sábado, 11 de julio de 2009
Improbable conversación en el consultorio de un psiquiatra: marcas
- Estuve pensando en lo que me pidió que pensara, Doctor. Sí recuerdo un hecho traumático de mi niñez.
- Sí?
- Sí. Una simple operación de garganta que terminó en hemorragia. Debieron internarme de urgencia, pero como puede ver ahora, terminó bien. Eso es todo.
- Eso es todo?
- Sí. A no ser que le parezca traumático esto que voy a contarle. A mi no me lo parece, pero entiendo que tal vez lo fuera. Cuando tenía diez años, un seminarista me invitó junto a otros compañeros de la iglesia a un Parque de Diversiones. Era viernes por la noche. Luego iríamos todos a dormir a la casa de uno de los chicos, que además era sobrino de Ramón, el seminarista. Primero pasó a buscarme a mí, y ya en el parque me dijo que ninguno de los chicos vendría. Aunque luego iríamos a la casa de su sobrino. A mí ya no me gustó el asunto. Puedo decirle a qué juegos subimos, si quiere. Luego del parque fuimos a lo del sobrino. Tardamos dos horas en llegar. Vivía en una villa miseria. Yo jamás había estado en una, puedo asegurarle que entrar de noche entre las casas de chapa y pasadizos estrechos asusta a cualquiera. Imagínese un niño. Llegamos y la casa estaba a oscuras, por lo que me dijo que subiéramos a dormir a su pieza. Fue un infierno. Era un cuartucho infecto en la terraza de la única casa de ladrillos de la villa. De vez en cuando el seminarista se cambiaba de cama para tocarme. Yo lo empujaba y él retrocedía. Al rato, cuando él creía que yo estaba dormido, volvía a la carga. Por supuesto que yo no dormía. Pero a veces me atrapaba entre sus brazos, como jugando, y no podía evitar que me tocara. Luego volvía a retroceder. Fue la noche más larga de mi vida. Afuera se escuchaban los ruidos de la villa, más aterradores todavía. No tenía como salir de allí. Estuve treinta años sin contárselo a nadie. Porque cuando amaneció y me llevó hasta la puerta de mi casa, lo último que me dijo es que no le contara nada a mis padres. Lo que por supuesto hice. Digo, lo de no contarle a mis padres. Nunca más pensé en el asunto. Ni siquiera en sueños. Simplemente lo sepulté. Hasta que el año pasado lo conté en una pequeña reunión donde espontáneamente surgió el tema de los abusos. Parecía como si le hubiera sucedido a otro. Ahora que se lo cuento a usted me vuelve a dar esa sensación de ajenidad. Recién me di cuenta de la magnitud del asunto al ver las caras de los demás. Me pusieron la misma cara que tiene Usted ahora. Es que yo siempre pensé que al no haber sido violado, debía considerarme afortunado. Al fin y al cabo, nada me había sucedido. Si quiere puedo contarle detalladamente qué había en el cuarto, y cómo estaban puestas las camas. A mí no me parece para tanto. Y a usted?
- Sí?
- Sí. Una simple operación de garganta que terminó en hemorragia. Debieron internarme de urgencia, pero como puede ver ahora, terminó bien. Eso es todo.
- Eso es todo?
