miércoles, 21 de abril de 2010

Dos entierros prematuros





Tiempo atrás leía en “El Escarabajo”, de Manuel Mujica Lainez, la terrible historia de una florentina medieval:

“Los mozuelos salmodiaban a dos voces la extraña historia de Ginevra degli Almieri, la que poco después de su boda con el hombre a quien no amaba, fue enterrada viva, pues la creían muerta por la peste; la que tornó a abrir los ojos, abandonó la soledad y el espanto del sepulcro, acudió a las casas de su esposo y de su madre, que la rechazaron, suponiéndola un espectro; la que por fin buscó refugio en el hombre a cuyo amor y matrimonio su familia se había opuesto, el cual la reconoció, le brindó amparo y ternura, y la ganó por mujer legítima, cuando su madre y esposo repudiantes se presentaron para reclamarla ante el propio Obispo”

El último domingo se me dio por revisitar el cuento de Poe que refiere esto: “En el año 1.810 hubo en Francia un caso de inhumación prematura, rodeado de circunstancias que justifican ampliamente el aserto de que la verdad es más extraña que la ficción. La heroína de la historia era mademoiselle Victorine Lafourcade, una joven de ilustre familia, rica y de gran belleza. Entre sus numerosos cortejantes se contaba Julien Bossuet, un pobre littérateur o periodista de París. Su talento y afabilidad general lo habían señalado a la atención de la heredera, quien parecía haberse enamorado realmente de él, pero su orgullo de casta la decidió, por último, a rechazarlo y a casarse con un tal monsiueur Renelle, banquero y diplomático de cierta distinción. Después del matrimonio, este caballero descuidó a su mujer y quizá llegó a maltratarla de hecho. Después de pasar juntos algunos años desdichados, ella murió; por lo menos, su estado semejaba tanto la muerte que engañó a todos quienes la vieron. Fue inhumada no en una bóveda, sino en una tumba común, en su aldea natal. Lleno de desesperación, y todavía inflamado por el recuerdo de su profundo cariño, el enamorado viaja de la capital a la remota provincia donde se encuentra la aldea, con el propósito romántico de desenterrar el cuerpo y apoderarse de sus exuberantes trenzas. Llega a la tumba. A medianoche desentierra el ataúd, lo destapa y, en el momento de desprender el cabello, lo detienen los ojos de la amada, que se abren. La mujer había sido enterrada viva. La vitalidad no había desaparecido del todo, y las caricias del enamorado la despertaron del letargo que fuera equivocadamente tomado por muerte. El joven la llevó frenético a su alojamiento en la aldea. Empleó ciertos poderosos reconstituyentes aconsejados por no pocos conocimientos médicos. Al fin, ella revivió. Reconoció a su salvador. Permaneció con él hasta que, lenta y gradualmente, recobró toda su salud. Su corazón no era empedernido, y esta última lección de amor bastó para ablandarlo. Lo entregó a Bossuet. No volvió más junto a su marido; ocultando su resurrección, huyó con su amante a América. Veinte años después, los dos regresaron a Francia, persuadidos de que el tiempo había cambiado tanto la apariencia de la señora que sus amigos no podrían reconocerla. Pero se equivocaron, pues al primer encuentro monsieur Renelle reconoció, efectivamente a su mujer y la reclamó. Ella rechazó el reclamo y el tribunal la apoyó, resolviendo que las peculiares circunstancias, junto con el largo lapso transcurrido, habían abolido, no sólo desde el punto de vista de la equidad, sino legalmente la autoridad del marido”
(Edgar Allan Poe, “El entierro prematuro”)

