jueves, 24 de julio de 2008

Argentino en Nueva York (II)

Me dí cuenta que no me tomarían en serio en Nueva York, cuando en el pequeño bus del aeropuerto La Guardia el chofer, luego de dejar a los distinguidos huéspedes del Waldorf Astoria y el Sheraton y ser yo su último pasajero, se sintió liberado, encendió primero la radio a todo volumen y al ritmo de rap, y luego un cigarrillo que me convidó, para continuar un largo y trabado viaje por Manhattan Sur, hasta que se frenó de golpe y me dijo que llegamos. Le pregunté si estaba seguro porque no veía ningún hotel, y él insistió que sí, que aquel era mi hotel. Mi hotel tenía una puerta pequeña, con un portero eléctrico que se abrió enigmáticamente.




La puerta dio paso a una escalera que me hizo acordar al último piso de la película “¿Quieres ser John Malkovich? Ese piso donde había que agacharse. También me recordaba las obras de aquel pintor que dibuja escaleras torcidas, que marean, no recuerdo su nombre, o un tipo que ve reflejado su rostro en una bola de cristal…El asunto es que llegué al hostel demasiado temprano, y tenía que esperar, pero me dijeron que no había problema en dejar la valija en el subsuelo, y allí dejé la mía. Cuando ví la montaña de maletas sin número que las identifique, tomé mi pasaporte y me despedí de mis futuras ex pertenencias, convencido de que jamás las volvería a ver...




Y así fue que salí dispuesto a defender los escasos dólares recibidos en pacto leonino a cambio de muchísimos pesos, y con mi estómago anhelante, me fui directo a por Pequeña Italia. Mi imaginación demandaba una mesa en la vereda, sin importar que fuera enero, un mantel a cuadros rojos y blancos, unos fuccile y chianti, y una canzonetta de fondo…Yo amo las películas de mafiosos ¿Aparecería Don Corleone o Santino? ¿Tony Soprano? Pero la realidad es que Little Italy había perdido la batalla, y los vencedores eran los chinos, que reinan en toda la zona: escuelas chinas, mercados chinos, restoranes chinos, todo chino. Incluso el famoso enclave de los cinco puntos, el de la gran peli "Pandillas de Nueva York" ahora es chino. Así es que desistí de mi primera idea y me puse a buscar donde comer, eran las dos de la tarde y estaba muerto de hambre…Entonces lo ví. Era un restaurante angosto, a la calle sólo la puerta y una pequeña ventana. Pero estaba lleno. Eso y los precios de la cartelera me convencieron a entrar.Cuando lo hice, un amable vietnamita me preguntó si estaba solo. Le dije que sí, y me dijo que tendría que esperar un buen rato, a no ser que….La verdad es que no le comprendí. Imaginen que era un vietnamita hablándole en un pésimo inglés a un argentino que lo hablaba peor. El asunto es que contesté que sí, con la convicción de quien todo lo ignora. Me dijo que lo acompañara, atravesamos el salón, y al final, una cortina disimulaba un pasillo oscuro. Seguimos y me encontré con un salón más pequeño que el primero, donde había sólo una gran mesa redonda con orientales que comían en silencio. Cuando vi el cuadro me quedé helado. Solo, el primer día en una ciudad desconocida, en el salón de atrás de un restaurante vietnamita, rodeado de corteses hombres de oriente que inclinaron sus cabezas al verme entrar, mientras comían solos también, y obviamente con palitos. Me inquietó pensar en la irrupción de mafias rivales, como la italiana o la china (sabía que la vietnamita no es precisamente samaritana)
Pero nada de eso ocurrió. Fui al baño y me lavé la cara, mientras deliberaba nervioso si me quedaba o me iba. No lo tenía decidido cuando volví a la mesa compartida, pero ahí me esperaba el mismo amable vietnamita que me recibió, preocupado porque me había perdido de vista. Me dejó dos cartas para que eligiera mi comida, lo cual me resultó un enigma indescifrable, porque ambas tenían el mismo menú. ¿Será que tienen precios distintos según sea almuerzo o cena? No pude acertar y le pedí arroz con frutos de mar, y cuando las cerré me di cuenta de la diferencia. Una tenía tapa verde, y la otra roja. Ahí recordé lo que alguna vez me habían dicho de la comida vietnamita, que es tan sabrosa como picante, y me encomendé al hada Au Co...Por supuesto que le había marcado la del menú rojo, y al rato mi anfitrión volvió con un plato de arroz con abundante cantidad de mariscos. Cavilé un rato y me incliné por los cubiertos occidentales: uno no debe intentar ser lo que no es, me dije…¡Y fue una fiesta! Es verdad que la segunda cerveza la pedí de inmediato, pero aún recuerdo esos sabores únicos, picantes, irrepetibles…La cuenta fue de veinticinco dólares, no crucé palabra alguna con mis compañeros de mesa, que me despidieron respetuosamente. Jamás volvería a comer por esa suma en los tres días que pasé en Nueva York.



