos vemos como realmente somos, más allá de que eso no guste o no.
PD: me gustaría reservar un lugar en el cielo (o en el infierno) kantiano- suena mucho más creíble y accesible que otros cielos y otros infiernos que nos quieren vender a cuenta.
Besos mil, Marce
SIL
F de E: nos :)
Impresionante, Marcelo. Lo real y lo onírico se ven, en ocasiones, separados por una línea tan delgada, que nos asusta.
Brillante clase de filosofía. Si se enseñara así en las aulas, otro color adquiriría esta pesada asignatura...
ESTO MERECE UN DIEZ... no que yo esté calificada para evaluar ;P
¿Es decir que mientras escribía "Sueños de un visionario, comentados por los sueños de la metafísica", Kant vivía "Pesadillas de un meafísico, despertadas por los sueños de un visionario"?
¿Que lo enloquecía la impotencia de su razón frente a la experiencia visionaria de Swedenborg ? ¿Que el delirante, desequilibrado y "el más extravagante de los extravagantes" había logrado arrebatarle el sueño?
En "Lo bello y lo sublime" , Kant asegura que hay un fin que puede suponerse con total seguridad en todos los seres racionales: el propósito de felicidad. Y que la habilidad de elegir los medios para conseguir la mayor cantidad posible de bienestar propio podemos llamarla sagacidad en sentido estricto.
Tal vez al negarse al mundo imaginal, a Kant le faltó la sagacidad que sí tuvo Swedenborg para acceder a este estado de conocimeinto y realización.
¡Magnífico relato!
Motivador, inductor de búsquedas, agitador de dudas, despertador de interrogantes.
Literariamente filosófico.
Filosóficamente literario.
En la línea de "Un pensamiento de Cagliostro", que también me encantó.
Hola Miguel Angel! Sabremos quienes somos alguna vez? Un abrazo
Me gusta mucho Sil la posibilidad de que podamos vernos como realmente somos en los sueños. Sobre la posdata, sospecho que don Kant tal vez no se copaba mucho con el cielo y el infierno. El prefería la religión racional, aunque parezca un contrasentido, y me imagino que los conceptos de cielo e infierno le parecerían superchería.
Un beso!
Blas
Seguramente lo maravilloso de Swedenborg radique justamente en esa formación científica antes de volcarse a contar sus visiones. Ese lenguaje "seco" (Borges dixit) estaba muy alejado de los místicos tradicionales, por eso se ensañaron tanto con el Kant y Cía. Aquí va el soneto que le dedicó Borges y muchísimas gracias por tu aporte!
Un abrazo
Emanuel Swedenborg
Más alto que los otros, caminaba
Aquel hombre lejano entre los hombres;
Apenas si llamaba por sus nombres
Secretos a los ángeles. Miraba
Lo que no ven los otros terrenales:
La ardiente geometría, el cristalino
Laberinto de Dios y el remolino
Sórdido de los goces infernales.
Sabía que la Gloria y el Averno
En tu alma están, y sus mitologías;
Sabía, como el griego, que los días
Del tiempo son espejos del Eterno.
En árido latín fue registrando
Ultimas cosas sin por qué ni cuándo.
14 de mayo de 2011 22:06
Gracias maestra Laura! Tus palabras me llenan de orgullo. La línea es muy delgada, sí. Y fijate que tanques han quedado de uno y otro lado!
Un abrazo
jajajajajaja Gracias Bluekitty!
Me alegro que te haya gustado esto!
Un beso
Cristina
A lo mejor de tanto investigarlo y estudiarlo a Swedemborg, le pasó a Kant como al Capitán Pantaleón Pantoja y empezó a obsesionarse con su objeto de estudio, no?
