sábado, 9 de mayo de 2009
Patente de corso n° 116: al servicio de las Provincias Unidas
Cuando era chico y leía historias de corsarios de la mano de Stevenson o Salgari, me parecía que sólo podían ser británicos, imaginarios o reales como Francis Drake o Henry Morgan. Pero luego supe que en las guerras de la Independencia americana también los hubo, y muchos. El dueño de la patente de corso n° 116 era un francés de Saint Tropez que llegó a Buenos Aires en 1.809, o sea un año antes de la revolución. Este señor simpatizó rápidamente con la causa americana y combatió con San Martín en la batalla de San Lorenzo.
Pero él era marino, y luego de varias muestras de fidelidad recibió la ciudadanía de las Provincias Unidas (un simple papelito) se le dio una fragata que bautizó “La Argentina” (eso antes de que nuestro país se llamara así) y se hizo a la mar, al mando de un heterogéneo conglomerado de hombres: británicos, franceses, portugueses, criollos y hasta españoles, que con más entusiasmo que armas se dedicó a atacar el comercio español en cualquiera de sus expresiones.
Su gran aventura así es contada por Bartolomé Mitre: "...Una campaña de dos años dando la vuelta al mundo en medio de continuos trabajos y peligros, una navegación de diez o doce mil millas por los más remotos mares de la tierra, en que se domina una sublevación, se sofoca un incendio a bordo, se impide el tráfico de esclavos en Madagascar, se derrota a piratas malayos en Macasar, se bloquea a Filipinas, anonadando su comercio y su marina de guerra, se domina parte de Oceanía imponiendo la ley, a sus más grandes reyes por la diplomacia o por la fuerza; en que se toma por asalto la capital de la Alta California, se derrama el espanto en las costas de México, se hace otro tanto en Centro América, se establecen bloqueos entre San Blas y Acapulco, se toma a viva fuerza el puerto de Realejo apresándose en este intervalo más de veinte piezas de artillería, rescatando un buque de guerra de la Nación y aprisionando o quemando como veinticinco buques enemigos…".
¿Cuáles serían sus planes? Por el Atlántico Sur se fue hasta Madagascar, y un buque inglés le alertó sobre barcos negreros (tres ingleses y uno francés), lo cual era indamisible para este liberal y antiesclavista. Apuntó sus cañones a esos navíos y se dirigió directamente y en persona hacia ellos. Liberó a los esclavos y entregó a los negreros a un buque de la armada inglesa. Por supuesto que él se quedó con las mercaderías que encontró.
De allí se fue hacia Filipinas, a cuya capital estuvo asediando durante dos meses, asaltando a todos los barcos que querían entrar. No invadió la ciudad, pero sí se quedó el tiempo suficiente para provocar una estampida de precios por el desabastecimiento que generó. En esos mares luchó contra piratas malayos en combates cuerpo a cuerpo. El hombre no era un tierno, tuvo varias sublevaciones que terminaron en ejecuciones sumarias…
Luego fue a Hawai y firmó un tratado con su Rey, llamado Kamehameha (¿no parece una película?) donde el reino reconocía la independencia de un lugar que no creo supiera bien donde se encontraba. También le hizo devolver al rey un barco que había “comprado” y le sumó hombres a su raída tripulación.
Después puso proa a California y atacó las posesiones españolas, y en Monterrey hizo flamear la bandera celeste y blanca creada por Belgrano, durante seis días.
La travesía de Bouchard a bordo de “La Argentina” duró dos años (1817/1819) aunque ya había hecho otros viajes importantes antes de esa fecha. Durante ese tiempo, Bouchard y su gente sostuvieron trece combates navales, capturaron o destruyeron veintiséis buques, decomisaron la carga de los cuatro barcos negreros y de dos naves inglesas y una de los Estados Unidos.
Lo que me gusta de esta historia, como las que conté la semana pasada, es que fue simplemente una locura. ¿A quién se le podía ocurrir dar la vuelta al mundo en un barco solitario, por mares lejanos y hostiles, con una patente de corso otorgada por un país imaginario? ¿Y quién podría hacer jurar por la independencia de ese país a un exótico rey hawaiano llamado Kamehameha? ¿Y quién en su sano juicio recibiría la denuncia de un oficial inglés acerca de barcos negreros ingleses, liberarlos y entregar a los explotadores ingleses a un oficial…inglés?
