viernes, 30 de enero de 2009
Un amor nominal
Es el año 1.958 en el Centro Asturiano de Buenos Aires. Carnaval, más precisamente. El la invita a bailar. Ella le dice que sí. Conversan y bailan. El le pregunta cómo se llama:
-Susana, y vos?
- Roberto...
El sábado siguiente se ven de nuevo. Se siguen gustando. Quedan para encontrarse el domingo en Palermo, para dar una vuelta por la tarde, en típica salida de esa época. El le cuenta a su madre de Susana, la chica que conoció. El romance avanza. Pero hay un problema. En realidad, hay dos problemas. Y se está transformando en una tortura para ellos.
- Tengo que decirte algo, dice ella.
- Yo también, dice él.
- Yo no me llamo Susana. Me llamo Gumersinda.
- ah... Y yo no me llamo Roberto. Me llamo Cayetano.
- ah...
- No hay problema. A mí me dicen Sinda, y a vos?
- Tito. Sólo que a mamá le dije que te llamás Susana...
Sinda y Tito siguen juntos. La que nunca pudo entender del todo el asunto fue la mamá de él, que pese a que le contaron el nombre verdadero de ella, toda su vida siguió llamándola Susana...Hay cosas que los padres no entenderán nunca de los jóvenes. Ni ahora ni en 1.958...
Para mi amiga Andrea, la hija de Susana y Roberto.
-Susana, y vos?
- Roberto...
El sábado siguiente se ven de nuevo. Se siguen gustando. Quedan para encontrarse el domingo en Palermo, para dar una vuelta por la tarde, en típica salida de esa época. El le cuenta a su madre de Susana, la chica que conoció. El romance avanza. Pero hay un problema. En realidad, hay dos problemas. Y se está transformando en una tortura para ellos.
- Tengo que decirte algo, dice ella.
- Yo también, dice él.
- Yo no me llamo Susana. Me llamo Gumersinda.
- ah... Y yo no me llamo Roberto. Me llamo Cayetano.
- ah...
- No hay problema. A mí me dicen Sinda, y a vos?
- Tito. Sólo que a mamá le dije que te llamás Susana...
Sinda y Tito siguen juntos. La que nunca pudo entender del todo el asunto fue la mamá de él, que pese a que le contaron el nombre verdadero de ella, toda su vida siguió llamándola Susana...Hay cosas que los padres no entenderán nunca de los jóvenes. Ni ahora ni en 1.958...
Para mi amiga Andrea, la hija de Susana y Roberto.
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15 comentarios:
Conozco casos así, por ejemplo yo, así que no me digas nunca que no te llamás Marcelo, porque seguirás siéndolo para siempre para mí.
Supongo que sí, que te llamas Marcelo...
Pero suele pasar, seguro a algun@s que nos ponemos Nicks, que nos sentimos más identificad@s que con el nombre que nos (im)pusieron...
a mí me pasa, cada vez más...
Muy linda historia, Marcelo, esa Madre sabía lo que se hacía, Susana es un lindo nombre...
Un beso... ¿Marcelo?
el primer nombre es el que queda
la mamá lo dejó fijado en su mente una vez oído... Susana... será para siempre
... los nombres que escogen las mamás son más veraces que los reales
un abrazo, Marcelo
A mi me gusta tu nombre, pero si mañana me dijeras que te llamas Godofredo...pues no sé...quizás te siga llamando Marcelo. Un beso y una sonrisa.
Es que a veces el nombre se covierte en una cruz. Ademas hay gente que le corresponde el nombre a su cara. Yo cuando pienso en el nombre de Marcelo me imagino a un tio alto guapo y seductor, ¿a que he acertado?, jajajaja.
Besitos
Ayyyy, esta Susana no tan Susana! Para el caso, da igual, siempre terminan cambiándonos el nombre por diminutivos (Y en mi caso, varios foráneos)
Para mi familia en USA soy Sue a todos los efectos (O Susan, si se trata de negocios), Susy para los amigos que me quieren, Pretty, Pretty Girl ó Mi Amor, para mi marido, Ma, para mi hijo e incluso Szusza para los ex compañeros de facultad.
Afortunadamente el amor en serio, nada tiene que ver con lo nominal, y así lo entendieron seguramente Sinda y Tito. Bonita historia, muchas Gracias por compartirla!
Saludos Marcelo!
Sí, muy bonita la historia como dice SUSANA. Pues si yo te contara los problemas que he tenido con mi nombre... que si Maria en Canada, Mari-Merche, en casa, Mercedes en mis trabajos (y a veces Merck) y Merche entre mis amigos hispano-parlantes... Con lo que a mi me hubiera gustado llamarme simplemente O (María de la O)...Existe, sí.
Besotes y te llames como te llames para mi SIEMPRE serás Marcelo. Muchos besotes, M.
Seguro que Andrea ha disfrutado con esta historia nominal.
Por otro lado creo que es mejor que los padres no entiendan/entandamos nunca determinadas cosas que hacen los jóvenes.
Un abrazo
PD: Uno de mis hermanos se llama Marcelino, no s´´e si te lo había dicho.
Me gustó este texto, Marcelo. Todos nos ponemos una máscara (¿miedo, quizá?) y queremos ser otros, mejores, para los demás. Sobre todo cuando conocemos a alguien, nos gustaría que ese alguien conociera lo mejor de nosotros mismos.
Luego la máscara cae, y somos los que somos. Ni tan simples, ni tan malos, ni tan buenos. Humanos. Con nuestros claroscuros.
El amor, cuando deja de ser nominal, o desaparece o se afianza.
Un beso.
Soledad.
El nombre imprime carácter, eso dicen...
No quiero imaginar que tras el primer baile, nunca hubiera habido otra cita por llamarse de una determinada manera.
La de cosas que hay que tener en cuenta para enamorar, por Dios. Y el amor nace cuando menos te lo esperas...
Me has recordado que pronto es Carnaval, quizás este año mi disfraz sea mi nombre.
Un abrazo.
gosto da ideia de poder ter o direito de trocar de nome, o primeiro nome, as vezes os pais colocam nomes horriveis nos filhos.
existe a historia de um brilhante pintor japones que trocou 42 vezes de nome. ele queria pintar incognito, mas a cada nome a fama lhe alcançava....
La mujer quería que se llamara Susana. Y entonces fue Susana.
Espero que nadie quiera que me llame Teodora, ponele. Mis respetos a todas las Teodoras, pero soy Gilda. Y Punto.
¿Te puedo llamar Raimundo?
solo soy yo el q se tienta!, yo se que es tarde...pero no tomé nada, ni fumé cosas extrañas (por llamarlas de alguna manera).
lo que me causó gracia es que igualmente...le dicen tito! jajaja.
Mi madre tenía unos amigos que se llamaban Ginesa y Norberto. Y se juraron que cuando tuvieran hijos les pondrían unos nombres que fueran más bonitos. Pues nada, oye, en cuanto tuvieron la parejita, el, Norberto y ella, Ginesa ¡Cómo somos!
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