Pero era esclavo de la razón, y eso que es bueno para las ciencias, tal vez no lo sea para la religión. Y sobre las charlatanes modernos Borges nos cuenta algo muy interesante:
"William White ha observado agudamente que otorgamos con docilidad nuestra fe a las visiones de los antiguos y propendemos a rechazar las de los modernos, o nos burlamos de ellas. Creemos en Ezequiel porque lo enaltece lo remoto en el tiempo y en el espacio, creemos en San Juan de la Cruz porque es parte integral de la literatura española, pero no en William Blake, discípulo rebelde de Swedenborg, ni en su aún cercano maestro. ¿En qué precisa fecha cesaron las visiones verdaderas y fueron reemplazadas por las apócrifas? Lo mismo dijo Gibbon de los milagros"
Si don Emanuel hubiera nacido 1.500 años antes sería santo. Y si hubiera nacido 2.000 años antes, profeta. Pero ojo, tal vez tuvo suerte: que si hubiera venido al mundo 1.700 años antes de nacer, tal vez hubiera sido mártir.
Un beso!
Marcelo: después de Spinoza venía el soneto de Swedenborg en el paseo borgeano.
¡Qué interesante entrada! y tienes unos comentaristas de lujo.
En los sueños estamos desamparados.
Sin corazas ni máscaras.
Vulnerables como recién nacidos.
Saludos.
Gracias Marcelo, a eso me refería. No estaba equivocado, lo conocías perfectamente! JAajajajaaajajajaa!!
Un abrazo.
Si no dejo entonces de soñar repetidamente mi sueño, será mía en el más allá.
Excelente relato, cautivante.
D.
Me pregunto a qué lugar del más allá pararán los "tibios" terrenales. ¿Cómo se verán?
...¿sabremos quienes somos alguna vez? dice Marcelo.
A lo que Don Borges le contesta: "No lo sé Marcelo, disculpe mi ignorancia" X)
Gracias Beatriz! Incluida vos
Un beso
Los sueños somos, Toro. Eso me gusta pensar.
Un abrazo
Leíste algo de Mujica Lainez, Blas? Te recomiendo El Viaje de los Siete Demonios.
Un abrazo
Lo voy a probar yo también, Daniel. Por ahí nos toca un paraíso carnal y allá también nos guste estar con ella.
Un abrazo
A los tibios los vomita Dios, Malena. No hay lugar en el cielo para los tibios, los tipos de centro o los ambidiestros. Peor que escoria (eso piendo yo, Swedenborg no sé)
Eso decía el maestro, Miguel Angel, y lo decía en serio. Increíble, no?
Un abrazo
Me gusta mucho Mújica Laínez, MArcelo. Y leí "El Viaje de los Siete DEmonios", gran recomendación sin duda, como todas las que se pueden hacer de este autor.
Cuando entro en tu blog, no sé por dónde empezar a mirar: Si por el post principal o por los textos laterales. Son exquisitos tanto unos como otros. Excelente Hölderlin y por supuesto, acertado.
Aunque también está el otro lado de la misma moneda: "Del árbol caído, todos hacen leña." Todo depende del árbol y de la clase de calor que dé la leña.
Un abrazo!
me encantó!
los sueños son para mi como el aire que respiro...cuanta belleza y verdad hay en ellos.
beso
A la flauta, siempre supuse que haber sido este Kant le ha de haber costado un trabajo extra, y. luego de la Crítica de la Razón, una tarea titánica... Ahora, por ud tendré que averiguar quien fue Emanuel Swedenborg ...Su viaje por cielo e infierno no me preocupa; seguramente habría leído la Comedia de Alighieri.
http://enfugayremolino.blogspot.com/
¡Qué contenta estoy de haber vuelto a tu maravilloso blog y leer a tus fantásticos comentaristas y los debates literarios que os traeis! Estoy aprendiendo muchísimo porque muchos de los libros que mencionais no los he leido, por ejemplo, "El viaje de los siete demonios" de Mújica Laínez y Swedenborg ¡no lo había oído nombrar en la vida! ¿No os habréis tomado todos un trippy? Por cierto, volviendo al principio de tu entrada, creo que Kant, sí. Besotes, M.
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