lunes, 8 de octubre de 2012

El septérsilo floralis


Esta planta con su flor de tres colores posibles fue descubierta por el botánico Cristóbal Hicken en las orillas del río Paraná, a la altura de nuestra provincia de Misiones.  Se adapta tanto a los hogares como a sitios abiertos, aunque es  rara y no puede aplicarse para su cuidado la experiencia de otros poseedores ni consejo alguno en general.
Así, hay dueños que aunque la rieguen religiosamente cada atardecer y le cambien la tierra a la maceta entre estación y estación, se les muere inmediatamente.
Otros poseedores no le hacen el más mínimo caso a nada de eso y la dejan afuera cuando debería estar adentro adentro y viceversa, y así y todo les luce rozagante y fuerte.
En general a nadie se le ocurre tener más de un septérsilo floralis por vez, pero hay quien tiene dos o tres y en alguno de esos casos extraordinarios, todos ellos parecen gozar de buena salud. Está el que  lo deja tirado en la vereda, abandonado a la vista de los demás y sin embargo los resultados son sorprendentemente buenos. Muchas personas que tienen uno y finalmente se les marchita, se deprimen y no buscan otro. También hay quien muerto el primero, empieza a comprar uno detrás de otro buscando ver reflejado el original, lo cual no parece dar buenos resultados. Eso sí, aunque se les seque de inmediato van por el siguiente sin detenerse y así se pasan la vida.

Yo jamás he tenido un septérsilo floralis.  Me abruma tanta cosa mezclada, tanta incertidumbre, tanto dolor cuando se va y tanta ansiedad cuando no llega. Prefiero las cosas con manuales de instrucción, con planos, con mecanismos infalibles. Pero han abierto un vivero a la vuelta de mi casa y los tiene de los tres colores, rojo, verde o amarillo, e incluso mezclados. Me gustan mucho las flores de uno de ellos, amarillo fuerte en sus pétalos y con el cáliz sorprendentemente anaranjado. Pero tengo miedo de ponerle demasiada agua o dejarlo expuesto mucho al sol, o hacer todo lo contrario y que por eso se marchite. Mi madre, que es implacable, me dijo una vez que yo no estaba hecho para los septérsilos floralis. Justo ella me lo dice, cuando el suyo se murió hace años y aún espera que reviva (esa es otra de las infinitas posibilidades de esta flor)
Tal vez no me de miedo que se muera por falta de los indescifrables cuidados adecuados. Quizá lo que me angustia es que crezca sano y fuerte, y que luego yo no sepa qué hacer con él.




                                                                     Cristóbal  Hicken

12 comentarios:

SIL dijo...

Yo tengo dos.

A uno no le he dado ni bola, ni agua, ni sol, y ha crecido muchísimo y no se me ocurre ya qué hacer con él.

Al otro, lo he cuidado con cariño infinito, y regado, y puesto al sol, lo cubrí de las heladas, y hasta le hablo-aún ahora- en verso le hablo, mire...

Y se pudrió.


De cualquier manera, cada septérsilo floralis es un mundo aparte, vio.
No se quede con las ganas de probar.

Para arrepentirse, siempre hay tiempo.


Le mando un beso.


SIL

Antón de Muros dijo...

Pero, ¿en verdad existió Cristóbal Hicken? ¿o es un invento de algunos blogs?

Salu2

gianna dijo...

me gustan las plantas, tengo algunas en mi patio.
Creo, que las plantas son como los hijos, hay que estar atentos pero no hinchándoles las bolas...dejarlas o dejarlos crecer libremente, así se ponen fuertes

mikelbruno dijo...

Marcelo, felicitaciones por su libro.
Me enteré de su existencia por casualidad, el dueño de la semillería de al lado tiene un ejemplar, él marcó una página conmigo como señalador. Perdón no me he presentado, soy Septérsilo Floralis Nonato. Mi recomendación es que no me plante pero si gusta, hágalo simbólicamente en su imaginación que es muy resistente a las inclemencias del tiempo y también presenta la ventaja de que puede cambiar su color y tamaño a voluntad. Si planta esta semilla en su corazón invita en forma inexorable al dolor. No sea terco, no quiera dominar el arte de sufrir inutilmente. Con todo afecto, Don Septérsimo Floraris Nonato.

Aina Rotger Vives dijo...

Me tienes, como siempre, desconcertadísima. Yo no sé qué creer. Al principio pensé que se trataba de tu infinita imaginación y me encantó pensar que pudiera existir una planta con tanto carácter. Luego leo los comentarios y parece que sí existe, miro en google y con ese nombre...me da sólo una entrada: la tuya.

Me estáis tomando el pelo o existe de verdad?

Marcelo dijo...

Claro, Sil. Conozco perfectamente al que le escribís tantas poesías. ¡Vaya uno a saber! No sea cosa que justo cuando te preguntes si se merece tus letras, Septe te regale una flor tan hermosa como inesperada. ¡Seguile escribiendo, poeta!

Marcelo dijo...

Antón: Cristóbal María Hicken (Buenos Aires, 1 de enero de 1875 – Mar del Plata, 11 de marzo de 1933) fue un destacado botánico y profesor argentino. La Escuela de Jardinería Municipal de Buenos Aires lleva hoy su nombre. También lo lleva un tradicional pasaje de Villa Lugano, paralelo a la Avenida Larrazábal, desde el 2800 hasta el 3100, entre las calles Hubac, al norte, y Santander, al sur. (fuente wiki)
Un abrazo!

Marcelo dijo...

Qué gusto verlo por aquí, Don Septe! Yo aquí dije que nunca lo tuve, pero no estoy tan seguro. Ocurre que las plantas, cuando son muchas y están todas juntas, se confunden unas con otras. Pero algunas marcas en el corazón me permiten inferir que alguna vez lo tuve, al menos lo creí tener.
Un abrazo!

Marcelo dijo...

Totalmente de acuerdo, Gianna. Yo, en este momento, mirando a mi alrededor me doy cuenta que no tengo ninguna en casa. Pero ya la voy a tener, no tengo dudas!

Marcelo dijo...

Ay, Aina! Si te digo la verdad, te miento. Yo tampoco sé que creer. En yahoo me apareció un septérsilo en un sitio guatemalteco. Yo estoy como vos. Mucha gente me ha dicho que lo ha visto, que incluso lo ha tenido, pero no veo ninguna prueba de ello. Y otras me dicen que nunca lo tuvieron, y cuando entras a sus casas lo ves, gigante como un árbol. Qué planta más rara!

Merche Pallarés dijo...

Podías haber puesto una foto, Marce... Besotes, M.

Reina dijo...

Siempre pasa así... a los que no les damos bola crecen y crecen... y a los que cuidamos con esmero y todo el cariño, se marchitan... ¿por qué será? mi abuela que era sabia en cuestiones de plantas sabría la respuesta... pero ya no está para preguntarle... :(

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