domingo, 14 de febrero de 2010
Calesitas: un asunto delicado
Ya he sentado posición en cuestiones arduas como las del mundo de las calesitas. Creo que los inversores enamorados del riesgo y que en su momento perdieron en los mercados emergentes, debieran pensar seriamente en este nicho (con perdón de los muertos que viven en dichos habitáculos, que seguro odian –por extrañarlos- los domingos en las plazas) Al fin y al cabo, no sé si aquí se gana mucho dinero, pero que se gana, se gana.
El asunto es que este domingo estaba muy contento en una plaza, porque me había encontrado en las alturas con Dante, un equilibrista de cinco años que se sorprendió porque yo también subí a la punta del juego que él creía reservado para niños. Mi alegría fue doble porque siempre supe que me encontraría con Dante, pero no con uno de tan corta edad ni en las alturas sino abajo, bien abajo.
Luego, en la calesita, estuve observando el pobre desempeño del calesitero y su sortija que, errática, unas vueltas era exhibida a la gula de los transportados y otras quedaba guardada, sin explicación alguna.
Viendo esa injusticia, El Cronista que les narra se sintió obligado a intervenir. Y así fue que le solicité al empresario calesiteril el correspondiente permiso para hacer las endiabladas fintas que llevan al ganador al máximo de los paraísos: sacar una vuelta gratis. En buen romance, lo que yo quería era manipular la sortija y entregársela al más pintado, aunque no fuera de mi sangre.
Con dolor debo decir que fui rechazado. Adujo el hombre una oscura explicación, olvidada en el pasado y dudosa: hace mucho tiempo un papá le pidió lo mismo, se lo concedió, y con sus manos inexpertas golpeó la frente de un niño con la sortija. El padre del accidentado increpó al improvisado y todo terminó con policías de por medio.
Yo sospeché. No me pareció sólida la excusa. Pero me fui sin cumplir mi antiguo sueño, el de dar la sortija (mejor dicho, dejármela arrebatar) al niño que más lo merezca. Igual, no tengo apuro y soy tozudo. Pero sé que hay placeres que no se pueden obtener, ni aguzando el poder de convencimiento, ni siquiera ofreciendo metales viles, porque como dice la propaganda de las tarjetas de crédito, hay cosas que ni el dinero puede comprar. Y una de ellas es convencer al calesitero para que nos deje dar la sortija en su lugar.
Un llamado a la solidaridad
Si alguno de ustedes conoce a un calesitero de sortija generosa, ruego que me lo hagan saber. No todos los sueños involucran fama, rubias platinadas o yates. A veces podemos ser Dios en la plaza que está cerca de casa. ¿O acaso no es Dios el dueño de la sonrisa de los niños?
El asunto es que este domingo estaba muy contento en una plaza, porque me había encontrado en las alturas con Dante, un equilibrista de cinco años que se sorprendió porque yo también subí a la punta del juego que él creía reservado para niños. Mi alegría fue doble porque siempre supe que me encontraría con Dante, pero no con uno de tan corta edad ni en las alturas sino abajo, bien abajo.
Luego, en la calesita, estuve observando el pobre desempeño del calesitero y su sortija que, errática, unas vueltas era exhibida a la gula de los transportados y otras quedaba guardada, sin explicación alguna.
Viendo esa injusticia, El Cronista que les narra se sintió obligado a intervenir. Y así fue que le solicité al empresario calesiteril el correspondiente permiso para hacer las endiabladas fintas que llevan al ganador al máximo de los paraísos: sacar una vuelta gratis. En buen romance, lo que yo quería era manipular la sortija y entregársela al más pintado, aunque no fuera de mi sangre.
Con dolor debo decir que fui rechazado. Adujo el hombre una oscura explicación, olvidada en el pasado y dudosa: hace mucho tiempo un papá le pidió lo mismo, se lo concedió, y con sus manos inexpertas golpeó la frente de un niño con la sortija. El padre del accidentado increpó al improvisado y todo terminó con policías de por medio.
