viernes, 11 de septiembre de 2009

Un loco en la torre



Los campesinos dicen que es un gigante. Un cíclope, incluso. Polifemo que rechaza a infieles y cristianos por igual. Pero no es nada de eso. Es un hombre como cualquier otro, sólo que a él le fue indicado en tiempos inmemoriales que debía custodiar La Torre. Y cumplió (cumple) con ello.
Los Señores lo evitan. La Torre no tiene ningún valor, y es vano perder hombres por un loco gigante, con un ojo o con los dos. Porque si le tiran flechas, él las devuelve envenenadas; cada piedra que le arrojan desciende envuelta en llamas; y cambia las lanzas recibidas por otras más filosas, con puntería sin igual.
El hijo del Sultán supo de su leyenda, y ya sabemos cómo son los hijos de los sultanes. Como un juego fue por el loco, con algunos de sus hombres más leales. Comenzaron a dar pedradas a lo alto de La Torre. Y el loco les respondió. Una piedra alcanzó al joven y lo mató. Los suyos juraron venganza. Y el loco rió, porque todos se van prometiendo venganza. Pero no regresan jamás.

Un amanecer vio a alguien acercarse, solitario. No llevaba armas, y el loco nada más lo observó. Era una mujer. Durante siete noches, la mujer cantó al pie de La Torre. El loco nunca había oído cantar a nadie, y primero se rió. Pero luego comprendió que las canciones contaban historias de una vida maravillosa, la vida de un hombre que él ni siquiera se había atrevido a soñar.
La séptima noche no lo soportó más, y arrojó una soga a la base de La Torre. La mujer seguía cantando mientras escalaba, y el loco comenzó a llorar, temblando de felicidad ante su cercanía. Ya estaban a punto de tocarse, el loco con la mano extendida, cuando la mujer se detuvo. Un presentimiento la atemorizó y descendió de nuevo, presurosa, alejándose corriendo de La Torre. Siete días y siete noches estuvo el loco llorando de dolor, recordando esas dulces historias del hombre imaginario que la mujer le cantó.

Al octavo día el horizonte se puso blanco. El loco pensó que eran rayos tormentosos, pero no. Era un ejército de sarracenos y catapultas, con el Sultán a la cabeza. Llevaban algo adelante, pero no era una bandera ni un estandarte. Era el cuerpo de un joven. Esta vez sí, alguien cumplió. Venían a vengarse y el loco se dio cuenta que no podría con todos ellos.

Sin embargo, él está dispuesto a defender La Torre con su vida. Sus enemigos se acercan y el loco apila sus piedras, prepara el veneno de las flechas, afila las puntas de sus certeras lanzas.

Mientras se dispone a cumplir con su destino, sin advertirlo canturrea una hermosa canción que cuenta la dulce historia de un hombre, que no es la suya.



Foto: Torre Moruna de Paterna, Valencia (España)

21 comentarios:

Merche Pallarés dijo...

Nos has dejado con la miel en los labios ¿¿Qué pasa al final?? Otro de tus fabulosos cuentos que encuentro geniales. Besotes, M.

Almadediamante dijo...

La última línea rezuma belleza.

Has escrito un hermosos cuento lleno de lirismo, muy lejos de lo imperfecto.

Da gusto levantarse y desayunarte.

esteban lob dijo...

Hay locos-cuerdos como este fabuloso personaje.

Hay otros cuerdos-locos que parecen llevarnos a mundiales, pero que nos mantienen en suspenso hasta la agonía.

Un abrazo medio loco...medio cuerdo.

SIL dijo...

Ahá.
Me dejaste muda.
Cuándo sigue ésto ?????????
Una belleza.
Una locura.
Me ha encantado ... perdón por la tautología.

ABRAZO GIGANTE.

angela dijo...

Marcelo, quiero saber más ¿ lo harás?... porque si no la historia mantiene la duda de como es la dulce historia...de ese hombre...
Te cuento; la laboral de Gijón se está convirtiendo en algo fuera de lugar no sólo por el excesivo gasto que acarrea en pron de lo lúdico ... lo peor Marcelo, es que beneficia a los paniaguados que siempre están amparados bajo el mismo signo... El dinero que se tira inútilmente allí, nos venía mejor para gastarlo en otras necesidades en estos momentos de crisis que vivimos... La laboral Marcelo, se ha convertido en un monstruo insaciable sin ningun fin para la sociedad... sólo gastar por gastar y despilfarrar... lo que pagamos con nuestros impuestos.Que tengas un estupendo fin de semana...Angela

M dijo...