Asocié ambas historias inmediatamente. Lo primero que pensé es si Poe no habría inventado a mademoiselle Lafourcade, porque su entierro prematuro se parece al de Ginevra: hay un matrimonio infeliz; un tercero, enamorado e inicialmente dejado a un lado; un marido que reclama la propiedad de su esposa; y la justicia (de Dios o de los hombres) que sorpresivamente falla en contra de la continuidad de una institución pilar de la civilización como es el matrimonio.
Busqué en Internet la conexión entre ambas heroínas, separadas por cuatrocientos años de historia, y nada encontré. Solicité la ayuda del científico de Río Cuarto, Dr. Herman Burmeister (políglota y dueño de un corpus de conocimiento que me ha resuelto más de una duda que supo desvelarme) Por las fuentes consultadas descubrimos que la historia de Victorine únicamente aparece en el cuento de Poe. Del mismo modo Bossuet, el littérateur, o Renelle, el malvado banquero, sólo parecen vivir en el relato del bostoniano inmortal.
La doble duda me mortifica: si Ginevra y Victorine fueran los dos nombres de una misma historia, decenas de estudiosos ya lo habrían advertido antes que un tipo leyendo al sol una tarde de domingo del año 2.010. Pero en el caso contrario, ¡debería haber alguna referencia histórica comprobable sobre un suceso estremecedor ocurrido en Francia hace apenas doscientos años!
Me agrada pensar que la literatura falsea hechos reales, pero también hechos falsos. Tal vez existió Victorine y no Ginevra, cuya historia se ubica a fines del lejano siglo 14. Quizás no existió ninguna, o por qué no creer que existieron ambas.
Pero la hipótesis que más me gusta es esta: Poe conoce la historia real de Ginevra y decide reescribirla, aunque la use sólo como un antecedente que refiere su narrador. En su versión le da un papel más importante a monsieur Bossuet, que no acepta pasivamente la muerte de su amada como Rondinelli, el enamorado de la florentina. Y así, libra a Victorine del oprobio de ser rechazada en su casa y también en la de sus padres, confundida con un espectro. Este enamorado que va al cementerio a medianoche, desentierra el ataúd y lo destapa para llevarse un recuerdo de su amada; al verla con vida la rescata, la cura y luego cruza el océano con y por ella ¿no es acaso más poético que aquel oscuro signore italiano que apenas le abrió la puerta de su casa a una mujer desesperada?







21 comentarios:

Merche Pallarés dijo...

Tétricos relatos pero puede que Poe se inspirara en la primera historia, tienes razón, pero a mi tambien me ha gustado más la historia de Edgar aunque en los dos casos el ser enterrada viva da un ¡repelús! Besotes, M.

Cristina dijo...

No hace mucho leí que en un cementerio evangélico de Chile ofrecían atáudes con alarma, para que en caso de un entierro por error, el cajón suene si el
no-muerto se mueve. Explicaban que la idea surgió porque en algunas exhumaciones se encontraron ataúdes golpeados por dentro. Estas historias siempre circularon por mi pueblo, pero nunca nadie las pudo comprobar. Sí se han verificado los casos las mujeres enterradas vivas en un matrimonio infeliz: muchas nunca se dieron cuenta, a otras les sonó la alarma a tiempo, y unas pocas fueron rescatadas por un enamorado con el valor de Julien Bossuet.
Hermosas historias de amor y
no-muerte nos ha traido!
un beso

Beatrice dijo...

Y ya que hablamos de criptas y estamos en el XIX, date una vuelta por La Resucitada de la gallega Emilia Pardo Bazán.
http://www.ccgediciones.com/El_Serial/ClasicosSiglo19/bazan3.htm
El final es muy bueno.

Susana Peiró dijo...

Bueno, “quizá, los enigmas sean más importantes que las soluciones” (JLB) Lo indudable es su carácter estimulante!
Muchas Gracias por compartir con nosotros este sabroso material e interesantísimos personajes!
Un beso.

Lena yau dijo...

jo...viví esta historia de cerca...

me dio escalofríos leer y recodar lo que fue...

afortunadamente, se resucita..

Un beso serpentinero, Ch. P.!!!!!!

Mariela Torres dijo...

Me gusta esta investigación que has hecho. Yo no sé qué creer, pero de lo que estoy segura es que a Poe esa historia le debe haber provocado un gran impacto, ya que otros cuentos también se relacionan con esto, como El gato negro.

Saludos.

SIL dijo...

Ciertamente tu hipótesis es la más atinada, si de belleza poética hablamos.
No pude pestañear mientras leía tu publicación de hoy.

En cualquier caso, no veo ilícito en la supuesta inspiración de Poe en el suceso anterior.
Y aún más, si logró embellecer la historia.

GRACIAS, Marcelo.

GRACIAS en todo el sentido que la maravillosa palabra abarque.


Beso

SIL

Merche Pallarés dijo...

