Nuestro detective estaba perplejo. Todavía no había conseguido digerir que un tipo que lo ubicó por la guía telefónica le hubiera dejado un millón de dólares en diamantes y cien mil dólares en efectivo para averiguar algo que su esposa le diría una hora después. Y ahora debía decidir qué hacer con las joyas. Pensó en ganar tiempo.
- Démelos a mi.
- Y qué haría con ellos? Si los luce en la fiesta tendrá un problema con su marido. Y si no, lo tendrá con Agostino…
- Es verdad, Ud. es muy inteligente. Tenemos un problema, encanto.
Toda la frase le retumbó en la cabeza como un escalofrío. Sabía perfectamente lo que significaba: una invitación. Pero lo que más lo inquietaba es que ella no parecía preocupada por poner en riesgo su matrimonio y su vida. Nadie, pero nadie, le hace un desprecio a Agostino. Ni siquiera una chica platino como ella.
Odiaba tener que caer en las manos del Zurdo, pero no tenía opción. Sabía que solamente él podría chequearle toda la historia, empezando por el contador, siguiendo por el romance y terminando con los diamantes. El Zurdo también hizo un par de llamadas y le dijo que el cuento era verdad.
- Hola, Contador? Le habla el Detective. Tiene Ud. razón. Los diamantes los envió Agostino. Disculpe que se lo diga brutalmente, pero tiene dos opciones. El lado bueno es que Ud. puede escoger. El lado malo es que no pintan muy bien ninguna de las dos. Dígame qué prefiere ser: ¿viudo o cornudo? Porque si mañana su esposa luce los diamantes en la fiesta, su vida y la de ella no corren peligro. No sé como se lleva con las cuestiones del honor y esas estupideces. En cambio si no los luce, o no van, le aseguro que la vida de su chica platino no vale nada. Y si encima Ud. los devuelve, la suya tampoco.
Al rato, el Contador estaba otra vez en la oficina del Detective. Fue a buscar a su esposa, y también a llevarse los diamantes. Estaba serio, pero no furioso. Tal vez fuera miedo, o que se sentía acabado. Tuvo ánimo para pedirle al detective el dinero porque el trabajo no estaba terminado. Ya no tendría que entregar los diamantes, él se ocuparía de eso. Nuestro hombre dijo que jamás devolvía el adelanto salvo que él renunciara al trabajo, aunque en este caso tal vez hiciera alguna excepción, pero que lo resolvería un poco más tarde al ver cómo terminaban las cosas.…
Los acompañó hasta el ascensor, y luego se quedó un poco más en el pasillo. Era un elevador abierto, de los antiguos, por lo que escucharía perfectamente si el matrimonio peleaba mientras descendía. Sin embargo solo escuchó una risita. La de ella. En ese mismo instante se dio cuenta que la historia no podía terminar así, sin enterarse qué fuera a pasar en la fiesta. Es que su maldita moral no alcanzaba a decidir si le devolvería una parte del dinero, o no. Seguramente ella sería fotografiada al entrar pero…para qué arriesgarse? Ya de regreso en su oficina, se sirvió el último whisky de la noche. O el primero de la mañana, porque el reloj marcaba las seis.
A la noche siguiente, el Sr. Contador y su esposa entraron a la fiesta. Ella lucía radiante, y el brillo de su sonrisa competía con el fulgor de los hermosos diamantes que llevaba puestos. Al verla, todos se olvidaron de la novia. El gobernador los recibió cálidamente y los ubicó en la mesa de Don Agostino, quien también sonreía. Nuestro detective estaba adentro del salón, confundido entre los invitados, observando. Hacía siglos iba a una fiesta, y aunque a esta no lo habían invitado, tal vez se quedara un rato. Un mozo le ofreció un martini pero él le pidió un whisky. Sus ojos se cruzaron con los de ella. Estaba lejos, pero se dio cuenta que le sonreía a él…
Apuró el trago y se decidió. Nunca, pero nunca, devolvía el dinero que recibía por adelantado. Salvo que él mismo renunciara al trabajo. Era hora de volver a casa. Bah, a la oficina.
16 comentarios:
muy buena tu historia.
te invito a que pase por miblog para que te enteresde lo que hay por alla.
Genial!
(Soy fan toal del zurdo, del detective y de un talCh. peligro...!)
