martes, 6 de octubre de 2009

Una razón para entender

No parecía que los ancianos vinieran de enterrar a su hijo. Al menos, no le pareció eso a nuestro detective. Pero era así.

- Qué puedo hacer por ustedes?
- Encontrar al responsable de la muerte de nuestro hijo
- Pero me dicen que se suicidó
- Eso no quiere decir que nadie tenga la culpa. Ninguna persona se suicida por nada. Vea detective, de nuestro hijo lo ignoramos todo. Solamente venía a casa los 24 de diciembre y para nuestros cumpleaños. No sabemos donde trabajaba. Si estaba enamorado. Si tenía amigos. Creemos que nadie se mata por nada. Debe haber una razón que explique esto. Tiene que haberla. Pero él no dejó ninguna carta. Estamos seguros que la clave está en su departamento. No podemos revolverlo, no nos dan nuestras fuerzas para eso. Jamás entramos allí, él no nos lo permitía. No lo haremos ahora. Por favor, échele un vistazo. Nosotros somos creyentes. El suicidio, además de incomprensible, es un pecado. Si encuentra algo, una razón, cualquier cosa que nos ayude a entender, le pagaremos lo que Usted quiera.

No fue la firmeza en el hablar del padre, sino la vista perdida de la madre la que le hizo tomar el caso. Un rato más tarde estaba en el departamento del hijo. La policía ya se había ido. Todo estaba impecable. A nadie le pareció importante hurgar en la vida de un hombre que se cuelga de la puerta de su departamento. Además, este tipo era de gran tamaño. La punta de sus zapatos casi tocaban el piso. Morir así requiere una determinación inclaudicable, porque es fácil zafarse. Esa fue la forma que eligió. Y para la policía fue suficiente. La instigación al suicidio es una figura retórica del Código Penal. Un relleno desde Romeo y Julieta que no le interesa a nadie.

Siguiendo la línea clásica empezó por la mesa de luz, los cajones del escritorio, los bolsillos, la biblioteca. Nada extraño. Llamó a los últimos números que estaban grabados en el teléfono. Video club, deliverys varios, incluso uno sexual. Todo lo que se podía esperar de un tipo soltero. El buscaba por allí simplemente para no dejar ningún cabo suelto, pero intuía que la clave estaba en su computadora. Por fortuna, el tipo no tenía el acceso restringido. Primero revisó sus correos. Nada especial. Al tipo le gustaba el cine francés. Le pareció demasiado robusto para ser intelectual. Se maldijo por el prejuicio. La última que había visto, estaba en la compu, fue “Tango” Le hizo gracia imaginar el acento en la o, tan francés, tan poco argentino. Otra cosa no se veía. Ninguna mujer, ningún hombre. El historial no estaba borrado. Cero chat, cero póquer, cero porno. Se había equivocado, no había nada en el ordenador. Se hizo un café en la cocina y prendió un cigarrillo. Por no parecer poco profesional, empezó a revolver sin ton ni son, y se puso frenético. Levantó el colchón, abrió los frascos de la heladera, el botiquín del baño. Lo había apresado una especie de locura. El portero le golpeó la puerta alarmado. Su identificación lo calmó en el acto. Se ve que al urso no lo quería mucho. Se sirvió un whisky doble y fue al placard. Tiró toda la ropa al piso, empezó a abrir las cajas de zapatos. En la última había fotos viejas. El urso veinte años atrás, adolescente; el urso en la comunión. Todas las fotos estaban recortadas. El asunto se empezaba a poner interesante. Estaba a punto. Sólo faltaba encontrar el patrón de recorte de las fotos. Ya tenía la sospecha cuando llegó a las del bautismo. Ahí las fotos estaban recortadas de otra manera. Estaban los parientes. Estaban los que parecían ser el padrino y la madrina. Solamente estaban mutiladas las imágenes de dos personas. Les faltaba el redondel de las caras. Eran su padre y su madre. No tenían las caras. Volvió a revisar las fotos menos antiguas. En ninguna estaban sus padres. Mejor dicho, no estaban después de cortadas. Contó las fotos de la caja: trescientos cincuenta y siete. Todas mutiladas. El tipo no guardaba ninguna foto completa. Era un niño, un adolescente en todas ellas. Y en ninguna quedaban rastros de sus padres.
Una hora después sonó el teléfono.

- Encontró algo, detective?
- No. Y no me debe nada, por supuesto
.

Nuestro detective sintió hambre. Se tomaría otro whisky en lo de Sandy, tal vez ella le diera algo de comer. Se deshizo de la caja de zapatos lejos, bien lejos del departamento del urso. Si él no quiso explicar nada, no sería el detective quien quebrantara ese deseo. Al fin y al cabo, era una disposición de última voluntad.






24 comentarios:

Merche Pallarés dijo...

¿Qué es "urso"? Bueno se ve que se suicidó despues de todo... Besotes, M.

Lena yau dijo...

Intrigante y adictivo.

Con un toque Lacaniano.

(Sandy no sirve comida....¿no lo sabe el detective?...quizás a él sí...quizás el detective sea su debilidad, quizás lo cuele en la cocina. Dicen que en las casas de putas han nacido platos grandiosos...la pasta alla putanesca...hay platos hechos con apuro, sobras, sigilo y susurro que son un prodigio...)

