Divagaciones pseudometafísicas, dominicales y apresuradas

“No vivas como si tuvieses mil años por delante. El destino está a un paso, hazte bueno mientras la vida y la fuerza son todavía tuyas” Marco Aurelio


Los seres humanos tenemos construcciones teóricas para soportar imposibles como la muerte o muchas injusticias terribles. Las dos más importantes son sin dudas la religión y el destino. Llamar a la religión “construcción teórica” no nos transforma necesariamente en ateos, pero es inevitable verle las costuras a ese vestido tan antiguo. Costuras que por ejemplo vio aquel irlandés desde la cárcel, acerca de Cristo: "Nos ha dejado espléndidas metáforas y una doctrina del perdón que puede anular el pasado" (1)

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Mientras comunico que no estoy seguro de no creer en Dios, advierto que sí creo en Don Ernesto Sábato, quien nos dice que “Hay por lo menos dos formas de mostrar una erudición irritante: una, acumulando citas, y otra, no haciendo ninguna. La segunda es abundante en los genios” (2)
En nuestro caso, descartada “ab initio” toda posibilidad de considerarnos genios, ni siquiera o especialmente genios dentro de lámparas (tal vez fuera un destino mejor al de genios estilo Einstein, más allá de cierta condena al ascetismo que uno imagina en tan estrechos lugares) gustamos de intentar algunas citas. La exclusión no nos deja automáticamente en la primera categoría sabatiana de “eruditos irritantes”, aunque muchas personas tendrían a bien calificarnos de irritantes a secas (quizás Don Sábato, debería Ud. agregar la tercera categoría de "falsos eruditos irritantes")

Eso sí, que ninguno de nostros sea genio no nos libra de algunas involuntarias genialidades, como aquella en el carrito del botellero: “cafishio de minas pobres” (3) y (4)
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Sigamos con aquellas construcciones que nos hacen la idea de muerte más soportables. Hay muchísimas más, pero no tan épicas. Se me ocurre pensar en los seguros de vida, por ejemplo.
Quería decir que con esas dos construcciones podemos afrontar con un poco menos de angustia una muerte absurda, por ejemplo, como aquella que es consecuencia de un accidente sin culpables. Yo creo que en un caso como ese, hasta el ateo más convencido o alguien que cree que el destino lo hacemos nosotros mismos cada día, no puede evitar pensar que algo o alguien decide por nosotros, o que nuestras cartas están echadas antes de nacer, aunque parezca racionalmente imposible.
Una bella historia de Yalal ud-Din Rumi cierra este humilde escrito:

SALOMON Y AZRAEL

Un hombre vino muy temprano a presentarse en el palacio del profeta Salomón, con el rostro pálido y los labios descoloridos.
Salomón le preguntó:
"¿Por qué estás en ese estado?"
Y el hombre respondió:
"Azrael, el ángel de la muerte, me ha dirigido una mirada impresionante, llena de cólera. ;Manda al viento, por favor te lo suplico, que me lleve a la India para poner a salvo mi cuerpo y mi alma."
Salomón mandó, pues, al viento que hiciera lo que pedía el hombre. Y, al día siguiente el profeta preguntó a Azrael:
"¿Por qué has echado una mirada tan inquietante a este hombre, que es un fiel? Le has causado tanto miedo que ha abandonado su patria."
Azrael respondió:
"Ha interpretado mal esa mirada. No lo miré con cólera, sino con asombro. Dios, en efecto, me había ordenado que fuese a tomar su vida en la India y me dije: "¿Cómo podría, a menos que tuviese alas, trasladarse a la India?""

Estimados lectores: ¡Seamos los constructores de nuestro destino, pero también agradezcamos la suerte de vivir cada uno de nuestros días!

(1) Los Conjurados, Jorge Luis Borges. Susana de la Cueva nos hizo llegar sus acertadas sospechas sobre que el "irlandés" no fuera otro que Oscar Wilde. Y tenía razón! Muchas Gracias por su atenta lectura, Susana!
(2) Uno y el universo, Ernesto Sábato
(3) La traducción sería “rufián de mujeres pobres" La traducción de la traducción sería "explotador de mujeres pobres que se prostituyen"
(4) De jardines ajenos, Adolfo Bioy Casares

Yalal ud-Din Rumi