domingo, 5 de abril de 2009
Toda una Señora
Ella vive en la escalera más escondida de la plaza, detrás de la embajada, en el mejor lugar de Buenos Aires. Tiene muchas pertenencias, y se la custodian tres gatos grandes, de mirada dura. Un día pasé bien cerca de ellos a ver qué hacían y creí que me mordían…
Tiene los cabellos muy blancos, los ojos muy celestes y los dedos muy amarillos, y siempre va abrigada aunque haga calor, como todos los mendigos.
El está mareado, perdido y tímido, sentado en un banco de la plaza sin saber adonde ir. Sus ropas todavía no están tan mal, pero sí lo suficiente como para que ella se de cuenta qué cosa nueva le está pasando.
- ¿querés mate cocido?
El, primero dudó, pero lo cierto es que llevaba un día sin comer, entonces dijo que sí y se acercó a la escalera, a la mansión de ella. Los gatos le dieron paso, y ella un pedazo de pan. Más tarde fumaron dos medios cigarrillos, y él le contó su historia de abandonos y locuras. Ella lo escuchó en silencio, y cuando él le preguntó sus como, sus cuando y sus por qué, no contestó. Es que hacía tanto tiempo que vivía allí, que lo había olvidado. O eso le dijo, al menos. Pero a cambio le mostró mil tesoros encontrados en la basura, con ademanes exquisitos.
-Es hora de ir a la cama
Y se metió en su tiendita. A él lo dejó afuera en la noche de otoño todavía tibia, pero le dio un pequeño colchón despanzurrado. No fuera cosa que pensara en dormir con ella, que es toda una Señora.
Tiene los cabellos muy blancos, los ojos muy celestes y los dedos muy amarillos, y siempre va abrigada aunque haga calor, como todos los mendigos.
El está mareado, perdido y tímido, sentado en un banco de la plaza sin saber adonde ir. Sus ropas todavía no están tan mal, pero sí lo suficiente como para que ella se de cuenta qué cosa nueva le está pasando.
- ¿querés mate cocido?
El, primero dudó, pero lo cierto es que llevaba un día sin comer, entonces dijo que sí y se acercó a la escalera, a la mansión de ella. Los gatos le dieron paso, y ella un pedazo de pan. Más tarde fumaron dos medios cigarrillos, y él le contó su historia de abandonos y locuras. Ella lo escuchó en silencio, y cuando él le preguntó sus como, sus cuando y sus por qué, no contestó. Es que hacía tanto tiempo que vivía allí, que lo había olvidado. O eso le dijo, al menos. Pero a cambio le mostró mil tesoros encontrados en la basura, con ademanes exquisitos.
-Es hora de ir a la cama
Y se metió en su tiendita. A él lo dejó afuera en la noche de otoño todavía tibia, pero le dio un pequeño colchón despanzurrado. No fuera cosa que pensara en dormir con ella, que es toda una Señora.
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30 comentarios:
Me hice otras iluciones con el cuento, pero defiende su título, ella es toda una señora.
Parece que la "señora" encontró en el mendigo alguien a quien confesar el síndrome de Diógenes, pero la muy..."señora" se cree mejor por mantener su apartamento en la mejor zona de Buenos Aires.
Me ha gustado tu relato, tiene mucho de indignación.
Besos.
Por desgracia Marcelo, veo que en todas las partes nos encontramos esa triste realidad...El ser una señora no está reñido con que hable con los mendigos.... Pero, ella conserva la dignidad de vivir en un buen barrio...aunque la soledad vive con ella. Que tengas una buena semana..Un abrazo Angela
A lo mejor no es lo que parece... A lo mejor, vivir en la mejor zona no quiere decir vivir en una casa...
Me gusto mucho, Marcel.
Sabes, todas las noches cuando salgo de mi trabajo, hay una señora que esta sentada en las escaleras de la Catedral.
Plaza de Mayo.
Siempre me da mucha curiosidad, porque siempre esta alegre.
Besos.
(Cuak)
Me alegro.
A mi me pasa igual.
:)
Podemos perder las cosas materiales pero estamos en problemas cuando perdemos nuestra dignidad. Que dificil seguir siendo una señora en esa bonita escalera. Un beso
PD. Cuando leíste mi último post faltaba un link importante, no encontraba un texto adecuado donde se resuma toda la historia y por eso me demoré en ponerlo.
http://www.elamaule.cl/admin/render/noticia/20695
Para que entendamos que podemos prestarle nuestros organos
a quien los necesite, después que los dejemos de usar...por Felipe.
Hermoso relato. ¡Cuántas historias encerraran esas personas con las cuales nos cruzamos todos los días y que muchos ni siquiera se dignan a ver! En un momento así, que puede pasarle a cualquiera, nada mejor que encontrar compañía. Esa señora hizo una obra de bien.
Besos.
Me ha gustado mucho esta historia, por muchos motivos. Uno de ellos es que hoy he probado el mate por primera vez (justo vengo de tomarlo) y al leerlo aquí he saboreado con los dos como si también lo estuviera compartiendo.
Él debe estar feliz de haber conocido a esta gran Señora.
Y creo que algunos cómo, cuándo y por qué, no tienen respuesta, y es mejor no preguntarse ¿no?