Te contesto sobre Selmita en mi blog. Besotes, M.

Susana Peiró dijo...

Buenos Días. Noblesse oblige , estuvo acertado en enfocar los personajes masculinos, en especial el “pobre littérateur”. Si damos por cierto que el cuento de Poe se “desprende” de la vieja leyenda italiana, Poe conservó el perfil de la ragazza original (las estáticas virtudes que condensan “todas” las virtudes en una mujer: belleza, familia ilustre, rica)y se las proporcionó a Victorine. Pero evidentemente no le agradó el anodino perfil de Antonio Rondinelli, desabrido, papafrita y resignado.
El bostoniano dictó justicia: desesperó a Bossuet, lo inflamó de recuerdo y cariño, le dio acción con ese episodio exquisito de apoderarse de las exuberantes trenzas…y claro, también nos regaló un héroe, creíble, digno de una noble resucitada.
Aunque cada uno de nosotros elabore su propia teoría sobre los Dos Entierros Prematuros, lo más importante es que Usted abrió la puerta de la investigación y nos propuso pensar en el misterio, algo hermoso desde luego, y digno del alumno del eximio Maestro.
Saludos Cordiales.

Luis dijo...

Hola Marcelo:
Ayer estuve de entierro de un familiar directo y hoy leo tu relato... Mañana opinaré más tranquilo...
Saludos,
Luis

esteban lob dijo...

Saludos Marcelo:

Iba a escribir otra cosa, pero me llamó la atención lo que dice nuestro común amigo catalán sobre la muerte de un familiar directo suyo (mis condolencias), y el no poder todavía opinar tranquilo.
¡Lo comprendo!

Un abrazo.

Fernando Terreno dijo...

Marcelo:
Te has hecho acreedor al Premio Rastreador Calivar!
Hay que tener ojo para encontrar las huellas por las que pasó Poe. Impecable la hipótesis.
Además, quiero decirte que me gusta mucho el humor presente en los trozos seleccionados. A propósito, ¿quién es el autor del primero de todos?
Saludos

BLUEKITTY dijo...

Escalofriantes relatos. Escuché varias veces ya sea en mitos urbanos o al leer cuentos como estos, sobre los enterrados vivos. Me da un terrible espanto sólo imaginarlo.
Sé que hay una enfermedad que no recuerdo el nombre, que supuestamente el que la padece puede ser confundido con un muerto.

Tenebroso!

Cristina dijo...

Interesante debate el que nos trae su costado, con ese párrafo de Borges en Sur. De todo encuentro de lenguas y culturas debiera resultar esa síntesis enriquecedora, si nos manejamos "con buen escepticismo, y sin supersticioso temor".
un beso

TORO SALVAJE dijo...

Sin duda me quedo con el relato de Poe.

Cierto o no.
Eso me da igual.

Saludos.

andal13 dijo...

Interesantísimo enfoque de estas ¿dos? historias.
Hace muchos años leí "El escarabajo" y recuerdo que me había gustado muchísimo... y hace unos días atrás Dolina contó la historia de Ginevra.

Ya una no puede ser enterrada viva tranquila, sin que la tilden de imitadora!
No hay caso: no hay nada nuevo bajo el short!

La candorosa dijo...

Entonces, bien podríamos decir que esta historia puede haber llegado a don Poe, como un mito -lo que para nosotros sería hoy, una "leyenda urbana"- pues, esto de mandar vivos a la tumba a más de un personaje de interesantes historias de amor resultó ser tema de interés ¡¡por varios siglos!!

Saludos!

Silvia_D dijo...

No sé si será coincidencia... corren muchas leyendas urbanas de ese tipo, quizás también en esos tiempos y con más razón, debido a errores clínicos.
Me quedo con la historia de Poe, uno de mis favoritos y primeras lecturas de mi juventud.
Gran exposición, viejito :P
Besos, y feliz fin de semana!

Taller Literario Kapasulino dijo...

Interesante reflexión Marcelo.

virginia piñon dijo...

La duda mia es: de donde es esa tumba?? porque Poe no vivió 26 años!

Marcelo dijo...

Virginia
La segunda fecha da cuenta del nuevo monumento funerario. Por murió en 1.849 (cuando vi las dos fechas también dudé)

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