Un besito, Divi!
Al principio pensé que el "Contador" era de la luz... Buena historia; Marilyn está preciosa. Me alegro tambien de que se quedara con el dinero del adelanto. ¡No faltaría más! Besotes, M.
Ahora ya podrá pagar la factura de la luz, menos mal, dormirá tranquilo unos días.
A por otra aventura trepidante.
Un abrazo Marcelo
buen fina. Me gusta que la rubia se quede con los diamantes. Son amigos que no te fallan y conservan el valor con los años y eso no se puede decir de casi nadie mas. Un beso Marcelo.
Marcelo
El Zurdo sigue siendo mi ídolo personal; nadie quiere caer en sus manos, pero siempre terminan recurriendo a él.
En cuanto a los diamantes, esos son amigos inmejorables; ya lo decía Ian Fleming....
"los diamante son eternos"
Un beso
Final perfecto: última mirada y último trago.
El Signore Agostino satisfecho (y mejor, con él nunca se sabe), el pobre Contador cornudo pero vivo, y el Zurdo... bueno, seguro que se cobrará el favor, si no lo ha hecho ya.
Me ha encantado este episodio, Marcelo, mucho. Y Better Man también...
Un beso, encanto.
“Tenemos un problema, encanto” …definitivamente, “la” frase para una rubia platino tramposa y fatal!
Jajajajajajajajá! “Dígame qué prefiere ser: ¿viudo o cornudo? Este detective tiene menos modales que Mike Tyson! (tá bien, es expeditivo...)
Me quedé pensando en la risita de la rubia en el ascensor…
Buenísisisimo Marcelo!!! Muchas Gracias por las risas!
Un beso!
PD:¿Serían verdaderos los diamantes? Mmmmmmm
La ventaja de leer todo junto le dio un gustito lindo, el no tener que ponerme ansiosa para ver como termina, termina?¿
Me gusta cuando relatas estas historias, es como ver una pelicula y la musica genial.
Besos, Marcel.
Esta bien de quedarse con el adelanto, después de todo, trabajó.
Uff... creo que tardaré en ponerme al día con semejante producción, despues de haberme ausentado unos dias. Aquí el tiempo siempre es bien aprovechado.
OK!!jaja me engancho a lo de Haifa, me encanta que hayas pasado a "ordenarlo" jajajaja!
Ahora me pongo a leerte
besos.
Magah
Impresionante, Marcelo.
Creía que el relato anterior se quedaba ahí, me ha enganchado la segunda parte, y me he bebido de golpe todas las aventuras de "nuestro detective". nunca he sido una gran fan de este género, policíaco, pero ahora quiero leer mucho más sobre este detective!!!
Por cierto... ¿qué pasó con los nueve personajes que te nía que investigar? ¿Resolvió el caso o sigue abierto?
Besazos
Hola Marcelo...BUENA HISTORIA,AL FINAL EL PODRA PAGAR LA LUZ,ELLA LUCE LOS BRILLANTES Y LA HISTORIA SIGUE SUSURRRRRRRANDOME A LOS OIDOS,JAJAJA,ELLA SONRIE,ME IMAGINO ESE PERSONAJE SEDUCTOR,EL ZURDO PARECE SER UN PERSONAJE MUY INTERESANTE,LA CURIOSIDAD ES INCREIBLE PERO NO SE CIERRAN EPISODIOS SI NO LO TENEMOS CLARO,AUNQUE CREO QUE AL FINAL ALGUNA DUDA RONDA....LA IMAGEN UNA BELLEZA MARCELO.....
El Zurdo tiene varias participaciones con el Detective, es sólo cuestión de buscar en la etiqueta...Incluso ha trascendido al blog de Gloria. Y sobre el caso no resuelto, deberá nuestro detective revisar sus papeles, porque me temo que se olvidó de ese pequeño "detalle"
Muchas gracias a todos por los comentarios!
Me encantó la historia. Qué mejor dueña para esos diamantes.
Un saludo.
Dicen por aquí que los cuernos son como los dientes...duelen cuando salen, pero luego te ayudan a comer.
En fin, Dios nos libre de las rubias platino...¿ o no?...bueno, me es igual...mi mujer es pelirroja y yo le pedí en matrimonio con un anillo de plástico que corría por casa...eso es amor y lo demás son tonterías.
un abrazo
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