Luego continué paseando por la tarde/noche neoyorquina. Aún estaba el famoso árbol de navidad del Rockefeller Center...



Una vuelta más para comprar regalitos "m & m", y después sí, a descansar tras un día agitado en el confortable pero algo extraño hotel...



Subí las escaleras antiquísimas, que crujían ante cada paso, y llegué a mi cuarto. Era el único individual, los demás eran compartidos. La opción era: o un cuarto con cama doble sin baño, u otro compartido con otras cinco personas, con baño. Elegí el primero. Tenía T.V., y como estaba acelerado luego de mi primer día, la encendí...Todo lo previsible: CNN, varios canales hispanos, películas y un canal porno...gay.
Miré la programación y era de 24 horas. No tengo nada contra ninguna manifestación de cualquier tipo, pero me quedó la idea del por qué solo era cine gay. De pronto pensé que nunca me había cruzado con nadie. El hotel sólo tenía una pequeña ventana vidriada donde una chica te recibía, y te pasaba las llaves, que luego no se devolvía más...No dio para mucho el espectáculo, alcancé a ver cómo hacen los strippers para mantenerse en "posición" en forma continuada (no lo cuento por si hay personas impresionables, de familias tradicionales o de pocas inquietudes científicas)
Debo confesarles que me costó dormirme. Entre el viaje en avión, solo desde Chicago, más el paseo, más la comida vietnamita, más el porno gay del hotel sin gente, no conseguía conciliar el sueño...
Encima la escalera empezó a crujir como nunca durante el día, y después de medianoche oía mucha gente subir y bajar (no tenía elevador, por tratarse de una casa antigua)
Si dormí dos horas fue mucho, y fue la primera vez que me desperté en la misma posición en que me dormí: derecho y boca arriba. Era como una especie de Jesucristo, pero en lugar de estar colgado en la cruz, parecía clavado en la cama. Me pregunto a qué no querría darle la espalda...
Transcurrieron las noches siguientes sin más sobresaltos, y para volver al aeropuerto contraté el mismo servicio de combis, y oh sorpresa… Me vino a buscar el mismo caballero de la ida, quien llegó con un cigarrillo en la boca, sonriente, con su rap a todo volumen, hasta que llegamos al Waldorf Astoria. Allí recuperó la compostura, y siguió el camino hasta La Guardia silencioso y recatado. Por cierto…a mi valija no le faltó nada…

16 comentarios:

fritus dijo...

Amigo...a mi también me hubiera dado malas vibraciones el puñetero hotel de marras...y una làstima lo de Little Italy ahora Little China o Vietnam, en fin...

Yo creo que el canal debía ser porno sin más, lo que ocurre es que tuviste la mala suerte de hacer zapping en el momento en que daban una peli para gays...no sé, digo yo? o eso o el hotel estaba especializado?...en fin,

begoyrafa dijo...

Qué experiencia Marcelo. Y por lo del Waldorf Astoria no te preocupes, me dijo alguien que había soñado que había pasado una noche allí que ya no es lo que era, que ahora dejas entrar a cualquiera. Qué envidiqa de menú cn lo que a mí me gusta el picante y probar cosas nuevas.
Decididamente, serás nuestro guía. Y con lo de venir a España, ya sabes un día a Málaga y el resto para Asturias.

Un abrazo
Rafa

Martine dijo...

Marcelo si quieres encontrar esa Italia que buscabas, no lo dudes, cruza el charco y ve directo a Napoli, a Sicilia o a Calabría son tres versiones algo diferentes
( la última la más peculiar...)de la Cosa nostra...
En Pompeya mismo, la nueva, he podido ver personajes similares a los Corleones paseando ufanos con los bolsillos sospechosamente abultados, zapatos bicolores y sus esposas con abrigos de pieles y joyas... Como en el Chicago que soñabas encontrar... Es más, entré en una joyeria para comprar el famoso "cornetino" y sobre la mesa el propietario tenia al alcance de la mano... Una pistola...Y no salí corriendo...

Me esperaba algo distinto de tu noche en el hotel, y creo que tu tambien ;-)

Y para comer otra vez busca un restaurante donde te sirvan una buena paella, no hay color...

No sé como resultará mi comentario,algo incoherente puede ser pero es que el café que acabo de tomar, muy cargado, aun no me ha hecho efecto...

Un beso Marcelo.