Bravo, Divi!

Excelente texto!

Besísimos!

Zurdo dijo...

Merche: un urso es un tipo grandote. Incluso es un nombre que en latín quiere decir oso. Un tipo como yo.

Zurdo otra vez... dijo...

En el fondo lo sabés, Lena. Claro que Sandy no sirve comida. Pero al detective sí. No en el salón. En la cocina...

miralunas dijo...

zurdo, yo lo sé desde la "entrada", porque yo al etective le sirvo el desayuno en la cama y lo acompaño a ver Futbol de Primera, mire lo que le digo.
No usa paraguas y le gustan las cruzadas - de palabras y de las otras-.
mecachendié qué envidia le tengo a Sandy!

miralunas dijo...

espere, zurdo, que se me quedo la mayúscula enredada en el teclado; del Detective, hablo.

Lena yau dijo...

Zurdo!

¿tú no habías aprendido alta cocina mientras estuviste preso en la mazmorra de mi ordenador?

¿no serás tú quien cocina la comida que Sandy le sa al detective?

Me parece que te están ganando la partida!

(¿eres un urso? ¿me das tu número?)

carlota dijo...

Por qué recortó a sus padres?? se enteró que era adoptado? ó de algo peor ...

Besos .

Brujaroja dijo...

Estás en forma, què bien, qué buena historia.
Da la impresión que las mejores historias son las que se quedan detrás de las palabras. Y mostrarlas, indicar el camino que lleva a ellas, sin desvelarlas, es un arte.
Enhorabuena.

SIL dijo...

MARCE...

Sospeché inmediatamente de los padres...
El detective, hizo lo correcto, yo también hubiera callado.
Te felicito, tildame de tautológica o de lo que corno quieras,
este post es atrapante, maravilloso, y la tragedia planteada de fondo, debiera hacer reflexionar a más de un progenitor.

YA ESTÁ.
HABLÉ MUCHO.
UN BESO GRANDE, AMIGO LAPIDARIO.

marichuy dijo...

Yo espero que el Zurdo, el verdadero Zurdo y no un espurio, nos esclarezca este asunto; porque algo raro me huele.

["Tango. La maté porque era mía", tradujeron en algunos países a ese filme de Patrice Leconte].

Un beso

Miriam dijo...

Me dió escalofríos... y cuando segui leyendo angustia...
Que terrible vida la de ese tipo... totalmente anulado por "algo" que le impusieron sus padres... o algo así...
Soy madre... me da miedo...
Es evidente que esta muy bien contada, sino no me pasarían tantas cosas...
Besos

Maritoñi dijo...

Me ha encantado, genial. Sul última página web: "la menor idea".

Luis dijo...

Hola marcelo:
Estoy hecho un lio. Con el Zurdo, las fotos recortadas de los padres,el detective... Espero el desarrollo final para ver quien se toma los últimos "wyskys"
Saludos,
Luis

Luis dijo...

Hola marcelo:
Estoy hecho un lio. Con el Zurdo, las fotos recortadas de los padres,el detective... Espero el desarrollo final para ver quien se toma los últimos "wyskys"
Saludos,
Luis

Mariela Torres dijo...

Excelente relato. La tensión es impecable y se resuelve bien. Cada día escribís mejor.

Besos.

Richard dijo...

Zurdo volvió...! estaba extrañando sus apariciones.
El muerto y su final elegido,sus padres, las fotos mutiladas...y la soledad,Uhh! tema díficil pero excelentemente tratado
Zurdo no se pierda...

Un saludo amigachín

Gala dijo...

Extraño comportamiento con sus padres.
Tal vez no pudo soportar su porpia actitud.
Buen relato.

Besos

Pame Recetas dijo...

Buenísima historia Marce, un besote, luego escribo más largo....

Anónimo dijo...

Microchip-666.

Anabel Rodríguez dijo...

Más, más, más, más......
Por cierto, ¿no habrá sido el cine francés lo que lo mató?, hhmmmmm.
Besos

PD. ¡Tengo internet, tengo internet otra vez!. Ufffff.

Anónimo dijo...

“Todos los incurables tienen cura,
Cinco segundos antes de la muerte”
(Almafuerte)

La posición oscura de aquel que queda como testigo indeseado
de la tortura lenta y venenosa que corroe
hasta el último rincón de la emoción y la razón.
La visión tardía e impotente de un hombre que mira hacia atrás
y ve en el abismo de su infierno personal una y otra y otra vez…
Como un mantra demoníaco que le atenaza el corazón y le determina la mente.
Y termina anestesiado, yendo en busca del silencio, del final del dolor.
De la quimera de la paz que no es tal, sino sólo un océano de pútrida quietud.

Una historia en la que se atan las puntas de una misma cuerda
La novela negra de una vida gris.

“Ya ni en la paz de los sepulcros creo”

Muuuuy bien contada y con mucho para desmigajarle .
Un abrazo

América dijo...

Hola querido Marcelo pero que historia,el final ni lo imgino,mucho para una persona jajajaja....Un abrazo!

YoSolo dijo...

muy bueno, me gusto.
buena persona el detective, no?
Ahora me pregunto si hizo bien en dejar a los padres con la intriga. Aunque supongo,tambien, que no quizo herirlos con la verdad.
Que se yo...digo nomás.

Abrazo

Bitacoras.com