Pero esa mañana, al contemplar el cadáver de su esposa sobre la cama, titubeó. Prendió un cigarrillo, y se apoyó sobre la cómoda a meditar.
Al rato buscó el teléfono. Primero reservó la sala de la cochería de la esquina. Después le avisó a su jefe que esa noche no iría a trabajar.
5 comentarios:
Vamos... pura rutina :) Muy bueno, Marcelo.
Gracias por tus comentarios. Te invito a que pases también por mis otros dos blogs, Nómadas y Vida y Sendero. Los textos son algo más largos y de temática diferente.
Un abrazo,
muy buenos tus cuentos.
Maria Laura
Un tipo medido hasta el extremo.
Muy bueno, Marcelo.
Gracias por tu visita en "Sigo esperando...", me alegro que te hayan gustado los microcuentos de seis plabras.
Si tienes tiempo, puedes darte una vuelta por "2 Centenas", allí pueder leer algunos experimentos de 200 palabras.
Saludos
Me encantó. Tiene las palabras justas. Nada sobra, nada falta. Dice todo y más.
¡¡Oye, yo me llamo Renato Sosa, vivo en México, y si hablamos de derechos de autor yo nací antes de que se te ocurriera hacer tu cuento!! pero gracias por hacer que pudiera encontrar mi nombre en un cuento, felicidades.
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