PD:Paella con embutidos y queso como entrantes, y lambrusco o champagne o ambos eso sería una buena cena!!!

CarmenS dijo...

Esto parece un argumento de una película cuyas imágenes casi imagino de antemano. El título lo has puesto tú ya: Un argentino en Nueva York, como decía la entrada anterior.
Me ha resultado interesante la jornada

Camille Stein dijo...

he disfrutado un montón leyéndote, como siempre... me ha encantado cómo has descrito esa primera noche tan llena de emociones de todo tipo... por un momento pensé que se iba a complicar el asunto en el restaurante vietnamita...

me has recordado a Griffin Dunne en 'After Hours', de Martin Scorsese, y su noche tan especial :)

un abrazo

begoyrafa dijo...

Vaya por Dios, ves lo que te decía que tiene esto de los blogs para un espíritu curioso, After Hours; en España la titularon, !Jo, qué noche¡, a poner a la mula a trabajar para volver a verla.
Un abrazo
Rafa

marichuy dijo...

Marcelo

Me encantó el relato de tus ¿desventuras? en New York,
anyway como dirían los gringos,
me encantó.

Pero estoy de acuerdo con Selma, tendrías que cruzar el charco y ya entrados en gastos, de Nápoles a Sicilia no está lejos... como sea mientras escuchar El padrino no está mal... como consuelo.

Saludos

PS Muy buena música,

Anónimo dijo...

Qué bueno leerte, seguir tu aventura, tomar prestada tu mirada,reconocer lugares, ¡¡¡y verte a ti!!!!!
Muchos besos, Marcelo

angela dijo...

Marcelo, conozco Italia y sólo puedo recomendarte que vengas a Europa y que recorras la eterna Roma, Napoles o Sicilia, te gustarán, te encontrarás tipos de los que a tí te gustan... y te llevarás para tu tierra sensaciones y aventuras que anhelas.
En mi blog tengo mi casa de campo donde estoy , ella te recordará un poquito la Asturias de tus antepasados. Gracias por contarnos tus vivencias de una argentino en Nueva York, curioso título cuando menos novelable...Un abrazo.ANGELA

Marcelo dijo...

Daniel: nunca lo sabré, pero como mìnimo era un festival, porque según el programa del cable era en continuado...Eso sí, después vi que era un hotel común...
Un abrazo!

Rafa: si hubieras estado ahi todavía estamos en el vietnamita comiendo. Y lo del Waldorf, me deja más tranquilo. Y tengo la certeza que nos vamos a conocer!
Un abrazo

Selma: me gustan las pelis de mafiosos, pero creo que si de verdad los veo en directo salgo corriendo...El comentario es totalmente coherente, además de injusto, porque me diste hambre con todas esas exquisiteces...
Un beso!

Marcelo dijo...

Gracias cecilia! Y contarla me permitió rrevivirla...

Hola Cemille! Siempre un gusto leerte. Voy a buscar la peli!
Un abrazo y gracias.

Rafa: si los dos la recomiendan, más razón para verla!

Marichuy: vos que los tenès tan cerca...se deben ver de otra manera, no tan ingenua, porque los deben padecer también. Italia tendrá que esperar hasta que conozca España, pero claro que me encantarìa conocerla! Te gustó la música del Padrino? a mi también...

Marcelo dijo...

Brujaroja: qué bueno que pudiste ver esta entrada! Realmente quería que lo hicieras.
Un beso

Hola Angela! Como decía más arriba, me gustan las pelis, pero los mafiosos me dan el miedo que le dan a todos...Iré a ver esa casa!
Un beso

marichuy dijo...

Marcelo

¿Tener cerca a los gringos?

Ha sido nuestra eterna contradicción; una relación de amor odio con ellos. Compartir frontera con USA, padecer sus políticas intervencionistas -que no funcionarían igual si no tuviésemos presidentes mexicanos lamebotas-, es suficiente para modificar cualquier perspectiva hacia ese país.

¿Me gustó la música del Padrino? Adoro El Padrino, está en mi top fílmico de toda la vida; pero también me encanta Sting.

Saludos

saludos

Marcelo dijo...

Marichuy: Con sólo ver la frontera original entre ambos países, se entiende perfectamente lo que decís. Fritus la tiene en su blog, y es impresionante.

m.eugènia creus-piqué dijo...

jajajajajaaaa, como me he reido Marcelo, parecía estar viendo una pelicula , vaya,vaya con tu aventurita en Nueva York, suerte que dejaste a la familia en Chicago pues se hubieran muerto del susto, que bueno lo del restaurant !

Pame Recetas dijo...

Fuecomoteníaqueser querido Marcelo. Una visita más convencional no van ni contigo ni con Nueva York!

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