A Monsieur André Paul Bouchard, cuyo “nom de guerre” fue Hippolyte Bouchard o Hipólito Buchardo en su versión castellana (1), que es el protagonista de esta historia. Su patente no se la habían dado las poderosas Francia o Inglaterra sino las ignotas Provincias Unidas del Río de la Plata, para que volviera victorioso, y así lo hizo. Por él flameó la bandera argentina en lugares que no podíamos soñar que ocurriera, como en California o Centroamérica, y fue la fuente de inspiración de otras banderas patrias. En un muelle de la ciudad de Santa Bárbara flamean las banderas de los países que alguna vez ocuparon California: España, Rusia, México, Estados Unidos... y ¡la Argentina!
El capitán era casi sanguinario, pero con códigos: nunca atacó una misión o una iglesia, sólo hostigaba posesiones españolas en cualquier lugar del mundo.
Nuestro corsario no tenía límites para lanzarse a la aventura. Algunos dicen que incluso meditó atacar la isla británica de Santa Elena y liberar a su admirado Napoleón, pero su tripulación se negó terminantemente porque era una locura.
De todas las aventuras la que menos me interesa es el continuo ataque a las posesiones de España, ocupada en esos tiempos en otras batallas. ¿Cómo no apasionarse con un francés “nacionalizado” no se sabe bien de qué país, libertador de esclavos y que plantó la bandera argentina en territorio de la "Madre Patria", que como todos sabemos no es España sino los Estados Unidos de Norte América, los únicos "americanos" del continente?
Para mí es increíble la vida de este tipo. ¿No lo habrá inventado Conrad?
(1) “Buchardo” me recuerda una anécdota de Borges sobre la Real Academia Española: “Los individuos de la Real Academia quieren imponer a este continente sus incapacidades fonéticas: nos aconsejan el empleo de formas rústicas: neuma, sicología, síquico. Ultimamente se les ha ocurrido escribir vikingo por viking. Sospecho que muy pronto oiremos hablar de la obra de Kiplingo”
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11 comentarios:
el mar es el último reducto de los apátridas
también me seduce este tipo de locura, desafiar el inmenso océano en un continuo pulso con uno mismo
los corsarios... aquello sí que era verdadera aventura... :)
un abrazo, Marcelo
Sencillamente... asombroso.
Feliz fin de semana Marcelo, incluyendo en el concepto el éxito de la V.
Bonjour! Sábado, 8 de la mañana, primer café del día, una de piratas y Jimi sonando en el fondo ¿Acaso algo más bonito? Me enganchó sin saber una palabra del tema!
Los hombres como Bouchard son personajes exquisitos y de difícil rótulo, creo que precisamente eso los hace tan apasionantes. Idealistas, tutean a la muerte, feroces pero con códigos de honor…fascinante!
Le agradezco mucho el artículo Amigo, me ha despertado curiosidad asesina! ¿Se acuerda de mis chicas piratas? En aquella investigación también tropecé con un corsario de perfil similar al suyo (lo busco y comparto) Pero no imaginé entonces que teníamos uno en nuestra historia!
Le impuso tema y ritmo al día, impresionante trabajo Marcelo!
Un beso y excelente fin de semana!
Qué hombre , me ha maravillado , me he enamorado de él ...jeje
Sabes ? los piratas malayos ,me suenan a piratas malos .Pero éste es mi heroe por siempre jamás .
Un besote
Marcelo un besazo y feliz finde
Me enriedan las Batallas, nunca fue mi fuerte en historia.
Pero me maravilla leerlas.
Besos Marcel y muy buen finde.
Marcelo
Así de lejitos, se mira más que apasionante e interesante la vida de este corsario francés... nacionalizado no sé qué.
Buenísima tu ironía sombre la Madre Patria. El concepto me purga; pero más, la idea de que América solo son los USA y que americanos... solo son los etadounidenses.
Un beso
Apasionante historia de un personaje real, muy real...
Y muy bien contada...
Un beso Marcelo.
Marcelo, muy bueno otra vez.
No conocía esta historia, genialmente recreada por vos y tus "colaboradores" Borges y B. Mitre.
Corsarios, aventuras, coraje y locura, inevitablemente me sale la romántica y me inspira alguna historia de amores y pasiones descarnadas.
Besos.
Magah
PD: Sí conozco a Marisa Monti y conocí a Joao Bosco gracias a vos. Un placer.
¡Qué bueno! Me encantó este pirata!!! (nótese el uso del triple signo de exclamación, sólo cerrando).
Besos.
Hola Marcelo, paso después de muchas ausencias.
::: Hay quienes escriben cuentos, y otros que los viven!!!!
Recibe un grande abrazo
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