- Sí. A no ser que le parezca traumático esto que voy a contarle. A mi no me lo parece, pero entiendo que tal vez lo fuera. Cuando tenía diez años, un seminarista me invitó junto a otros compañeros de la iglesia a un Parque de Diversiones. Era viernes por la noche. Luego iríamos todos a dormir a la casa de uno de los chicos, que además era sobrino de Ramón, el seminarista. Primero pasó a buscarme a mí, y ya en el parque me dijo que ninguno de los chicos vendría. Aunque luego iríamos a la casa de su sobrino. A mí ya no me gustó el asunto. Puedo decirle a qué juegos subimos, si quiere. Luego del parque fuimos a lo del sobrino. Tardamos dos horas en llegar. Vivía en una villa miseria. Yo jamás había estado en una, puedo asegurarle que entrar de noche entre las casas de chapa y pasadizos estrechos asusta a cualquiera. Imagínese un niño. Llegamos y la casa estaba a oscuras, por lo que me dijo que subiéramos a dormir a su pieza. Fue un infierno. Era un cuartucho infecto en la terraza de la única casa de ladrillos de la villa. De vez en cuando el seminarista se cambiaba de cama para tocarme. Yo lo empujaba y él retrocedía. Al rato, cuando él creía que yo estaba dormido, volvía a la carga. Por supuesto que yo no dormía. Pero a veces me atrapaba entre sus brazos, como jugando, y no podía evitar que me tocara. Luego volvía a retroceder. Fue la noche más larga de mi vida. Afuera se escuchaban los ruidos de la villa, más aterradores todavía. No tenía como salir de allí. Estuve treinta años sin contárselo a nadie. Porque cuando amaneció y me llevó hasta la puerta de mi casa, lo último que me dijo es que no le contara nada a mis padres. Lo que por supuesto hice. Digo, lo de no contarle a mis padres. Nunca más pensé en el asunto. Ni siquiera en sueños. Simplemente lo sepulté. Hasta que el año pasado lo conté en una pequeña reunión donde espontáneamente surgió el tema de los abusos. Parecía como si le hubiera sucedido a otro. Ahora que se lo cuento a usted me vuelve a dar esa sensación de ajenidad. Recién me di cuenta de la magnitud del asunto al ver las caras de los demás. Me pusieron la misma cara que tiene Usted ahora. Es que yo siempre pensé que al no haber sido violado, debía considerarme afortunado. Al fin y al cabo, nada me había sucedido. Si quiere puedo contarle detalladamente qué había en el cuarto, y cómo estaban puestas las camas. A mí no me parece para tanto. Y a usted?
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32 comentarios:
Espero que sea solo eso una improvable conversación...de todas formas se me debe haber quedado la misma cara que al psiquiatra.
Besos
Sí Gata, tranquila! Es sólo una improbable conversación.
Un beso
Yo siento que me debo haber quedado con la misma cara que el psiquiatra, aunque el sabe que decir, no?
Besos Marcel.
¡Pobre crio! Cuántos no habrán pasado por experiencias parecidas... Besotes, M.
Pues la Iglesia se opone ahora a la despenalización de la homosexualidad en la India, que retorcios son.
Un seminarista ? No me extraña nada y espera a que llegue a cura, ya pueden empezar a correr todos los críos. Es de vergüenza.Un beso chico guapo.
Supongo que todos en algún momento de la vida nos hemos sentido más o menos acosados.
Yo recuerdo con nitidez una vez siendo adolescente que paseaba por un parque a solas y se me acercó el típico "viejo verde" a decir obscenidades. Por suerte yo corría más, pero la sensación de asco todavía la recuerdo con nitidez y eso que han pasado miles de años ;-)
Equipara una hemorragia a esta tremenda y deplorable experiencia... en ambos casos
perdió algo de si mismo.. en la segunda, parte de su infancia, de su inocencia..
Un beso.
Marce, no me parece tan improbable, de todos modos el que lo puede contar está saliendo de la ajenidad para comenzar a asumirlo.
Beijos cuak
Estercita
A mí también me tocaron. No recuerdo quién. Mezclo tres rostros en el recuerdo. Es el punto de partida de mis hemorragias internas. Afortunadamente no marcó mi vida sexual. Allí soy libre. Me gusta tu blog, Marcelo. Te intuyo sexy. Resexy.
Holovítrea.
Es un cuento perfecto.
Genial, tienes aires nuevos en la manera de expresar. Me gusta, si demaciado.
Pasare con mas tiempo...
Cuidate, un fuerte abrazo.
Aunque la situación me produce asco, está tan bien escrita que no me provoca el odio que me surgue naturalmente esta atrocidad. ¿Se entendió que me gustó por cómo lo escribiste?
¡Saludos!
Esto es muy negro!Muy bueno! Genial!
Volveré por acá!
Besos.
Terrible relato Marcelo. Lo has contado tan bien, porque deja traslucir ese sensación de las víctimas de abusos, de duda sobre la importancia del hecho y, casi en todos los casos, de culpabilidad. Se puede poner uno en el lugar del niño, vigilante, asustado ante cada aproximación del abusador.
Escucho bastantes de esos relatos en boca de niños. Y te digo que lo improbable es llegar a una solución que no sea tardía.
Besos.
