lunes, 5 de abril de 2010

Los otros, el mismo

Si existiese la máquina del tiempo, me gustaría ir a dos lugares y dos momentos que en realidad son uno solo: Cambridge, febrero de 1.969, y Ginebra, 1.918.
En ambos lugares me esperan dos Borges a punto de charlar entre sí en un banco frente al río Charles (o Ródano, según cual sea el Borges que lo recuerde o sueñe)
Y así presenciar con aire distraído el increíble encuentro de dos personas que son una y se llevan cincuenta años de edad. Hombres que justamente porque son distintos pero a la vez uno no pueden mentirse, lo cual “hace difícil el diálogo”
Un Borges hablará de su pasado y el otro de su presente, receloso. Ambos se darán noticias de sus padres y charlarán de literatura. El mayor sentirá por sí mismo, de joven, una ternura paternal.
Quisiera saber si solamente el viejo Borges describió este encuentro, o también lo hizo el joven y luego lo destruyó, temeroso.

Pensándolo bien, tal vez no haga falta viajar por el tiempo y por el espacio. Quizás con sentarme a la vera de un río cualquiera pueda encontrarme con dos hombres hablando de Dostoievsky y de batallas, de oprimidos y de parias, y si les pregunto sus nombres, ambos me den idéntica respuesta.


La conversación podría estar ocurriendo ahora mismo, mientras esto escribo.


Relato basado en el cuento "El otro" de Jorge Luis Borges

23 comentarios:

SIL dijo...

Quisiera que agradezcas de mi parte al Sr Menardez la recomendación de este libro de Borges.
Asimismo, hacer extensivo el agradecimiento a un poeta imperfecto, por haberme despertado con este texto, una enorme curiosidad en leerlo.
:D
Un beso (muy grande)

SIL

SIL dijo...

Fe de erratas:
donde reza ¨libro¨ debió haberse escrito ¨cuento¨
Gracias.

Susana Peiró dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Lena yau dijo...

Ah!

Pues yo también quiero ir...

¿puedo acompañar a los Borges?

Prometo estar calladita!!!!

(Buen texto, Ch. P. tienes a Borges en la piel!)

Besos de serpentina!

miralunas dijo...

y un poquito mas lejos, igual de calladita......, puedo estar yo?


sabe qué? le extraño!

Marcela dijo...

Ay, como me gusta el cuento "El otro". Si conseguís ir a ese momento, a ver ese encuentro, avisame. Te acompaño.
Beso.

Merche Pallarés dijo...

Admito que tengo que leer más al gran Borges que no lo he hecho. Soy una ignorante, pero con tu ayuda me estás descubriendo paisajes y parajes en los cuales nunca habría reparado... Eso es lo que me gusta, mi querido. Aprender de ti y de todos vosotros. Gracias. Besotes, M.

Flor S dijo...

El otro... creo haberlo leído, pero me parece que sólo fue una recomendación al pasar. Ahora me intriga todavía más!

Besos!

Marcelo dijo...

A todos los que quieran leer el cuento de Borges, pueden hacerlo clickeando en "El Otro", debajo de la segunda foto de esta entrada.
No se lo pierdan que es hermoso. Lo que más me interesa de este trabajo es justamente que lean el cuento.

Beatrice dijo...

Un placer la relectura, en especial cuando vienen dirigidas como lo haces tú.
Guardando las distancias, el poema "Adolescente" de la Symborksa que puse en mi blog el 1 de abril, tiene su similitud con la esencia de "El otro"
¿en qué se parece el Marcelo de hoy al adolescente que compraba libros de Henry Miller? ¿qué queda de él?
Un abrazo
Beatriz

Mariela Torres dijo...

Encontrarse con uno mismo, sin ser Borges, también debe ser una experiencia increíble.

Saludos.

Pescadora de Perlas dijo...

Buena reescritura hiciste, dan ganas de acompañarte. Hay un libro que se llama Escrito sobre Borges en el que varios autores escriben a través de la lectura, es decir la reescritura, si no lo leíste te lo recomiendo.

Hace más de un año leo tu blog, ahora que me atreví a tener el mío me animo también a comentarte. Me gustan tus publicaciones.
Saludos.

