martes, 10 de agosto de 2010

La tortuga fugitiva y el canario feliz

La vieja casona de San Pedro tiene un patio hermoso, lleno de plantas y animales.
Entre ellos vive un canario que tiene la puerta de la jaula abierta, aunque no se escapa. Una mañana el viejito que vive en la casa se la abrió (es que después de muchos años, muchas jaulas y muchos canarios se dio cuenta de que no es bueno encerrar a nadie) pero el canario no se animaba a escaparse. Daba una pequeña voladita por el patio, y luego volvía a su jaula.
Sin embargo, la que soñaba con la fuga era la tortuga. No sabía bien adonde porque ignoraba de donde venía. El patio era grande, lleno de plantas e incluso tenía un pequeño estanque. Tenía de todo para ser feliz allí. Menos la libertad. Las veces que se asomó al jardín, percibió los peligros que había en la calle, especialmente con las ruedas de los autos. Pero ella se quería escapar de puro cabeza dura que era.
Para eso, le pidió al canario que diera un vuelo un poco mayor y que se fijara si cerca de la casa había más plantas y agua, donde ella pudiera vivir tan feliz como hasta ahora, pero libre. Al principio el canario no se animó, pero era tan insistente la tortuga que comenzó a hacer vuelos más lejanos. Incluso tuvo que esquivar algún hondazo que le tiraron, y volvía exhausto. El viejito a veces se preocupaba por él, cuando demoraba, pero a la vez le daba mucha felicidad ver que su idea había sido buena. ¡Pena que no pensó en la tortuga! Estoy seguro que de haberlo sabido, la dejaba escaparse sin problemas. Pero los hombres no entienden el lenguaje de las tortugas, y les parece que porque no están en una jaula pequeña no deben querer huir.

-¡Encontré un río, tortuga! Le dijo el canario una mañana

Y así fue que la tortuga se enteró de que en San Pedro hay un río hermoso, con un montón de lugares para vivir, donde las personas no llegan. Incluso podría encontrarse con otras tortugas fugitivas, le dijo el canario, pero no sabemos si eso lo vio, o simplemente se entusiasmó tanto con la idea, que le pareció.
Una mañana el viejito estaba regando el jardín y cayó en la cuenta de que la tortuga se le estaba escapando, muy lentamente. También vio que en lo alto volaba un manchón amarillo. Era el canario, que parecía indicarle un camino a la tortuga. Se hizo el disimulado y dejó que la tortuga huyera. Cuando una hora después la vio doblar la esquina, decidió seguir a la extraña pareja, porque le preocupaba que un auto pisara a la tortuga, o que una piedra alcanzara al canario.
Y así fue que a veces el viejito se adelantaba y dejaba un poco de lechuga tierna en el camino. Otras veces ponía alpiste en una rama para el canario, y agua para los dos. Pronto se dieron cuenta de que el viejito los ayudaba y la fuga se convirtió en paseo. ¡Al terminar la tarde llegaron al río!
La tortuga escogió con mucho cuidado el lugar donde viviría de allí en adelante y se lo enseñó al viejito, así podría venir a visitarla cuando quisiera. Se despidieron todos y la tortuga se quedó, feliz. El canario se volvió en el hombro del viejito porque estaba muy cansado. Ya tenía ganas de volver a su jaula abierta, aunque también prometió visitar a la tortuga.
Por cierto, ni la tortuga fugitiva ni el canario tienen nombre. Los animales no acostumbran ponérselos, esas son cosas de los hombres.
Por eso, para poder identificarlos, podemos decirles la tortuga fugitiva y el canario feliz.

19 comentarios:

Merche Pallarés dijo...

¡Otro cuento maravilloso! Marce, tu fuerte son los cuentos. Hazme caso. Tus poemas también pero lo que a mí más me gustan son estos cuentos mágicos tuyos TAN especiales. Éste me ha enternecido, me ha conmovido me ha ¡encantado! Muchos besotes, M.

Anónimo dijo...

Qué lindo!!!!!!!!

Pescadora de Perlas dijo...