Buen relato Don Marcelo, atrapó.
No me resulta improbable. Cuando en el ambito que sea se nos hace lo que no nos gusta, hay lisa y llanamente abuso.
Si es sexual el terreno es totalmente patinoso y al tipo del relato es posible que se le haya quedado guardada esa experiencia en la caja negra y así poder seguir viviendo lo mejor posible.
Ahora sí viejo, siempre de alguna manera aparece por mas que querramos esconderlo bajo 7 llaves.
Re larguera hoy, no?
Sepa disculpar y hasta la próxima.
Magah
Genial…
La fluidez y negrura, como dijeron por ahí.
Apoteósico, pasaré seguido.
Saludos.
hola marcelo, primera vez que paso por acà. la verdad es que el cuento me pareciò muy interesante, como disparador de otras cuestiones de otras personas, està muy bueno encontrar relatos tan negros como la realidad y las cosas que uno vive despierto entre sombras sin que necesariamente sea producto de un estado de ànimo que seguro no te habrà apresado a la hora de escribirlo, muy bueno, un saludo
Tienes razón, la memoria, sabia ella, nos protege de nosotros mismo. Pasa, eso sí, que cuando contamos algo así de chocante el interlocutor más que poner cara de asombro, se hace el desentendido, no es fácil contener la desgracia ajena.
El cuento perfecto, la historia tragica como tantas. Me quedo tranquila con tu aclaración.
Un beso Marcelo ¡feliz semana!
¡Joder con el relato que te has marcado! Me has dejado de piedra. Encuentro que aportas una visión acertada, en ese si no he sido violado debo dar gracias, por no hablar del sentimiento de ajeneidad. Son datos que se nos escapan, pero que confieren fuerza a lo que narras.
Besos
PD. ¿Dónde puedo votar tu blog? No soy capaz de hacerlo en el concurso. Ilumíname
"Sí...pero no".
Sea como fuere, a la víctima le quedaron las huellas...aunque tuvo más suerte que otros.
Ficción o no, Marcelo, está muy bien que remezcas conciencias.
Me encanta, Marcelo.
Te manejas estupendamente en la verosimilitud.
Está en equlibrio...cosa difícil de lograr abordando un tema tan arido.
No caes en la demagogia, te mantienes.
Eres voz de múltiples registro.
Un escritor completito.
Enhorabuena, Ch.P!
Tantos besos como apetezca!
(mañana comenta el tututango), Divi.
Besos a Baires van!
Un texto Marcelo para no pasar indiferente,es la realidad de muchos y de los que pocon hablan.
un abrazo....
El anonimo y no se por que no salio, soy yo.
Helena ;-)
.............
te dejo un beso.
Marce, te pasó en serio??? O es una imporbable conversación cómo dice la etiqueta.
Un amigo mio colombiano le pasó algo peor cuando intentaba hacer el seminario.
No lo violaron, pero tuvo que escaparse, ya que había llamado a sus padres y no le creían lo de los intentos de violación.
Es algo terrible.
Un abrazo!
Sabes que es lo más triste? que este es un relato pero en la vida pasa y muy a menudo! lastima que muchos niños carguen con estas historias de vida,y cuando hay curas o futuros curas de por medio peor porque ellos deberían cuidar la inocencia de los niños y no lo hacen,más bien todo al contrario!.
En mi caso a mis 12 años hice mi ultima confesión porque el curita por cada pecado me daba un soberano beso en la boca al segundo pecado me fuí de la iglesia llorando y nunca más me confesé con nadie!
detesto los curas!
Volviendo al relato escribes de maravilla! un abrazo Marce!
ay Marcelo! Que comun es esa situacion (o peor aun) por estas costas!! Tanto, que ni siquiera puedo sentarme a escribir de ello y eso que a mi nunca me abuso nadie.
Un psiquiatra, en realidad, no pondría caras, le daría una pastillita y le diría: -que sueñe con los angelitos.
Un psicólogo le diría: -Ud. lo tuvo reprimido inconscientemente durante mucho tiempo,¿que le parece si habla sobre el tema?
Yo le diría: -Tenés que hacer terapia ó ver a un psicólogo que, en definitiva, es lo mismo.
Espero que no te haya pasado a vos Marce...y si es así, tiene arreglo.
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