Hermoso cuento!!!!!! y con la música bien elegida (como siempre) que lo llena de magia :o)

Besos

Tumulario dijo...

¿Llegará el loco a saber que la jovén cantaba por él, que contaba las historias del joven que el hubiera sido?

Preciosa historia.

Un abrazo desde el túmulo

Luis dijo...

Hola Marcelo:
Muy interesante la historia, pero... ¿y el final?
Cómo acaba el loco, la joven, el sultán... nos has dejado a medias.
Feliz fin de semana,
Luis

Lava y Sal dijo...

Excelente relato, Marcelo, de principio a fin.
Cultivar el cuento corto es muy difícil y tu lo has hecho acá con soltura y elegancia.
El final es una gozada.
En resumen, un ejercicio narrativo magistralemente logrado.

Anónimo dijo...

vaya!
Sencillamente genial.
vale la pena leerla y releerla.
Me veo retratado en ese personaje.

saludos.

Susana Peiró dijo...

Loco lindo. ¿Se enterará que está hecho de la misma pasta de los héroes de la épica y la mitología? ¿Sabrá, aunque sea en el minuto final, que nunca defendió una torre, sino su más grande tesoro: la virtud?
Ella, la gran cobarde, no cumplió con su misión pero el loco cumplirá con su destino…y alguien cantará alguna vez su dulce y trágica historia.

A la salud de los locos de este mundo y del autor!

Anónimo dijo...

Él le dió a ella la oportunidad de cantar para alejar el miedo de su alma
proyectando su coraje en el héroe.
Ella le dió a Él, la mejor razón.
Ese amor que no fue y por lo tanto se mantiene perfecto,
incorruptible como un escudo al corazón
contra el desamparo y el acoso de una sociedad que,
como tantas veces, no comprender.

Ambos, le dieron a tu mente de poeta
alas y raices para fructificar palabras profundamente lúcidas.
Y vos, nos diste a todos,
un momento en el tiempo
en que nos fue posible defender nuestras torres internas,
cantar, dudar, amar, y ser heróícos.
Un espejo hecho letra y poesía.

Que injusto que nosostros no tengamos
más que palabras para retribuirte.

UN beso.

/ dijo...

Hace rato que no leo un cuento tan hermoso (y mirá que leo!). Sos un gran hacedor de historias.

Muchas gracias por visitarme, para mí es un honor.

Un abrazo.

Margarita dijo...

Pucha! le pegó más una ilusión que la realidad. me gustó

Maga h dijo...

Me quedé pensando en que hubiera pasado con el loco si la mujer hubiera llegado a tocarlo.

Muy bueno Marcelo!

MAGAH

Tamara dijo...

Yo sí te tocaría. A ti y a tu clon. Mucho más después de ver tus fotos. !El lunar! !Ese lunar! !Viva Sotano Beat!

Maritoñi dijo...

Es preciosa esta historia, cariño.

Te doy un 10.....PERFECTA

alba dijo...

Esta historia me ha recordado otra, una leyenda que, dicen, tuvo lugar un poquito más abajo de Paterna, donde hoy se levantan rascacielos de espanto pero que, sin embargo, siguen sin robarle protagonismo, al menos no conmigo, a la montaña que hay detrás, el Puig Campana, al que le falta un pedazo, un trozo de piedra justo en medio de la cima, un hueco es lo que hay. Pues dicen que un joven enamorado y castigado y esclavo, al que se le privó el poder ver a su dulce muchacha, de un ataque de rabia ante tan grande injusticia, cogió el pedazo de monte en el que hacía guardia y lo lanzó muy lejos, lo lanzó al mar. Nació una isla. La 'illeta' la llaman. Y ese espacio en la cima por donde ahora se escurren las nubes.


Un dulce beso.

Mónica dijo...

El Amor nos transforma así, de esa manera. Y de pronto el "loco" de la torre no se reconoce ni él mismo.
Un beso Marce

Richard dijo...

Los cuentos sin final, me gustan porque son como ,esas formas abiertas en un cuadro... y uno imagina... imagina...

El cuento,Amigo, te salió como el canto rodado de un río, pulido y brillante...

Un abrazo

maracuyá dijo...

Marce...qué precioso relato.

El amor que subyuga al loco y lo enternece, la lealtad hacia su misión.

Un beso

Bitacoras.com