Un beso.
Cada vez hay más Señoras y Señores que pasans sus últimos días viviendo a la intemperie.
Nos debería dar vergüenza a todos.
Saludos.
Yo siempre pedí a los dioses que no me convirtiera en una "bag lady"... ¡Qué tristeza de vida! aunque esté en el mejor barrio de Buenos Aires o de cualquier ciudad. Llegar a esos extremos tiene que ser espantoso... Muy buen post, triste, pero muy bueno. Ay... la vejez ¡qué lacra! Besotes mi querido Marcelo, M.
En el mejor barrio de Buenos Aires y en esas condiciones!,pero Marce a lo mejor ella es feliz así? yo tengo por costumre cuando voy al centro sentarme a conversar con una mendiga que está junto a la Iglesia de San Francisco al frente de la casa de gobierno,nos pasamos media hora charlando desde que yo tenia 19 años,ella deja de "trabajar" para conversar conmigo,ahora que soy casada con hijos voy menos seguido pero ella no me olvida,me ha contado su vida entera y como llegó a esta situación en la que está muy cómoda y feliz,y con la que sostiene toda una gran familia,es toda una empresaria! jejeje! lo cierto es que alguna vez tuvo mucho dinero,su esposo murió y todo se esfumó,pero ella dice que la pobreza le dió libertad y le creo porque siempre sonríe,está hasta muy tarde y duerme en la iglesia,sus nietos pasan a buscar el dinero pero no le dán un techo,sin embargo ella los ama ,cosas de la vida! a veces los gatos como los que tiene esta SEÑORA de tu texto son más fieles que la familia!
Tu escrito tan genial demuestra que aun en la pobreza la dignidad no se pierde,es una señora con todas las letras con esto tirás por tierra esos argumentos que unen tanto la pobreza con la delincuencia.Se puede ser muy pobre pero honrado! y tambien claro rico y ladrón! hay de todo,la delincuencia,la violencia,la desvergÜenza no son sinónimo de pobreza,de esos hay en todas las clases sociales.
Un abrazo Marce que tengas un bello domingo con los tuyos!
No me extraña esta generosidad y el interés que demuestra hacia este nuevo o futuro Homeless,como ella, esa es su grandeza...y su pudor...
Es lo que tienen, esta solidaridad, sin grandes demostraciones...
Precioso y emocionante relato, Marcelo.
Un beso.
Ay, mira que no decir nada de las fotos... Sí, ésas que están aquí a la derecha y que son a cual más bonita.
Pues ya está dicho, perdona el despiste.
Un beso.
Oi Marcelo,
acabo de chegar de uma praia deliciosamente de aguas moprnas aqui em João Pessoa, capital da Paraiba... delicias,,,
Hermoso cuento, me gustó, tiene una tristeza dulce.
¡Que sensibilidad Marcelo! ¡cuanta ternura!
Besos
Marcelo
"Toda una señora"; es decir, por mucha generosidad, no se olvida de cuidar su reputación e imagen ante los demás.
Un beso
bonito relato... pero como dice en el post anterior... ya ni sé si comenté lo mismo en otros dos o tres blogs...
no, de verdad, está bueno...
un abrazo
Hay una canción, no sé si la recordás, Marcelo, en la que un mendigo buscaba esmeraldas en la basura...
¡Qué historias guardarán esas personas que viven en la precariedad en las ciudades!
Quizás lo que más les duela sea la soledad.
Pasamos de la hilaridad del teatro breve a la melancolía de la sinrazón, sin escalas.
Diferentes matices tiene "La menor idea"
Muy buenas las fotos. No hay que olvidar las raíces ;-) ;-)
Un abrazo.
Antón.
Tierno y magnífico este relato, Marcelo. Son muchas las personas con una vida olvidada. Y están ahí.
Un beso.
Soledad.
Es que en ese margen del que nos habla muchas veces Pedro en su Acequia hay muchas historias escondidas. Y muchas señoras con más dignidad que muchos otros de traje y corbata.
Un abrazo
Rafa
P.D. Qué maravilla ver esas fotos. Muchas gracias.
Quizás todos son gatos. Como la dama y el vagabundo felinos.
Una historia simple que te deja pensando en muchas cosas.
Besos
Hay tanto escondido detrás de cada fachada.
Me encantó tu relato.
Eres un máquina
Besos
A su modo muy solidaria la señora mendiga con su colega. Los gatos eran de angora?
Beijos
Que linda história Marce!, confieso que me emocionó mucho.
Es mi primer visita a tu blog. ¡Y llegué para quedarme!
Me gusta todo: la estética, la música, el humor sarcástico, la invitación a la reflexión (como en este post en particular) y sobre todo la sensibilidad que se me queda en carne viva al leerte.
Gracias por haber pasado por mi rincón. Todo un hallazgo y un placer inmenso haberte encontrado. Te dejo besos.
Que triste realidad.
Es interesante la ficticia percepción de la vida de la señora. Ella se crea un mundo residencial y acomodado que es falso; que entumece su realidad y soborna su felicidad.
El inexperto del colchón aún no sabe de ese destino.
me entristece esta realidad en el mundo, muy buena narración.
¿No habrán cambiado las circunstancias durante la larga noche?
Un abrazo.
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