Que preciosidad de cuento Marcelo.
Ojalá que la tortuga fugitiva sepa tomarse con calma ese proceso de construcción, que entienda que cada día sale el sol, a veces alumbra mucho y otras no tanto.
Que sepa vivir en felicidad y no en aburrimiento.

Un bso grande.;-)

Susana Peiró dijo...

La “fugitiva” es una tortuga profesional (ja…) El canario, una rara avis libera. El cuento, Bello.

Mónica dijo...

Hola Marce!!

Que lindo cuento!! Me encantó, un hermosooor!! y muy tierno...

Lo voy a guardar... puedo? y se lo voy a contar a los nenes en el jardín, con tu permiso; y cuando sean grandes y vean tus libros, van a decir: mi seño me contaba cuentos de este escritor!! Ja! qué te parece? podés imaginarlo?

...

Yo sí...

Un besaso!

SIL dijo...

Es una fábula preciosa, Marce...

Dichoso el canario que aún con la puerta abierta, recibe el amor suficiente para volver a su jaula (aún después de haber paladeado el dulcisimo sabor de la libertad)

Sin nombres y bien diferenciados con nuestra raza (la de los hombres) los personajes adquieren más fuerza aún.

Un placer leerlo, Poeta Imperfecto.

Un beso grande

SIL

Macarena dijo...

¡Que lindo! "la Tortuga fugitiva y el Canario feliz"

Ana dijo...

Estas cosas tiene la libertad, que cada uno elije la suya, a pesar de ser libertades vigiladas, curioso esto.
El río o la jaula abierta. Era viejecito y por eso había aprendido a dar la cuerda que cada uno necesitaba.
Has escrito tan claro sobre un padre... Dale un beso al tuyo desde Cádiz.

esteban lob dijo...

Notable homenaje, Marcelo, a esa tortuga visionaria...ese canario solidario...y ese viejito tan comprensivo. Ojalá la vida real nos diera también esos ejemplos de amor.

Un abrazo de admiración al autor de la bella historia.

Cristina dijo...

La libertad desde su falta, desde su goce, medido o no. La libertad y la necesidad de explorarla, de sentirla, y confirmarla.
La libertad en la mirada propia y en la ajena.
Dos animales y un viejito nos muestran que la libertad es una percepción muy íntima que sólo cobra sentido con los otros.
Amoroso cuento para despertar, Marcelo!
Me voy fugitiva y feliz, con cadencia de candombito

Claudia Sánchez dijo...

Precioso cuento Marcelo! Y con moraleja de yapa. Me viene fantástico para contarle al gurí.
Besos

LAO dijo...

Hola Marcelo! Me gustó mucho tu historia. Me dejó pensando. UN ABRAZO

Mariela Torres dijo...

¡Qué hermoso cuento!
Es cierto, a mí nunca se me escapó un canario, incluso con la puerta abierta, pero sí se me escaparon seis tortugas y nunca supe cómo volver a encontrarlas.

Besos.

Palabras como nubes dijo...

Qué buen cuento, qué bien girado hacia el final, un disfrute completo, che.

Abrazo
Jeve.

Marcela dijo...

Genial. Me gusta este mundo de jaulas abiertas y tortugas cabeza dura.
Un beso.

Luis dijo...

Hola Marcelo:
Una conmovedora historia, con tres personajes de "fábula"
Felicitaciones para el autor!
Recibe un cordial saludo,
Luis

miralunas dijo...

escuche! su blog no quiere mis comentarios!
ayer, emocionada otra vez, escribi una confesión almática y hoy no está!

pruebo otra vez, quiere?

dije algo así:

se agradece, Suarez!
me ha hecho ver otra parte de mi: a veces canario feliz, siempre tortuga fugitiva!

choque los cinco! (esto no decìa, pero ahora me gustó decirlo)

un beso

BLUEKITTY dijo...

Me sacaste una sonrisa. Hermosísimo cuento.

Pame Recetas dijo...

Cómo disfrutará la pequeña Mafalda que tienes en casa con tus historias. Gracias por un momento de ternura en una semana que empezó mal, aunque va terminando mejor. beso

Bitacoras.com