Yo sospeché. No me pareció sólida la excusa. Pero me fui sin cumplir mi antiguo sueño, el de dar la sortija (mejor dicho, dejármela arrebatar) al niño que más lo merezca. Igual, no tengo apuro y soy tozudo. Pero sé que hay placeres que no se pueden obtener, ni aguzando el poder de convencimiento, ni siquiera ofreciendo metales viles, porque como dice la propaganda de las tarjetas de crédito, hay cosas que ni el dinero puede comprar. Y una de ellas es convencer al calesitero para que nos deje dar la sortija en su lugar.
Un llamado a la solidaridad
Si alguno de ustedes conoce a un calesitero de sortija generosa, ruego que me lo hagan saber. No todos los sueños involucran fama, rubias platinadas o yates. A veces podemos ser Dios en la plaza que está cerca de casa. ¿O acaso no es Dios el dueño de la sonrisa de los niños?
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21 comentarios:
Hola Marcelo:
Lamento no poder opinar sobre el tema... desconozco lo que son las "calesitas"...
Que tengas una feliz semana,
Luis
Algunos de mi generación (incluyendo quien le escribe) pusimos en riesgo la integridad física por la sortija (léase, nos tirábamos al estilo bungee) O sea, convertimos la calesita en un deporte extremo. Y el pícaro malandra que sostenía nuestra ilusión, siempre estaba dos pasos atrás en la próxima vuelta.
Ahora lo leo a Usted y veo que nada ha cambiado. Insista, pero no se haga muchas ilusiones. El cargo de calesitero pasa de generación en generación como una sociedad secreta…
Un beso!
No me diga que el empresario calesiteril no sucumbió al vil metal? O es que usted no probó con dinero?
De ser así, ambos debieran formar un partido político y hace juntos, no solo el sueño del pibe que se lleva la vuelta gratis, sino también la de tantos que nos asqueamos de tanta corrupción.
Prometo avisarle si encuentro a quien tenga la sortija generosa, pero le diré cronista que Dios no solo es dueño de la sonrisa de los niños, también es dueño de sueños como los suyos.
Habrá que pedirle a ver si se lo concede.
Abrazo en este día donde muchos comen delate de los pobres.
Pregunto, ¿Podrá Dios hacer algo por este asunto?
No.
No creo que sea Dios el dueño de la sonrisa de los niños.
En todo caso, ése es un tesoro reservado para algún maravilloso poeta soñador cuando vea realizado su sueño.
Letras mágicas sobre un carrusel al tono.
Divino POST !!!! Loco DIVINO.
Besos -muchos- Marcelo.
SIL
¡Qué bonito el nombre de "calesitas" para los tiovivos! Eso de la sortija, recuerdo cuando ibamos a Hendaya, Francia, de pequeña, existía un aro que tenías que agarrar. Un dia me ¡¡tocó a mi!! y no te puedes imaginar la alegría que me dió. Me sentí la niña más feliz del mundo y tuve mi otra vuelta gratis. No sé si el invento será argentino o francés. En España no existía. De eso me acuerdo muy bien porque me encantaban las "calesitas". Besotes, M.
Marce, creo que encontré algo de solución!
Sos el indicado, largá abogacía, a dar sortijas nene.
Aquí para vos
http://isabelestercitalew.blogspot.com/2010/02/el-misterio-de-las-calesitas.html
¡Qué mundillo este de las sortijas en los tiovivos! Yo no tenía ni idea y me he leído los dos artículos con curiosidad para ponerme al día. Estoy de acuerdo contigo en tu teoría de que los niños no se motivan si tienen fácil la obtención del premio y que, hoy en día, obtienen con desmedida facilidad todo lo que se les antoja.
En cuanto a ti. No cejes en tu empeño y sigue acudiendo a las calesitas hasta que desentrañes su misterio.
Un saludo
le voy a explicar, Cronista.
su preocupación se me hizo pena y me fui cabizbaja, porque además es lunes, nublado y encima, capaz que hay sopa al mediodía.
pero despues, con las noticias de estercita, se me iluminó la memoria y ude hacerle este ofrecimiento que vengo a hacerle también a usté:
"y cuando encuentre el documento, estercita querida, deje que la acompañe por si algún mauricio hubiere adoquinado el potrero invisible, trasladando las calesitas hasta algun chatarrero del conurbano, que en esas cosas si que se ponen de acuerdo.
soy socia de la secreta sociedad de los que aun sueñan con la sortija que sacarán mañana y algunos han crecido enojados y musculosos".
la unión hace sonar todos lo timbres!
besos!
y gracias por haber originado tanta arenita en los ojos.
