viernes, 1 de mayo de 2009

¡Qué los parió los gringos!

¡Qué los parió los gringos!

Noventa buques mercantes,

veinte de guerra,

vienen topando arriba
las aguas nuestras.

Veinte de guerra vienen
con sus banderas.

La pucha con los ingleses,
quién los pudiera.

Qué los parió los gringos
una gran siete;
navegar tantos mares,
venirse al cuete,
qué digo venirse al cuete.

A ver, che Pascual Echagüe,
gobernadores,

que no pasen los franceses
Paraná al norte.

Angostura del Quebracho,
de aquí no pasan.

Pascual Echagüe los mide,
Mansilla los mata.

Hoy acude en mi ayuda don Alfredo Zitarrosa, porque Borges está ausente con aviso. Es que hablaré del Brigadier Rosas, y don Jorge Luis lo odió devotamente. Tan es así que cada vez que leamos “tirano” en su literatura, seguramente se estará refiriendo a él (1)

En 1.845, la lucha por la independencia parecía lejana. Sin embargo, Inglaterra, Francia e incluso el Imperio del Brasil seguían intentando llevar agua para sus molinos, extraída del gigantesco y despoblado ex Virreinato del Río de la Plata. Y para eso, lo ideal era dividir a las provincias todo lo posible, como lo conseguirían a la postre en Uruguay, con el aporte de Buenos Aires, claro está, que en toda su historia se miró a si mismo, incluso ahora.

El asunto es que a los gringos se les ocurrió meter una flota entera, llena de barcos con mercadería y buques de guerra por el río Paraná, para hacer sus negocios con las provincias mesopotámicas que los ayudaban en medio de las luchas internas.
Mientras Buenos Aires y Montevideo se peleaban, los “mediadores” ingleses y franceses buscaban solucionar el litigio mediando para sí mismos, en búsqueda de nuevos mercados para sus manufacturas.
Pero Rosas no los dejaría subir por el río. Con el General Mansilla al mando de 2.160 hombres, los esperaría en la localidad bonaerense de San Pedro, en un paraje llamado Vuelta de Obligado. ¿Y cómo imaginaron la forma de evitar el paso de semejante flota sin barcos ni armas de gran envergadura? ¡Encadenando el río!: colocaron una fila de chalupas y pontones sosteniendo gruesas cadenas de costa a costa, para impedir el paso de los buques, y fortificaron las riberas con treinta cañones viejos, y hombres dispuestos a enfrentar un posible desembarco. La batalla comenzó a las ocho de la mañana y el asunto se puso difícil, porque los barcos empezaron a cañonear las costas. Como si fuera una película, en el medio de la batalla la banda militar del Regimiento de Patricios tocaba el himno, que era cantado por los defensores mientras combatían y se les terminaban las municiones. Al atardecer comenzó el desembarco y la lucha cuerpo a cuerpo, los invasores apoyados por sus fusileros, los defensores a cuchillo. Murieron 250 criollos y fueron heridos 400. Al amanecer las defensas del río fueron vencidas, y la flota siguió su ruta, pero parcialmente: de los noventa buques mercantes sólo siguieron cincuenta y dos, y la flota de guerra sufrió serias averías. Aún así, ingleses y franceses comerciaron con Entre Ríos, Corrientes y el Paraguay, siempre hostigados desde las costas.
Pero las cosas no quedarían así, con los invasores comerciando por ríos interiores, y tratando de independizar provincias. En enero de 1.846 y hasta junio de ese mismo año se volvieron a encontrar en el mismo lugar criollos, ingleses y franceses, pero esta vez terminó en victoria argentina.