Pame Recetas dijo...

Sospecho que vivimos más de una vida, pero sólo Borges pudo escribirlo tan bien.

Otra cosa: Qué bueno que no tuviste que ir a Las Malvinas ni a ninguna otra guerra

Daniel Os dijo...

Me gusta más la imposibilidad de la conversación entre dos hombres que son uno que la fantasía de plegar la línea del tiempo. Es muy curiosa la reacción que tendría un ultraísta frente a la de un escritor maduro cuando ya rechazó, absorbió y superó las limitaciones de una escuela.

El viejo se reiría... sólo porque había advertido medio siglo antes que era posible de plegar la línea del tiempo.

D.

esteban lob dijo...

Creo que no hay nadie que posea una sola personalidad.Tal vez más.

Saludos.

Cristina dijo...

"El miedo elemental de lo imposible y sin embargo cierto lo amilanaba".
Magistral descripción del encuentro con uno mismo.
Gracias por recordarnos esta lectura, recreándola

Cristina dijo...

"El miedo elemental de lo imposible y sin embargo cierto lo amilanaba".
Magistral descripción del encuentro con uno mismo.
Gracias por recordarnos esta lectura, recreándola

Luis dijo...

Hola Marcelo:
Me acabo de reincorporar al mundo bloggero, tras unos días de "vacaciones" de Pascua. Espero ponerme al corriente lo antes posible paro poder comentar tus trabajos.
Cordiales saludos,
Luis

Marcelo dijo...

Fervor de Buenos Aires (1923)





PRÓLOGO
[a la edición de 1969]



No he reescrito el libro. He mitigado sus excesos barrocos, he limado asperezas, he tachado sensiblerías y vaguedades y, en el decurso de esta labor a veces grata y otros veces incómoda, he sentido que aquel muchacho que en 1923 lo escribió ya era esencialmente ¿qué significa esencialmente?- el señor que ahora se resigna o corrige. Somos el mismo; los dos descreemos del fracaso y del éxito, de las escuelas literarias y de sus dogmas; los dos somos de Schopehauer, de Stevenson y de Whitman. Para mí, Fervor de Buenos Aires prefigura todo lo que haría después. Por lo que dejaba entrever, por lo que prometía de algún modo, lo aprobaron generosamente Enrique Díez-Canedo y Alfonso Reyes.
Como los de 1969, los jóvenes de 1923 eran tímidos. Temerosos de una íntima pobreza, trataban, como ahora, de escamotearla bajo inocentes novedades ruidosas. Yo, por ejemplo, me propuse demasiados fines: remedar ciertas fealdades (que me gustaban) de Miguel de Unamuno, ser un escritor español del siglo XVII, ser Macedonio Fernández, descubir las metáforas que Lugones ya había descubierto, cantar un Buenos Aires de casas bajas y, hacia el poniente o hacia el sur, de quintas con verjas.
En aquel tiempo, buscaba atardeceres, los arrabales y la desdicha; ahora, las mañanas, el centro y la serenidad.


J.L.B.

Merche Pallarés dijo...

He leido tus comentarios, querido Marce y cuando tenga más tiempo por supuesto que voy a leer "El Otro" y me ha gustado mucho el prólogo que has copiado de su "Buenos Aires". Muchos besotes, M.

América dijo...

Buenas tardes Marcelo.

Con un estilo que hace gala de tus conocimientos es muy difícil sustraerse a esta recomendación que con todo gusto acepto.Nos traes lo que necesitamos entender para que nos arrastre la curiosidad.

Un abrazo muy fuerte.

SIL dijo...

Misión cumplida.

Te eriza hasta la médula y te obliga a imaginar un encuentro con TU OTRO.
Sería una ventaja...?
Yo creo que sí.


Gracias.



SIL

Merche Pallarés dijo...

Ya he leido "El Otro"--¡genial! y ahora he entendido tu post. Ese encuentro entre el Borges jóven y el maduro es, simplemente, bellísimo. Ya me gustaría a mi sentarme en un banco conmigo misma a los 20... Gracias por el relato, querido Marce. Besotes borgianos, M.

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