Hola Marcelo:
En Chile tampoco hablamos de calesitas, pero es una palabra que conozco desde niño gracias a los tangos.
Abrazo.
La sortija de la calesita! que lindo! por aqui ya no se usa y me dá pena porque era una alegría extra ya que además de cabalgar en un pegaso tenía la posibilidad de ganar algo!Me trajiste muy buenos recuerdos.
Maece ,si alguna vez encuentro un calesitero que quiera cumplir tu sueño te aviso ,un abrazo!
Jajajajajá! Thanks so much Chief Manager and Director!!!! “Rules are made to be broken"
Un beso grandote!
Marce, yo llegué "vía Estercita"... anduve en calesita (en Uruguay les decimos calesitas también) pero jamás me dieron una sortija. Eso nos da la pauta de que efectivamente hay una conspiración como dicen uds.
Yo.
Yo.
YO.
Hay un señor muy amable que te deja si le caes simpatico, esta en la Plaza Garay... Ahí cumpli ese lindo sueño de tener la manija y la sortija cuando Francisco era mas pequeño.
Bue claro ya pasaron muchos años querido Amigo Marcelo.
Pero quien dice todavia le quede ganas si esta de prestarte un rato la ilusión.
Besotes.
Pues se dicen "los cacharritos" por aquí. Pero he entendido.
Nunca me dieron más que una vuelta, eso sí, larga o corta dependiendo de la demanda...
De niña no era afortunada. De haber existido esto de las sortijas aquí, nunca me habrían dado una...Una vez siendo niña, recuerdo, me echó un guarda de los columpios de tan alta que era. Tal vez si... ¿Las sortijas las echaban al aire...?jaja
Besos Marcelo.
En la plazita de florida, ahí donde en el barrio nos conocemos desde siempre. El negro Germán, zaguero impropio de cualquier picadito callejero, es el calesitero. Por vaya a saber uno porqué esos amigos de la infancia están siempre. Ese, te da la sortija. Eso si, la condición, en toda negociación la hay, es que sepas algo de la vecina de la otra cuadra.
buenisimo Marcelo,
como siempre bah.
En mi barrio, San Isidro había dos calesitas en dos plazas, separadas por 5 cuadras. Los calesiteros eran gemelos, que hoy tienen unos 60 y pico. Una de las calesitas fue sacada. Queda solo una. No sabemos aún cual de los dos es el calesitero. Todos creemos que se turnan. difícil distinguirlos. En el lugar de la otra calesita hoy tenemos unos simpaticos jipis que tocan el bongó a la hora de la siesta. Prefería a Xuxa
Un sueño más que se nos fue querido Marce. Qué bueno que fuimos niños antes!
LLora la calesita... de la esquina sombría"...
A mi núnca me tocó la sortija pero... no pierdo la esperanza
Vamos socio, lo invito a dar vueltas yo elijo el caballito... y usted?
Saludos desde la calesita que tenía
un judío errante...en Bahía Blanca.
Mrace...hágamos una movilización, levantemos las pancartas, Marcelo a dar la sortija. Arriba el Robin Hood de la calesita...
Ay, yo que tuve un tío calesitero, sé lo que es sufrir por la sortija. Manolo no quería dármela porque decía que era injusto, si yo daba vueltas todo el día sin pagar...jajajá. Después llegamos a un acuerdo, cuando sólo quedábamos los primos dando vueltas gratis, él se ponía firme ahí para dejarnos sacar la sortija, jajajá.
Lindos recuerdos...te ganaste un beso
Confieso que me gustaria mucho volver a subir a una calesita =)
La verdad que la única vez que me ganè la sortija fuè cuando el calesitero era amigo de mi viejo, o sea que no vale , muy bueno el blog Gaby de el archivoscopio
http://blogs.lanacion.com.ar/archivoscopio/zapping-del-ayer/calesitas-un-boleto-a-la-alegria/
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