¿Qué me gustó de esa primera batalla, la perdida? Las cadenas, claro. Me pareció increíble encadenar el río, que ahí tiene un ancho de 700 metros. Me gustó también el combate cantado. Me gustó Thorne, el sordo de Obligado, que siguió luchando pese a haber recibido la explosión de un cañonazo a corta distancia que lo dejaría sordo para siempre: se levantó del suelo limpiándose el polvo diciendo “no ha sido nada”, para volver a la batalla. Me gustaron los gauchos de los pueblos linderos combatiendo sin municiones, como cada vez que les tocó entrar en combate.
Y al final me gustó ver a la altiva Inglaterra, más que a Francia o Brasil, vencida. Me gustó que el bravo Coronel Lucio Mansilla engendrara a otro Lucio, también coronel pero además político, diplomático y por sobre todas las cosas escritor (¿cómo hacían antes para ser tantas cosas?)
Hace unos años estuve en San Pedro y quise ir a ver el lugar de la batalla ahora olvidada, que queda a unos kilómetros del pueblo. Hay algunas explicaciones de cómo fue, pero sigue siendo un lugar agreste. En un momento me pareció escuchar un cañonazo y a alguien decir “no ha sido nada”. Y luego, se hizo presente el más absoluto de los silencios.

(1) Sin embargo en su poema llamado "Rosas", Borges se mostró compasivo con él:
“Famosamente infame
su nombre fue desolación de las casas,
idolátrico amor en el gauchaje
y horror del tajo en la garganta...
/
...No sé si Rosas
fue sólo un ávido puñal como los abuelos decían;
creo que fue como tú y yo
un hecho entre los hechos
que vivió en la zozobra cotidiana
y dirigió para exaltaciones y penas
la incertidumbre de otros"

Correspondencia:
En 1844, seis años antes de su muerte, San Martín en su testamento, otorga a Rosas el sable libertador: “El sable que me ha acompañado en toda la Guerra de la independencia de la América del Sud, le será entregado al General de la República Argentina Don Juan Manuel de Rosas, como prueba de satisfacción que como argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido, el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que tratan de humillarla”

En marzo de 1849, Rosas contestó una carta al Libertador en los siguientes términos: "Nada he tenido más a pecho en este grave y delicado asunto de la intervención, que salvar el honor y dignidad de las repúblicas del Plata, y cuando más fuertes eran los enemigos que se presentaban a combatirlas, mayor ha sido mi decisión y constancia para preservar ilesos aquellos queridos ídolos de todo americano. Usted nos ha dejado el ejemplo de lo que vale esa decisión y no he hecho más que imitarlo. Todos mis esfuerzos siempre serán dirigidos a sellar las diferencias existentes con los poderes interventores de un modo tal que, nuestra honra y la independencia de estos países, como de la América toda, queden enteramente salvos e incólumes."

(Oleo de Ulderico Todo)

20 comentarios:

gloria dijo...

Impresionante.
Me encanta esta serie de batallas furiosas por la resistencia ante las "potencias" (y España en aquellos años tenía lo suyo, para qué negarlo), es fascinante. Y así como la anterior la conocía, de esta no tenía la menor idea... ¡cadenas! realmente increíble el ingenio de aquellos hombres...

Y termino citando a Lucio V. Mansilla, por ti mencionado aquí, entre tantos otros:
"La curiosidad aumenta el placer de las cosas vedadas difíciles de conseguir." (de Una excursión a los indios ranqueles)

Excelente y completísima entrada, Marcelo (no creas que me he olvidado de ese poema que comienza con grito de guerra).

Un beso.

Susana Peiró dijo...

Qué le digo Marcelo…en estos temas no hay lugar para “pechos tibios”! Y así como doña Leonor Acevedo se esforzó en dejar a su hijo la huella indeleble y la reciedumbre de sus propias convicciones (le encantaba llamarse a sí misma “salvaje unitaria”) quien le escribe se declara rosista y a mucha honra!

Don Juan Manuel de Rosas, viejo zorro si los hay, tenía clarito que no podía enfrentarse a las dos potencias más poderosas del mundo, pero como sabemos, los gigantes suelen tener pies de barro y antes como ahora, podemos meternos con sus madres pero nunca con sus bolsillos. Así fue que Rosas dijo: “Vienen a hacer negocio, a ganar plata. Entonces, si pierden plata, están derrotados”.Y tuvo razón, los gringos perdieron plata! (Tampoco les fue sencillo cortar las cadenas)
Como todo conflicto, dejó su enseñanza: aunque estemos en desventaja y en el medio de la más absoluta adversidad, gana la cabeza fría y el corazón ardiente.

Todavía no vamos por Don Justo José de Urquiza ¿Verdad? Jajajajajajá! Lo dejamos para la próxima! (voy afilando el facón)

Memorable trabajo el suyo y un rotundo placer leerlo! Un beso y Buenas Noches!

gabo dijo...

Raras contradicciones de la historia argentina, Rosas amigo de los ingleses haciendoles la guerra. La palabra "vencida" no me parece la adecuada para una inglaterra que le sacaba el jugo hasta sus batallas perdidas. La historia nos volvió a enfrentar a los ingleses amigos de nuestros sucesivos gobiernos inclusive por sobre los yanquis hasta la decada del 30. Me encantan estos artículos que publicas está bueno revisar y repasar nuestra historia, Borges pinta al tirano y nos describe a nosotros. Viva la patria carajo. Viva!

begoyrafa dijo...

Inglaterra siempre metida en todos los caldos y acumulando muchas más derrotas de las que después cuentan los discípulos de su graciosa majestad. Siempres on emocionantes estas batallas de fuerzas desiguales.
Un abrazo y sigo aprendiendo
Rafa

Lena yau dijo...

Esto del río encadenado es una imagen que no deja de darme vueltas en la cabeza...

Hay tanta poesía en ella...

Fantástico post, divinorum.

Muchos besos X 2.

TORO SALVAJE dijo...

Encadenar el río, como una guerra de guerrillas... genial!!!

Saludos.

Camille Stein dijo...

las tácticas asombrosas de los más débiles frente a las fuerzas de los supuestamente más poderosos

es la razón, la pasión de los sometidos, la que otorga la imaginación suficiente para ganar las batallas

un abrazo, Marcelo

Helena dijo...

Marcelo, me siento extranjera en este mar.
Un beso.

Marcelo dijo...

Hola Gloria! pero tranquila, que para esta época los "pecados" de España ya habían terminado. El Mansilla autor del libro que vos mencionás es muy interesante. Dejaremos por un tiempo descansar a los bravos soldados.
Un beso!

Marcelo dijo...

Se jugó Susana! Es difícil ser borgiano y rosista, y además simpatizar con Sarmiento, le aseguro. Y el padrillo entrerriano, tiene razón, también merece su evocación...
Dígame una cosa: Doña Leonor tiene su lugar en la cueva?
Un beso

Marcelo dijo...

Tenés razón Gabo, Inglaterra finalmente vencida, casi no se ha visto. Por eso el sabor de las pequeñas victorias...
Un abrazo y viva!

Marcelo dijo...

Gracis Rafa! Sabía que te gustaría el río encadenado!
Un abrazo

Marcelo dijo...

Gracias Lena por llegar a esta casa belicosa! Me gustó la cadena como metáfora, en vez de romperlas para ganar la libertad, las pusimos.
Un beso por triplicado.

Marcelo dijo...

Un abrazo Torazo! Y saludos a Justiniano.

Marcelo dijo...

Gran verdad Camille. Encima, los gauchos siempre han sido carne de cañón, enfrentando las balas a cuchillo. Siempre David y Goliath, pero generalmente con resultado inverso...
Un abrazo

Marcelo dijo...

Pero es el Mare Nostrum Helena!Un beso

Martine dijo...

Una nueva faceta,desconocida hasta ahora, la de Cronista de guerras, y lo haces a la perfección, Marcelo.. Y además he aprendido cosas que ignoraba...

Gracias y un beso.

M dijo...

Estamos a full con la história argentina, BIEN AHI! así que anduviste por San Pedro Investigando? Tu barrio tiene muchisisiisima história también.
Besos

Beatrice dijo...

¿sabes Marcelo que nací en tierra argentina? Por allá por las islas del atlántico sud como decía mi pasaporte; sin embargo se muy poco de su historia y a Rosas me lo recuerda siempre mi amigo Borges.
Interesantes estas últimas entradas.

Ah... lo de las cadenas es genial, como me gustaría ver esos 700mts.

Cigarra dijo...

Qué sabor a gesta antigua, esa pretensión de parar a los ingleses con una cadena! Formidables, simplemente. Precioso, cómo lo cuentas.

Bitacoras.com